Los anfiteatros tenían forma circular. Allí se celebraban muchos espectáculos: luchas de gladiadores, exhibiciones de animales domesticados y exóticos, como el elefante o el avestruz, e incluso la recreación de batallas navales.
El teatro es el lugar donde se representaban obras teatrales literarias. La gente se sentaba en semicírculo, frente al escenario. Los actores eran hombres y mujeres, que en ocasiones llevaban máscaras. A los romanos les encantaba el teatro, sobre todo las comedias, pero si la función no les gustaba, gritaban y silbaban.
Los asientos eran de piedra, por lo que los espectadores solían llevar de casa unos cojines para estar más cómodos.
El circo romano tenía forma de óvalo. En medio había un muro, que lo dividía en dos, y se adornaba con esculturas de personajes famosos. El emperador ocupaba una tribuna privada, y la gente se repartía por el aforo o por las gradas.
En el circo se celebraban toda clase de espectáculos y representaciones. Entre las diversiones favoritas de los romanos estaban las carreras de carros con cuatro caballos, llamadas cuadrigas. Antes de la salida, los participantes saludaban al emperador.
La carrera consistía en dar siete vueltas al círculo ovalado. Comenzaba cuando el emperador, desde su tribuna, bajaba como señal un pañuelo blanco. Entonces se abrían las puertas donde estaban los carros y éstos salían todos al mismo tiempo, produciéndose un tremendo estruendo por los vítores del público, que animaba a sus corredores favoritos. Los carros se podían adelantar unos a otros, lo que era muy emocionante y peligroso.
El triunfador recibía el aplauso del público y el premio ganado: un trofeo de vidrio y una corona de laurel.