Los romanos llamaban a sus casas domus. Además, estas se diferenciaban entre sí:
- Casa señorial: Era la habitada por una sola familia.
- Ínsula: Se denominaba así a los bloques de pisos en los que vivían varias familias.
- Villa: Recibían este nombre las casas situadas en el campo.
A la entrada de las casas estaba el atrium, un espacio abierto, sin tejado, que permitía la entrada de la luz del sol. En él había un estanque donde se recogía el agua de lluvia. Solía ser la estancia mejor decorada de la casa, pues lucía numerosas esculturas.
Rara vez había ventanas abiertas al exterior, y si las había, solían ser muy pequeñas. Ésto era para evitar los ruidos y los malos olores procedentes de la calle. Por las noches, como aún no había luz eléctrica, la casa se iluminaba con antorchas, velas y lámparas de aceite.
La mayor parte de los habitantes de la ciudad vivían en bloques de viviendas llamadas ínsulas. Para dar su dirección decían: "Yo vivo en la ínsula número..."