2.3 Velocidad relativa
Parece claro que la velocidad de un objeto depende del sistema de referencia que utilicemos, basta con observar el movimiento del Sol a lo largo del día. Durante muchos siglos el hecho de que, visto desde la Tierra, el Sol salga por el este y se ponga por el oeste llevó a pensar que nuestra estrella giraba entorno a la Tierra. Hoy día sabemos que esta observación no se corresponde con la verdad y está motivada por el giro de la Tierra sobre sí misma. Hay ejemplos de la relatividad del movimiento, basta hacer un poco de memoria y recordar las sensaciones que hemos tenido viajando en tren cuando al llegar a una estación se ha detenido junto a otro. Al mirar por la ventanilla hemos sentido que nos movíamos cuando en realidad era el otro tren el que abandonaba la estación. O lo que podría decir, una vez en camino, sobre mi maleta colocada en el porta equipajes del vagón, que para mi, estaría en reposo, pero para alguien que nos observara desde fuera se estaría moviendo con la misma velocidad del tren.
Lo más útil, a la hora de describir un movimiento, será escoger un sistema de referencia en reposo con respecto a la Tierra (un árbol por ejemplo).

Importante

Para saber más
En la red hay muchas simulaciones relacionadas con la relatividad del movimiento. Aquí tienes otra, parecida a la que ya has utilizado, pero que tiene además una guía de actividades que te permitirá ver otros aspectos de gran interés. Clica sobre la imagen para experimentar.
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Elaboración propia utilizando el applet java de Fu-Kwun-Hwang
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Curiosidad
El escritor ruso
Yakov Perelman recoge en su "Física recreativa" un
caso publicado por la prensa durante la Primera Guerra Mundial y vivido por un
aviador francés en pleno vuelo. Este piloto relató a los periodistas cómo,
mientras volaba a varios kilómetros de altura, percibió la presencia de un
pequeño objeto que se movía junto a la cabina. Pensó que se trataba de una
mosca y lo atrapó rápidamente con la mano. Pero, cuál no sería su sorpresa
cuando, al abrir el puño, descubrió que acababa de atrapar ¡una bala de fusil
alemana!
Más allá de la veracidad de la noticia (bastante dudosa), Perelman sostiene que el hecho no es ningún disparate desde el punto de vista de la Física. Según explica, “las balas no se mueven durante todo el tiempo con la velocidad inicial de 800-900 metros por segundo, sino que, debido a la resistencia del aire, van cada vez más despacio y al final de su trayectoria, pero antes de empezar a caer, recorren solamente 40 m por segundo. Esta era una velocidad factible para los aeroplanos de entonces. Por consiguiente, la bala y el aeroplano podían volar a una misma velocidad, en un momento dado, y, en estas condiciones, aquélla resultaría inmóvil o casi inmóvil con relación al piloto. Es decir, éste podría cogerla fácilmente con la mano, sobre todo con guante (porque las balas se calientan mucho al rozar con el aire)."
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