3.2. Tipos de textos humanísticos. El ensayo
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Essais de Michel de Montaigne |
Los textos humanísticos pueden ser muy variados, tanto por su extensión como por los temas que abordan. Podemos clasificarlos en los siguientes tipos:
- Artículo: Escrito de corta extensión, de tono divulgativo y personal, que suele publicarse en revistas y periódicos. Por ello, se integra dentro de los géneros periodísticos de opinión.
- Monografía: Texto que trata por extenso temas muy concretos de cualquier disciplina humanística (Historia, Filosofía, Lingüística...). También puede centrarse en la vida de alguna persona (biografía o autobiografía). Es el resultado de una profunda investigación llevada a cabo con una metodología rigurosa, aunque puede tener también una intención divulgativa.
- Comentario crítico: Análisis de un texto. Puede constituir un libro independiente o integrarse al principio de la obra analizada. También puede publicarse en una revista o periódico: en ese caso hablamos de una crítica, que también forma parte de los géneros periodísticos de opinión.: Es el principal subgénero humanístico:
- Ensayo: Es el tipo de texto humanístico principal, y por ello nos detenemos en él en un apartado específico.
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Michel de Montaigne |
Un ensayo es un escrito en prosa, generalmente breve, que expone sin rigor sistemático un punto de vista personal sobre cualquier tema de interés intelectual, sea filosófico, científico, histórico, literario, etc. sin pretensión de agotarlo; plantea sugerencias, señala caminos, no asienta soluciones firmes. Ensayar es probar, sopesar, examinar, por lo que el autor solo plantea una hipótesis sobre aquello de lo que habla.
Es un género relativamente moderno. Si bien es cierto que algunas obras de escritores clásicos como Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca, Plutarco, etc. pueden considerarse prototipos del género, el ensayo como hoy lo conocemos es fundamentalmente invención del escritor francés Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592), quien en su obra Essais ("Ensayos") quiso reflejar la nueva mirada que en su época se lanzó sobre los grandes temas que siempre han preocupado a la humanidad (la muerte, la posibilidad de una vida eterna, las relaciones humanas) y lo hizo en estos escritos reflexivos, en los que siempre buscaba en los clásicos su punto de referencia. De este modo, los ensayos de Montaigne fijaron la naturaleza de este género, partiendo en muchos casos de citas, de lecturas y de obras literarias. Aparte, hay en ellos muchos otros temas motivados por la observación de las costumbres, el trato humano y la experiencia vital.
En la actualidad suele ser considerado como un género literario, por la calidad de la expresión idiomática que suele presentar, aunque en la mayoría de las ocasiones no pase de ser una serie de divagaciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor expresa sus reflexiones acerca de un tema determinado, o incluso, sin tema alguno. En su desarrollo actual han tenido sin duda gran influencia el pensamiento liberal y el periodismo. A partir de la Generación del 98 este género conoció en España un esplendor que aún perdura en la actualidad.
Características del ensayo:
- Estructura libre: cada escritor lo organiza como mejor cree conveniente.
- Extensión relativamente breve, aunque no siempre es así.
- Variedad tanto en el tema elegido como en el tono con que se trata (expositivo, irónico, didáctico, poético...).
- Estilo cuidadoso y elegante, para tratar de captar la atención del receptor. Se recurre al nivel culto de la lengua.

Actividad de lectura
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Miguel de Unamuno en 1925 |
MI RELIGIÓN
Me escribe un amigo desde Chile diciéndome que se ha encontrado allí con algunos que, refiriéndose a mis escritos, le han dicho: "Y bien, en resumidas cuentas, ¿cuál es la religión de este señor Unamuno?" Pregunta análoga se me ha dirigido aquí varias veces. Y voy a ver si consigo no contestarla, cosa que no pretendo, sino plantear algo mejor el sentido de la tal pregunta.
Tanto los individuos como los pueblos de espíritu perezoso -y cabe pereza espiritual con muy fecundas actividades de orden económico y de otros órdenes análogos- propenden al dogmatismo, sépanlo o no lo sepan, quiéranlo o no, proponiéndose o sin proponérselo. La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica (...)
Y bien, se me dirá, "¿Cuál es tu religión?" Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible -o Incognoscible, como escriben los pedantes- ni con aquello otro de "de aquí no pasarás". Rechazo el eterno ignorabimus. Y en todo caso, quiero trepar a lo inaccesible.
"Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", nos dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, sin duda, inasequible. Pero nos puso lo inasequible como meta y término de nuestros esfuerzos. Y ello ocurrió, dicen los teólogos, con la gracia. Y yo quiero pelear mi pelea sin cuidarme de la victoria. ¿No hay ejércitos y aun pueblos que van a una derrota segura? ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes que rendirse? Pues ésta es mi religión (...)
Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales -la ontológica, la cosmológica, la ética, etcétera- de la existencia de Dios no me demuestran nada; que cuantas razones se quieren dar de que existe un Dios me parecen razones basadas en paralogismos y peticiones de principio. En esto estoy con Kant. Y siento, al tratar de esto, no poder hablar a los zapateros en términos de zapatería.
Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.
Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro (...)
Miguel de Unamuno, Mi religión y otros ensayos, 1910
Estos son fragmentos de un ejemplo de ensayo, escrito por Miguel de Unamuno en 1907 (si quieres leerlo entero, haz clic aquí). ¿Podrías encontrar en ellos algunas de las características del género que hemos señalado?