2. La familia romana y la mujer
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La familia era un elemento fundamental, casi sagrado, que infería estabilidad e impulso individual y colectivo a la sociedad y la cultura romana. Diferente a la nuestra durante mucho tiempo, no se basaba ni en el parentesco natural ni en el de sangre (cognatio), consistía en un vínculo jurídico (agnatio) por el que una serie de personas (y su patrimonio) se sometían a la autoridad (potestas) de un jefe de la familia (pater familias) en torno al cual se organizaban. Por tanto, una familia romana estaba formada por el pater familias, su mujer (uxor), sus hijos, sus nueras, su descendencia, y cualquier otra persona perteneciente a la familia como esclavos, adoptados, etc. Marco Aurelio y su familia ofreciendo un sacrificio |
La familia tenía tres funciones básicas:
- Familiar, basada en la procreación o adopción de hijos con los que asegurar la perpetuidad de la familia y sus cultos domésticos; no tener descendencia para un romano era una deshonra.
- Social y política, basada en la educación, modo en que los romanos, enseñando a sus hijos, aseguraban la formación moral, el respeto por la religión, la moderación, la voluntad y otras virtudes de gran importancia para los romanos.
- Religiosa, basada en la celebración de sus cultos y fiestas (sacra privata). En ellos los miembros de la familia dedicaban sus rituales al dios protector de la casa (Lar familiar), a los dioses protectores de la despensa (Penates), a sus antepasados difuntos (Manes), y al espíritu protector del pater familias (genius).
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Altar de Penates. Herculano Imagen de Kleuske. Licencia CC 3.0 |
Lar Imagen de Luis García. Licencia CC 1.0 |
Genio Imagen de Luis García. Licencia CC 3.0 |
El pater familias solía ser el hombre de la familia de mayor edad que encarnaba cualidades como la tenacidad (firmitas), la prudencia (prudentia), la responsabilidad (gravitas), la templanza (frugalitas) o la devoción a los dioses (pietas). Su poder sobre la familia era absoluto, vitalicio y transmisible por línea masculina. Estos eran sus poderes fundamentales:
- Manus o potestas maritalis: autoridad del marido sobre la esposa, que queda en situación jurídica de hija y pierde los vínculos jurídicos con su propia familia.
- Patria potestas: autoridad del padre sobre los hijos.
- Adoptio: capacidad de tomar bajo su autoridad paterna a un miembro de otra familia, en calidad de hijo (adoptado).
- Dominica potestas: autoridad del pater familias sobre los bienes o propiedades, tanto sobre sus propiedades como las adquiridas por sus hijos y sus esclavos.
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Junto al pater familias estaba su mujer, figura de gran dignidad que como esposa (uxor), madre (matrona) y señora (domina), contaba con el respeto de todos los miembros de la familia. A pesar de que nunca fue independiente, pues siempre se encontraba bajo la tutela de un hombre, ocupaba un lugar importante en la familia y era obedecida y correspondida por sus hijos y esclavos. La matrona, además de administrar la casa, trabajaba en ella cuidando y educando a sus hijos y, según la tradición, hilando y tejiendo con sus esclavas. Paquius Proculus y su esposa. Fresco pompeyano. Museo de Capodimonte
Imagen de Dominio público
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El pater familias tomaba mujer para tener hijos y perpetuar con ellos su familia, sin embargo no estaba obligado a aceptarlos o legitimizarlos todos. En caso de ser reconocidos como hijos, se encontraban totalmente sometidos a la autoridad de su padre, un estado jurídico que, a partir de la mayoría de edad, mejoraba en la medida en la que adquirían la capacidad de desarrollarse independientemente desde el punto de vista político y civil. En relación al patrimonio y la capacidad de poseer, continuaban bajo la autoridad de su padre. Los esclavos eran utilizados como servicio personal del señor y su familia: a ellos estaban destinadas las tareas de la casa. Aunque su condición real dependía del carácter de su dueño y señor, el esclavo, como res suya que era, se encontraba bajo la autoridad del pater familias y carecía de personalidad jurídica. Niño esclavo portando una bandeja |

Para saber más
En los primeros tiempos la importante decisión de introducir en la familia un nuevo miembro de por vida estaba en manos del pater familias, que consideraba algunas razones determinantes en la elección del nuevo miembro familiar: políticas (para futuras alianzas), económicas, o religiosas (el romano se sentía obligado a perpetuar su estirpe y, con ella, el culto familiar). Con el tiempo, el consentimiento de los contrayentes llegó a ser uno de los requisitos necesarios para el matrimonio; también se estableció una edad mínima (unos 12 años para las mujeres y entre 14 y 16 años para los hombres) y estar en posesión del derecho de matrimonio (ius connubii), es decir, ser ciudadano libre. Antes del matrimonio, tenían lugar los esponsales (sponsalia), acto por el que los novios formalizaban su compromiso intercambiando regalos y un anillo.
Había dos tipos de matrimonio:
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- Cum manu: la mujer pasa a depender del marido, es decir, pasa del poder jurídico (manus) de su padre al de su marido.
- Sine manu: la mujer seguía dependiendo de su padre y por tanto continuaba con el culto de su familia. Otros tipos de uniones lícitas pero no legítimas eran:
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Matrimonio entre dos ciudadanos romanos Imagen de Aranzuisor. Licencia CC 1.0 |

Curiosidad
Había cuatro formas posibles de disolver un matrimonio: por la muerte de uno de los cónyuges, por la pérdida de la ciudadanía o la libertad, por la desaparición o el destierro, y por el divorcio.
Resulta llamativo que esta última, el divorcio, tan común hoy día, existiera ya hace tantos siglos. Desde luego su concepción fue cambiando al mismo tiempo que la propia civilización romana, pasando de ser algo mal visto a ser considerado más tarde, con la relajación de las costumbres, como algo normal.
Había tres causas de divorcio: por acuerdo mutuo, por repudiación de una de las partes y por impotencia.

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