4. Valoración del papel del primer interviniente
Cuando se habla de catástrofes o accidentes se hace referencia a un desastre con consecuencias destructivas que requieren un gran esfuerzo humano, material y de coordinación. “Las catástrofes, con sus secuelas de horror y sufrimiento, provocan alarma social y requieren la necesidad de una intervención, con un detallado proceso de preparación y con equipos multidisciplinares convenientemente formados y entrenados para intervenir en cualquier situación” (Marcuello García, 2006).
En un acontecimiento traumático, como un accidente, ya sea por experiencia directa o como familiar o testigo inesperado, se produce un impacto emocional que puede provocar alteraciones a nivel fisiológico, cognitivo, motor o emocional.
Ante un accidente o catástrofe, como intervención psicosocial, debido a la diversidad de necesidades que aparecen y que pueden tener un efecto importante en el malestar psicológico (necesidades básicas, de seguridad, de información, de apoyo psicológico), se plantea una actuación multidisciplinar (psicólogos, trabajadores sociales, personal sanitario) cuya labor se puede estructurar en función de distintos niveles de intervención.
Importante
Para Robles y Medina (2002), la reacción de los afectados es un proceso dinámico y cambiante en el tiempo, por lo que la intervención debe adaptarse a esta dinámica evolutiva teniendo en cuenta que las necesidades y los objetivos van a variar en cada fase del proceso.
Así pues, y como señalan dichos autores, se pueden distinguir las siguientes fases de intervención:
Fase inmediata, a continuación del impacto del accidente. En esta fase los equipos de socorro clasifican y determinan si un sujeto precisa o no atención psicológica especializada. La evaluación de los equipos de socorro debe ser muy limitada en el tiempo (evaluación precoz), en el lugar (próxima al lugar del accidente), con respecto a las personas (clasificación de casos por prioridad y tipo de atención que precisan) y con medidas sencillas (tranquilizar, reposo, reposición).
Los equipos de socorro estarán familiarizados con los diferentes tipos de alteraciones psíquicas que se pueden presentar y los primeros auxilios psicológicos. Se debe prestar especial atención a los pacientes agitados, perplejos e inhibidos, y a aquellos que presenten un especial riesgo de suicidio. Asimismo, los niños y los ancianos necesitan un cuidado especial por ser los más vulnerables.
En una etapa posterior, la persistencia de alteraciones psíquicas o el riesgo de desarrollar síntomas postraumáticos requiere que el sujeto sea remitido al especialista para su valoración y tratamiento. En esta etapa, la intervención se realiza una vez desaparecido el riesgo, más alejada de la zona del accidente (refugio, centro de socorro) y requiere una metodología más compleja y especializada.