2.1. Elementos básicos. La decoración
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Lacería de la Sala del trono de la Aljafería de Zaragoza |
Atauriques de la Alhambra |
Mocárabes en la Sala de Dos Hermanas, Alhambra |
La arquitectura hispano musulmana tiene una serie de características comunes:
- Reutilización de elementos arquitectónicos de culturas anteriores, como de la romana, bizantina y más concretamente en el caso de la península ibérica, de los visigodos. Los árabes se apropian del lenguaje artístico de los pueblos que invaden, y no sólo van a construir sus nuevos edificios sobre las ruinas de los existentes, sino que van a reutilizar capiteles, columnas, piedras de sillería y mampostería, etc.
- Materiales pobres en comparación con el arte clásico. En vez de piedra y mármol los árabes se decantan por el ladrillo y la madera. Esto tiene como consecuencia que muchas edificaciones de este periodo no hayan perdurado hasta nosotros, o lo hayan hecho en pésimas condiciones, lo que implica una continua labor de restauración y conservación.
- Profusa decoración para contrarrestar el uso de materiales pobres. Techos y muros se cubrirán de magníficos yesos, estucos y cerámica.
- Iconoclastia, o prohibición de cualquier representación de la figura humana o animal, por lo que la decoración se reduce a pasajes del Corán, motivos geométricos y vegetales.
- Varios tipos de arcos, como los de herradura, de clara influencia visigoda, de herradura apuntados, polilobulados, mixtilíneos y entrecruzados.
- Motivos ornamentales que se repiten, destacando la lacería, que usa motivos geométricos, el ataurique, con motivos vegetales, la epigrafía, basada en la decoración tipográfica sobre pasajes del Corán, y los mocárabes, esa especia de prismas que cuelgan de las bóvedas que van estrechándose en su parte inferior tan característicos del arte hispanomusulmán.
- Poca altura de los edificios, y en armonía con el conjunto urbano donde se asientan, o con el paisaje que los rodea.
- Sencillez constructiva: los edificios suelen tener planta cuadrada o rectangular coronados por cúpulas y bóvedas, destacando las de crucería con nervios que dejan un espacio poligonal en el centro, y las bóvedas caladas.
- Sobriedad en el exterior. Salvo en las portadas o en el recubrimiento de las cúpulas, la arquitectura árabe es bastante sobria en el exterior, que contrasta con la rica decoración interior de sus patios, techumbres, muros y salas, dejando prácticamente ningún rincón sin llenar de profusa y variada decoración.
Como ya hemos mencionado, y al igual que el arte románico, los árabes sentían horror vacui, es decir, no dejaban prácticamente ningún espacio sin llenar de decoración. Entre las técnicas que usaban para la decoración de sus edificios, destacan el trabajo en yeso o yeserías. El yeso es una roca blanda natural compuesta de sulfato de calcio dihidratado, y fue introducido en la península ibérica por los árabes probablemente desde las zonas del lejano Oriente, del actual Irán.
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Yeserías en La Alhambra |
Es una laboriosa técnica que da unos resultados extraordinarios y que dominaron los árabes a la perfección, dejándonos asombrosos ejemplos en la mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada, entre otros.
Para realizar una yesería, lo primero es hacer una placa con una mezcla de yeso y agua finamente batidos para evitar burbujas y grumos. Una vez seca esta pasta, se calca el dibujo o motivo y se procede al tallado de la yesería, es decir, a rebajar las partes inferiores con cuchillos, gubias y bisturíes. Una vez tenemos el motivo finalizado, se lija y se pule para obtener una superficie brillante, se pinta y se le aplica un aceite para volver la yesería impermeable al agua. En ocasiones se empleaban moldes sobre los que se vertía el yeso y se vaciaba para obtener repeticiones exactas con las que llenar de frisos las paredes y los techos de los palacios y mezquitas de Al-Ándalus. Y no solo se empleó el yeso como material decorativo, sino que también lo usaron para crear duros pavimentos al mezclar el yeso con polvo de mármol, almagre (óxido de hiero de color rojo intenso) y cocerlo a altas temperaturas. Motivos decorativos de las yeserías son los arabescos, estilizados y refinados elementos vegetales que se entrelazan formando asombrosas composiciones, las caligrafías o epigrafías, y el culmen de esta técnica, los mocárabes, esas especies de prismas colgantes que asemejan estalactitas que cuelgan de cúpulas, tímpanos y arcos.
Hay dos elementos decorativos que los arquitectos de Al - Ándalus van a usar con maestría y que no, precisamente, los habituales. Son dos elementos naturales que van a determinar tanto la estética como la filosofía de muchas de las construcciones andaluzas de época islámica. Hablamos del agua y la luz. Cada uno de ellos tenía su papel:
El agua servía de reflejo, duplicaba los espacios gracias a la función espejo que se generaban en los estanques de escasa profundidad que se situaban en algunos de los patios. Además, las fuentes dotaban al espacio de un movimiento y un frescor necesarios en la Andalucía del momento.
La luz se usaba para generar juegos espaciales diversos que variaban según la hora del día y según el estado del tiempo. Las celosías en piedra que aparecían en los paramentos que daban acceso a algunas salas interiores, eran las que tamizaban la luz y permitían este efecto decorativo que, de otro modo, era inviable.
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Patio de los Arrayanes. Alhambra de Granada. Imagen de B. Werner en Wikipedia. Lic. CC |
Sala de Comares. Alhambra de Granada. Imagen de Gruban en Wikimedia Commons. Lic. CC |
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Yeserías islámicas
Vídeo de centroalbayzin alojado en Youtube
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Alicatados del Mexuar, Alhambra |
Otra técnica que brilló durante la etapa musulmana de Al-Ándalus fueron las cerámicas vidriadas montadas mediante la técnica del alicatado. Heredera de los mosaicos grecorromanos y bizantinos, esta técnica consiste en la fabricación de finas piezas de cerámica a las que posteriormente se les aplica una capa de vidriado en ricos y luminosos colores, y una vez se han cocido en el horno, se procede a su corte para posterior pegado formando los bellos paneles de azulejos que podemos admirar en los palacios y mezquitas árabes, siendo la Alhambra de los nazaríes el lugar en el que esta técnica alcanzó su máximo esplendor.
Se usaron alicatados prácticamente en todas las construcciones árabes: en dinteles, zócalos, suelos, baños, mezquitas, etc. Pues suponía una técnica barata, sencilla y con resultados asombrosos, aportando un gran colorido a la vez que se cubrían los pobres materiales de ladrillo y mampostería.
El alicatado consistía en la fabricación de losetas de barro de unos quince centímetros de lado, que se vidriaban en un solo color y que se cortaban mediante afiladas cuchillas y martillos con sus dos lados afilados a modo de cincel, siguiendo un patrón. Para montarlas, se colocaban boca abajo en una estructura de madera sobre la que se vertía una lechada de escayola, esto es, escayola disuelta en agua con la consistencia de la leche. Sobre esta lechada se colocaba una estructura de palos de madera o cañas que hacía las veces de estructura y se volvía a verter otra lechada de escayola. Una vez seco, se le daba la vuelta al conjunto y se pegaba sobre la superficie a la que iba destinada. Hacia finales del siglo XIV aparece una variante para realizar azulejos de colores conocida como cuerda seca. Consiste en aplicar el dibujo sobre la pieza de barro y delimitar los contornos con una cuerda tensada empapada en color graso, generalmente azul. Se pintan las zonas de la cerámica con el barniz vítreo de su color y se cuece en el horno. Las líneas de color graso de la cuerda evita que se fundan los colores, y dadas las altas temperaturas del horno, estas líneas se funden al final del proceso. Con esta técnica ya no hace falta el laborioso proceso de corte y ensamblado de las piezas cerámicas.
Con el paso del tiempo, esta técnica se volvió más compleja, al ir alternando sobre la misma superficie, partes de cerámica vidriada con azulejos, más resistentes, e incluso para los pavimentos, se alternaban piezas de ladrillo, barro y cerámica vidriada. Los colores preferidos eran los verdes y blancos, que son los que predominan en los zócalos de los palacios de la Alhambra, así como los azules intensos y los dorados.
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Techumbre y yeserías de la Madraza, Granada |
El arte de la madera para la construcción de armaduras destinadas a las cubiertas y de artesonados conocidos como lacería fue otra técnica que los hispanomusulmanes dominaron a la perfección. En estas decoraciones los carpinteros musulmanes fueron buscando cada vez soluciones más arriesgadas y complejas, en donde los polígonos fueron ganando número de lados, y los polígonos estrellados iban siendo cada vez más complejos.
En general, podemos diferenciar tres tipos de elementos que conforman la lacería:
- Vigas de madera que conforman la estructura de la armadura: pares, limas y nudillos. Los pares son las vigas que van desde la parte más interior de la bóveda a todo lo largo de la cubierta. Si pensamos en la cubierta como en un triangulo, loas pares son las vigas que forman los lados del triangulo. Los nudillos y las limas son las vigas que forman la base del triangulo, siendo los nudillos las vigas transversales que se colocan a media altura para dar mayor estabilidad.
- Piezas de relleno que permiten completar ópticamente el trazado geométrico elegido. Se distribuyen por todo el conjunto de la cubierta, pero especialmente destacan las que se sitúan en las limas.
- Piezas en los ángulos que ayudan a la estabilidad del conjunto y que también formaban parte de la decoración de laceria, llamadas arrocabas.
El gran aporte de los carpinteros árabes fue el desdoblamiento de las cubiertas por piezas, para poder trabajarlas más cómodamente en el suelo, y el uso de limas dobles e incluso triples, que se decoraban profusamente siguiendo esquemas geométricos de polígonos estrellados entrelazados.
Importante
El arte hispanomusulmán tiene una serie de características comunes: reutilización de materiales, empleo de materiales pobres como el ladrillo y el yeso, iconoclastia o prohibición de representar figuras humanas o de animales, profusión decorativa en el interior y motivos ornamentales como las lacerías, atauriques o arabescos, epigrafías o caligrafías, y los mocárabes. En Al-Ándalus se llegó a la culminación de varias técnicas de artesanía como fueron las yeserías, los alicatados y las lacerías, dejándonos magníficos ejemplos en la Aljafería de Zaragoza, la mezquita de Córodoba o la Alhambra de Granada.
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Para saber más
Los monumentos que ahora disfrutamos no siempre han tenido el aspecto que presentan actualmente, sino que son el fruto del arduo trabajo que arquitectos, conservadores y restauradores han realizado para que hoy podamos disfrutarlos con la apariencia que tuvieron en origen sin perder la pátina que el paso del tiempo otorga a cualquier producción del pasado. Un buen ejemplo de todo esto es la Alhambra, que hasta bien entrado el siglo XX ofrecía un aspecto de total abandono, con casi todos sus palacios y jardines escondidos tras añadidos, fallidas restauraciones anteriores e incluso patios de vecinos, como fue el caso de los jardines de El Partal, prácticamente escondidos tras un edificio denominado la Casa de Frasquito Sánchez. Debemos estar inmensamente agradecidos a la labor de personas como Don Leopoldo Torres Balbás, arquitecto y conservador de la Alhambra, que realizó importantes intervenciones no exentas de polémica para devolver a este magnífico conjunto palaciego el aspecto que tenía cuando se construyó.
Si quieres saber más sobre esta figura, no dudes en visualizar este vídeo.
Leopoldo Torres BAlbás, arquitecto de la ALhambra de Granada (1923-1936)
Vídeo de MemorANDA alojado en Youtube