4. Fonética
Ya hemos visto los principales cambios fonéticos que se producen en la evolución de las palabras del latín al castellano. Ahora aplicando estos cambios, podemos conocer el origen etimológico de nuestro vocabulario heredado del latín: en este caso nos centraremos en la evolución de ciertos pronombres y en algunos latinismos construidos con ellos.
Es curioso también conocer el significado originario de muchos términos castellanos. En la evolución normal de una lengua, muchas palabras cambian su significado con el paso del tiempo, o bien adquieren matices significativos de los que carecía en un principio. Por ello, en la actualidad, hay muchas palabras en las que te resultaría difícil intuir su significado originario en latín. Así por ejemplo, la palabra "nupcias" que usamos como sinónimo de "boda". Te vamos a enseñar algunos de estos casos centrándonos en el léxico latino relacionado con el matrimonio y la familia.

Curiosidad
En esta sección hablamos de cambios fonéticos y evolución de las palabras, pero vamos a contarte el ritual de una boda latina para que veas que la evolución de las costumbres muchas veces es más lenta que la de las palabras.
La ceremonia de la boda
Días antes de la boda se celebraban los esponsales en donde se establecía el compromiso de los novios, con el consentimiento de los padres y ante un grupo de amigos y parientes; algunos participaban de testigos en la ceremonia y otros eran solo invitados en el banquete con el que terminaba la fiesta. En esta ceremonia el novio entregaba a la novia regalos y un anillo semejante a nuestra alianza. La novia se lo colocaba en el dedo llamado anular (annularis). En esta ceremonia se establecía la dote de la novia.
La víspera de la boda la joven entregaba sus juguetes a los Lares del hogar para simbolizar su abandono de la niñez y su entrada a la vida adulta.
Bodas Aldobrandinas |
El día de la boda, la novia vestía una túnica blanca y recta hasta los pies, ceñida por un cinturón de lana de doble nudo (cingulum herculeum); sobre la túnica colocaba un manto (palla) de color azafranado a juego con las sandalias. Se adornaba el pelo con trenzas, postizos y cintas; se cubría la cabeza con un velo también anaranjado (flammeuum) que cubría su rostro y su tocado. Por último se colocaba una corona trenzada con flores.
Así preparada y en compañía de los suyos recibía al novio y a sus parientes. Luego, todos juntos en el atrio de la casa o un santuario próximo, se tomaban los auspicios sacrificando un animal y consultando las entrañas para comprobar que los dioses no rechazaban la unión. Unos diez testigos elegidos entre los dos grupos familiares firmaban el contrato matrimonial. La pronuba (mujer casada una sola vez, que ayudaba a la novia en los distintos momentos de la boda) unía las manos de los novios y la novia pronunciaba la frase Ubi tu Gaius, ego Gaia, "donde tú Cayo, yo Caya"; es decir, la esposa se encuentra donde esté el marido y con estas palabras se simboliza la unión de su destino al de él.
A continuación empezaba el banquete nupcial que se alargaba hasta la noche. Finalizado este, el marido simulaba el rapto de la novia de brazos de su madre (deductio), ritual que parece recordar el rapto de las Sabinas. El marido, acompañado de sus amigos y parientes, llevaba a la novia a su nuevo hogar. A lo largo del camino todos cantaban canciones, normalmente en un tono picante aludiendo a la noche de bodas. Antes de llegar a su casa los niños tiraban nueces que al resonar en el pavimento de la calle presagiaban la fecundidad de la novia. Ya en la casa, el novio o un par de amigos del novio levantaban en brazos a la novia para que no pisara el umbral de la puerta pues era símbolo de mal agüero. Las amigas de la novia llevaban el uso y la rueca como símbolos de una de las funciones básicas de la mujer en el hogar. El marido le entregaba el agua y el fuego y la pronuba la conducía al lecho nupcial donde el marido le quitaba el manto y el doble nudo de la cintura. Los parientes se iban retirando del lugar y dejaban a solas a los esposos.