La cocina romana se llamaba culina. Solía ser pequeña y oscura. La comida se cocinaba en ollas de barro o cazuelas, que calentaban con leña o carbón en hornos de ladrillo. Asaban la carne al fuego, puesta a la parrilla.
La preparación de la cena podía llevar todo el día. En tiempo de los romanos ya se reciclaba, cuando las botellas de vino se rompían, se guardaban y aprovechaban los restos para hacer otras nuevas igual que hacemos hoy.
