1. Calímaco

Dos jóvenes romanas leen en voz alta unos poemas

L. Alma-Tadema: El poeta favorito 
 
Calímaco nació sobre el 310 a.n.e. en Cirene. Estudió filosofía en Atenas y fue profesor de gramática antes de realizar la ingente labor de catalogación de los libros de la biblioteca de Alejandría. Se dice que escribió cerca de ochocientos libros, parte de ellos en prosa. Sólo se conserva parte de su poesía, la suficiente como para que sea considerado un excelente poeta.

Escribió seis Himnos a los dioses. A diferencia de los mucho más antiguos Himnos homéricos, el tratamiento de los temas es delicado y erudito. Valga como ejemplo el Himno a Ártemis (1) en el que retrata a la diosa en su infancia, sentada en las rodillas de Zeus, pidiendo al dios su arco, flechas y un cortejo de compañeras para vivir en los montes dedicada a la caza. O cómo se describe, con armonía y elegancia, la escena del Baño de Atenea (2) en el que la sorprende Tiresias. En el Himno a Deméter describe la pena de la diosa en términos sencillos y emocionantes.

Ártemis acompañada por jóvenes después del baño

1. Para empezar, diremos cómo, siendo aún muy niña, sentada sobre las rodillas de su padre, le dijo en un tono infantil: "Dame,    papá, una    eterna virginidad, y muchos nombres, para que Febo no me aventaje. Dame también flechas y un arco. No, deja, padre, no voy a pedirte ni una faretra ni un gran arco; ya me fabricarán los Cíclopes en un instante los dardos y un arco flexible. Permíteme, sí, llevar antorchas y ceñirme una túnica con cenefa hasta la rodilla, para matar bestias salvajes. Dame también un coro de sesenta Oceaninas, todas de nueve años, todas aún sin ceñidor. Dame veinte ninfas Amnísides por criadas, para que cuiden bien de mis sandalias y, cuando haya terminado de disparar mis flechas contra linces y ciervos, de mis veloces perros. Dame todos los montes y una sola ciudad, la que tú quieras. Raro será que Ártemis baje a una ciudad.

2. La quietud propia del mediodía se extendía por la montaña. Ambas se bañaban, y era la hora del mediodía, y una quietud perfecta reinaba en  aquella montaña. Sólo Tiresias, cuya barbilla empezaba a oscurecer, se paseaba entonces con sus perros por aquel sagrado lugar. Sediento hasta lo indecible, llegó a las ondas de la fuente, ¡desdichado! Y, sin querer, vio lo que no era lícito ver. 

F. Boucher: Ártemis después del baño
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3. No bebiste ni comiste durante aquel tiempo, ni tampoco te lavaste. Tres veces atravesaste el Aqueloo de plateados remolinos, otras tantas cruzaste cada uno de los ríos que por siempre fluyen, y por tres veces en tierra te sentaste junto al pozo Calícoro, sofocada, sin haber bebido; y no comiste ni te lavaste.

Las causas (Αἰτίαι), la más conocida de sus obras, no nos ha llegado completa. Trata de los orígenes de las fiestas, ritos y costumbres ligados a la mitología. Se abre con un prólogo que expone los principios que según él deben guiar la obra literaria. No debe perpetuarse la extensión y el estilo de los poemas homéricos. Él mismo lo cuenta en un epigrama:

Odio el poema cíclico, aborrezco el camino
que arrastra aquí y allá a la muchedumbre;
abomino del joven que se entrega sin discriminación,
y de la fuente pública
no bebo: me repugna todo lo popular.

Como ejemplo de esta obra, una pequeña joya, un poema titulado La cabellera de Berenice, dedicado a la reina Berenice, que se cortó el pelo para sacrificarlo a Afrodita con el fin de que su marido Ptolomeo III volviera ileso del campo de batalla. Se dice que desde entonces su cabello forma parte del cielo nocturno y que la estrella más brillante se refiere a la corona de joyas que adornaba el cabello de Berenice.

Το άστρο της ημέρας
Vídeo de DocumentaryGR en Youtube

Traducciones de Luis Alberto de Cuenca