2. Microrrelatos con moraleja
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La zorra y las uvas Imagen de Mailema en Flickr. Licencia CC |
![]() En el desarrollo de una fábula hay tres aspectos: la narración misma, el mensaje y los personajes que participan en ella. La acción es única y es simple, sin detalles que puedan distraer la atención. El mensaje o moraleja es también unívoco y ha de concluirse de forma directa de la narración. Los personajes no humanos han de elegirse en función de sus características naturales y a las cualidades que la convención les atribuye. El zorro ha de ser siempre astuto, la liebre tímida, el león fiero, el lobo cruel, el buey fuerte, el asno paciente... Estos rasgos, además, se magnifican en tanto que se utilizan para retratar las virtudes y los defectos de los seres humanos. La sociedad animal es también un reflejo de la humana. La cadena alimentaria está establecida por el orden natural, y los animales no pueden invertirla o saltar eslabones. la sociedad humana tiene un orden inmutable, con clases fijas de las que es imposible salir. Todo ser humano o animal que intenta saltarse estas leyes está condenado al fracaso. Esta visión social que nos da la fábula es de un absoluto pesimismo: lo natural es que el más fuerte devore o aplaste al débil, que el más inteligente engañe al más tonto. La ley del más fuerte es contraria al ideal de justicia igualitaria y promueve el engaño, único medio de burlar esta ley natural o social. En resumen, en la fábula se plantea un conflicto simple entre dos variables: la fuerza, evaluable con criterios objetivos, fija y que siempre está ahí; y la inteligencia, que se puede manipular y utilizar según la necesidad, y es único factor que puede hacer que el débil triunfe sobre el fuerte. |

Conocimiento previo
Aftonio de Antioquía, retórico griego de fines del siglo IV, fue maestro de retórica en Atenas y autor del libro de texto del tercer nivel de enseñanza de la lengua y la literatura griega en Bizancio, al que se llegaba entre los 13 y 15 años. Tradujo al latín y adaptó unas cuarenta fábulas de Esopo. El interés de este autor es que inauguró el hábito, mantenido en nuestras escuelas prácticamente hasta ahora, de usar las fábulas como recurso educativo. Él las utilizaba, en este sentido y al igual que se siguió haciendo, por la lección moral de estos pequeños relatos, pero también hacía que sus alumnos redactaran una fábula de varias formas diferentes, como práctica de estilo y de gramática. Lecturas Pequeño Mundo. SM |