3. La Hispania romana

Importante

Los romanos llamaron a toda la Península Ibérica Hispania. De ahí viene el nombre de España.

Como hemos visto, desde la época de Augusto, el primer emperador, toda la Península Ibérica era Romana. En este apartado vamos a ver cómo se organizaba la Hispania romana y cómo vivían sus habitantes. Prestaremos especial atención a lo que ocurría en la actual Andalucía.

Empecemos por la organización política.

Augusto dividió la Península Ibérica en tres provincias:

  • La Tarraconense abarcaba todo el nordeste de la Península. Su capital estaba en Tarraco (actual Tarragona).
  • Lusitania incluía el oeste de la Península, entre el Duero y el Guadiana. Su capital estaba en Emerita Augusta (Mérida, Badajoz).
  • La Bética comprendía buena parte de la actual Andalucía. Sin embargo, también incluía una parte de Badajoz, mientras que parte de Jaén, Granada y Almería estaban en la Tarraconense. La capital era Corduba (Córdoba).

Las provincias eran gobernadas por personas que habían ocupado las más altas magistraturas en Roma. En la Tarraconense y Lusitania el emperador nombraba directamente a los gobernadores. En la Bética permitía que los eligiera el Senado.

Hispania romana
La Hispania romana
Imagen de Rowanwindwhistler y Alcides Pinto en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.

Como las provincias eran muy grandes, los gobernadores visitaban por turno varias de las ciudades de su provincia para impartir justicia. En la Bética eran cuatro:

  • Corduba;
  • Hispalis (Sevilla);
  • Astigi (Écija, Sevilla);
  • Gades (Cádiz).

Las poblaciones de la actual Andalucía que pertenecían a la Tarraconense acudían a Carthago Nova (Cartagena, Murcia). Se llamaba conventus a los territorios asignados a cada una de estas ciudades.

Las legiones vigilaban que se mantuviera el orden romano. Para cuando llegó el Imperio, Hispania estaba tan pacificada que solo había las legiones en el noroeste de la Tarraconense: una región recientemente conquistada y muy estratégica por sus ricas minas de oro. Pero las vías romanas garantizaban que las legiones y sus suministros pudieran moverse rápidamente allí donde fueran necesarias. Y ya que estaban construidas, permitían el tráfico de personas y mercancías, que ahora era menos peligroso porque había un solo poder que garantizaba el orden.

Para saber más

La evolución de las provincias

Las tres provincias creadas por Augusto se mantuvieron más o menos igual hasta finales del siglo III d.C., cuando la Tarraconense se dividió en tres: la Tarraconense, la Cartaginense y Gallaecia. En el Bajo Imperio estas provincias, junto con una provincia del norte de África, se incluyeron en una unidad más grande, la diócesis, término del que proceden las actuales diócesis de la Iglesia católica. La diócesis de las Hispanias formaba parte, a su vez, de una unidad mayor, la prefectura de las Galias.

Importante

Augusto dividió Hispania en tres provincias:

  • La Tarraconense en el nordeste.
  • Lusitania en el oeste.
  • La Bética en el sur.

La Bética abarcaba buena parte de Andalucía y el sur de Badajoz. Pero parte de las provincias de Jaén, Granada y Almería fueron asignadas a la Tarraconense.

Las provincias eran la suma de los territorios de un conjunto de ciudades más o menos autónomas, que eran la auténtica base del dominio romano. Los habitantes de cada ciudad podían ser ciudadanos romanos o no, pero eran además ciudadanos de sus propias ciudades. Los principales tipos de ciudades eran los municipios y las colonias. Su organización era muy parecida. Tenían magistrados, entre los que destacaban los duoviros (o sea, "los dos hombres"), así como un senado local y comicios.

Para saber más

Ciudades, municipios y colonias

Como en el resto del Imperio, el dominio romano se basaba en que las comunidades locales arreglaran sus asuntos internos de forma autónoma, siempre que obedecieran a Roma y pagaran sus impuestos. Roma identificaba a estas comunidades como ciudades en el sentido político del término (civitates), aunque muchas de ellas no tuvieran ningún núcleo urbano. Según sus mejores o peores relaciones con Roma, algunas eran consideradas formalmente independientes de Roma, otras como aliadas en virtud de un tratado, y otras simplemente ciudades sometidas a la fuerza y obligadas a pagar un tributo por ello.

Durante las guerras civiles muchas de estas ciudades escogieron el bando equivocado, o sea, el que perdió. Sobre el territorio de muchas de ellas Julio César y Augusto fundaron colonias de ciudadanos romanos. Tenían la organización de una ciudad-estado autónoma, pero se les consideraba parte de la propia Roma. O sea, que eran como un trozo de Roma fuera de Roma. Las poblaron con veteranos del ejército y miembros de la plebe romana. Se les repartieron tierras en lotes rectangulares (centurias) y terrenos para poner su casa. La Bética fue la región más afectada por esta colonización, que debió de ser muy dura para las poblaciones locales afectadas.

Las ciudades indígenas que escogieron bien el bando y que se mostraron dispuestas a adaptarse al modo de organización romano fueron premiadas con la concesión de privilegios. El más común fue concederles el estatuto de municipio de derecho latino. Eran ciudades organizadas al estilo romano, en las que aquellos capaces y dispuestos a pagar los gastos que suponía ser magistrado (organización de juegos, construcción de monumentos y edificios públicos, distribución de comida...) eran recompensados con la ciudadanía romana. O sea, que los políticos pagaban la ciudad a cambio de ser ciudadanos romanos.

A partir del emperador Vespasiano (69-79 d.C.), que concedió el derecho latino a toda Hispania, cualquier ciudad con un mínimo aspecto romano acabó consiguiendo el rango de municipio latino y las diferencias reales entre municipios y colonias acabaron desapareciendo. La ciudadanía romana siguió extendiéndose a partir de las aristocracias locales hasta que en el año 212 d.C. el emperador Caracala la extendió a la práctica totalidad de los habitantes del Imperio. El problema es que a partir de entonces ya no resultaba tan beneficioso a los aristócratas invertir su dinero en el mantenimiento de la vida urbana.

Trajano
Retrato de Trajano (Gliptoteca de Munich)
Imagen de Bibi Saint-Pol en Wikimedia Commons. Dominio público.

La romanización avanzó porque Roma permitía ascender en la sociedad romana a quienes se portaran como romanos. Había dos grandes vías para ascender hasta lo más alto.

  • La primera era participar en la vida política ciudadana. Las ciudades hispanas se convirtieron en urbes romanas porque los aristócratas locales asumieron los gastos a cambio de ascender socialmente.
  • La segunda era la carrera militar. Los auxiliares que acababan su servicio militar eran recompensados con la ciudadanía. Además, muchos aristócratas hacían carrera como oficiales para obtener puestos de mayor poder.

El premio máximo era saltar al orden ecuestre o al Senado de Roma. Ya en el siglo I d.C. el Senado romano comenzó a llenarse de senadores procedentes de las provincias hispanas, especialmente de la Bética. En aquel tiempo la Bética era la provincia más urbanizada y romanizada de toda la parte occidental del Imperio. Eso explica que el primer emperador de origen provincial fuera Trajano (98-117), que como ya hemos dicho nació en Itálica.

Importante

La base del dominio romano eran las ciudades, de las que las más importantes eran colonias y municipios.

Los aristócratas de estas ciudades conseguían la ciudadanía romana y el ascenso social a cambio de invertir sus riquezas en sus ciudades, participando en la carrera política. Otra forma de obtener la ciudadanía y el ascenso social era mediante la carrera militar. Como resultado, ya en el siglo I  d.C. muchos aristócratas hispanos llegaron a la cima de la sociedad imperial.

A partir de Augusto la paz romana trajo a Hispania un período de gran prosperidad económica. ¿Cuáles eran las bases de esta prosperidad?

Pues, en primer lugar, la producción agraria. Como en cualquier economía no industrializada, la producción agraria ocupaba a la mayoría de la población y estaba en su mayor parte destinada al consumo de los propios productores. Lo particular de Roma fue que potenció muchísimo la agricultura y ganadería orientadas al mercado, cuyo centro más característico de explotación eran las villas. Destacan los siguientes sectores:

  • En el ámbito de la ganadería, destacó la cría de ganado para carne, de caballos para el ejército o el circo y de ovejas para lana.

Los caballos vencedores en el circo eran tan famosos como sus aurigas. Su crianza y doma debía de ser un gran negocio. En este mosaico de Mérida (Museo Nacional de Arte Romano) se celebra la victoria del auriga Marciano, del equipo azul, y del caballo Iluminator, propiedad de Getulo.

Imagen de Instant2010 en Flickr (detalle).

Licencia  CC BY

  • El trigo y otros cereales fueron muy importantes, por ser la base de la alimentación.

La espiga de trigo fue un símbolo común en la moneda que acuñaron las ciudades de la Bética en época republicana. En la imagen puedes ver una moneda de Onuba (Huelva) y una de Obulco (Porcuna, Jaén).

Imágenes de Calapito en 

Wikimedia Commons (dominio público) y

H. Junghans en Wikimedia Commons (licencia CC BY-SA)

    • El vino fue un producto muy demandado, pues su consumo se identificaba con la vida civilizada. Se producía todo tipo de calidades, desde las más selectas a las más populares. El vino hispano, sobre todo el de la Tarraconense y el de las regiones costeras de la Bética, era exportado por todo el mundo romano, primero en ánforas de barro y más tarde también en barriles de madera.

    Uno de los temas más repetidos en los mosaicos hispanos es el triunfo de Baco, el dios del vino. ¡Por algo será! Este que ves es un mosaico de Écija (Sevilla) del III d.C. (Museo Arqueológico de Sevilla)

    Imagen de A.M. Felicísimo en Flickr. Licencia CC BY.

    Como recordarás, la riqueza minera de Hispania había sido la principal razón que había motivado la llegada de fenicios, griegos, cartagineses y romanos. Las minas hispanas estaban entre las más importantes del mundo y muchas de las principales minas hispanas estaban en la actual Andalucía. También había muchas canteras. Por ejemplo, en la actual Andalucía se podían encontrar ricos mármoles en las sierras de los Sistemas Béticos.

    • El aceite fue una producción estratégica, ya que no solo se consumía, sino que también se usaba para evitar que los utensilios y armas de hierro se oxidaran. Por ambas razones, el ejército romano, en su mayoría estacionado en regiones donde no se cultivaba el aceite, era uno de sus principales consumidores. Regiones de la Bética como el valle medio del Guadalquivir y el Genil se especializaron en la producción y exportación de aceite, que se realizaba en gruesas ánforas. Fue la base de la fortuna de muchos de aquellos béticos que durante los siglos I y II llegaron a los puestos más altos del Imperio.

    La Bética exportó tanto aceite que en Roma existe un monte, el Testaccio, que es en realidad un gigantesco vertedero de ánforas, en su mayoría ánforas béticas de aceite. Aquí puedes ver una imagen de su interior.

    Imagen de Grupo CEIPAC y patrimoni.gencat en Flickr.

    Licencia CC BY-NC-ND.

    • La pesca fue otro sector fundamental. Las salazones y salsas de pescado (como el famoso garum) eran elaboradas en las regiones costeras, envasadas en ánforas y enviadas al resto del Imperio. La costa andaluza, visitada por las migraciones de atunes, lideraba este sector a escala imperial.

    Factoría de salazones en Almuñécar (Granada),

    donde esta actividad se ejercía desde época fenicia.
    Imagen de J.L. Filpo Cabana en Wikimedia Commons. Licencia CC BY.

    Para saber más

    Las minas de Hispania

    Las principales producciones mineras eran las siguientes:

    • Los romanos obtuvieron grandes cantidades de oro en el noroeste de Hispania, especialmente en León y el norte de Portugal. También explotaron yacimientos en Granada.
    • Se extraía también mucha plata en la Faja Pirítica (sierras de Huelva, sur de Portugal y Sevilla), las minas de Jaén y Cartagena. En estas últimas además se obtenía plomo, muy usado en época romana, por ejemplo para hacer tuberías.
    • El cobre se extraía en grandes cantidades en la Faja Pirítica y también en la sierra de Córdoba.
    • En Almadén (Ciudad Real) se obtenía el mercurio y el cinabrio, con el que se hacía un tinte muy caro.
    • En muchas zonas había minas de hierro, por ejemplo en Sierra Morena.

    Esto que ves no es un paisaje natural. Son las ruinas de montañas derrumbadas por los romanos en su búsqueda del oro. Los romanos cavaban túneles en las montañas y soltaban de golpe en su interior grandes cantidades de agua traída desde kilómetros de distancia. Las montañas se desmoronaban en ríos de lodo y los romanos cribaban el oro que este contenía.

    Las Médulas (León)

    Imagen de R. Ibáñez Fernández en 

    Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA

    Aquí puedes ver la lápida funeraria de un niño de 9 años, llamado Quartulus, que probablemente trabajó en las minas en el siglo I d.C. Lleva un pico y una cesta. Se encontró en Baños de la Encina (Jaén). El trabajo en las minas era muy duro y entre los trabajadores sabemos que era frecuente encontrar niños.

    Lápida de Quartulus

    (Museo Arqueológico Nacional, Madrid)

    Imagen de Ana Ovando en Flickr. Licencia CC BY-NC-SA

    Réplica de una bomba de achicar agua,

    encontrada en una mina de Sotiel Coronada (Huelva)

    Imagen de S. Giralt en Flickr.  Licencia CC BY-NC-SA.

    Importante

    La paz romana permitió una gran prosperidad económica. Los sectores productivos más florecientes en Hispania fueron:

    • Las actividades agrarias destinadas al mercado, especialmente la ganadería, el cultivo del trigo y la producción de vino y aceite.
    • La producción de salazones y salsas de pescado.
    • La minería (oro, plata, cobre, plomo, mercurio, hierro).

    Para saber más

    En las zonas más romanizadas de Hispania la vida en las ciudades era como una copia a pequeña escala de la vida en la propia Roma. Esto era particularmente cierto en la Bética, tan asimilada cultural y políticamente a Roma que podía pasar en aquellos tiempos por una pequeña Italia.

    Las ciudades estaban bien planificadas, especialmente en el caso de las colonias, y embellecidas por edificios públicos y monumentos. Los acueductos proporcionaban agua corriente a las fuentes públicas y las casas de los ricos. Las cloacas permitían evacuar el agua sucia. Así que eran sitios relativamente saludables en comparación con muchas ciudades europeas muy posteriores en el tiempo. La vida social y los negocios bullían en torno a los foros. Los ciudadanos acudían a las termas a practicar deporte y relajarse y acudían encantados a los espectáculos que los aristócratas financiaban: teatros, combates de gladiadores, carreras de carros... Las casas de las familias pudientes se asemejaban a las de cualquier romano: organizadas en torno a patios y embellecidas con esculturas, pinturas y mosaicos. Las grandes villas no tenían nada que envidiar a las villas de Italia.

    La cultura florecía. Hispania daba a Roma hombres de letras de primer nivel, como el poeta Marcial o el retor Quintiliano. Muchos de ellos venían de la Bética: el filósofo Séneca, el geógrafo Mela, el agrónomo Columela... No es que todos los hispanorromanos estuvieran alfabetizados, pero desde luego eran capaces de leer y escribir muchísimas más personas que en los siglos anteriores y posteriores al Imperio. En cuanto a la religión, los hispanos atendían a las ceremonias religiosas que demostraban su lealtad a su ciudad y al Imperio y respondían a sus propias necesidades espirituales atendiendo a sus cultos domésticos o convirtiéndose a las nuevas religiones que se extendían desde Oriente.

    Estatua de Mitra encontrada en Cabra (Córdoba) (Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba), que muestra la penetración de este culto oriental en Hispania.
    Imagen de J.L. Bernardes Ribeiro en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.
    Teatro de Acinipo (Ronda, Málaga).
    Imagen de TheogoniaThor en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.
    Detalle del Mosaico de los Amores de Cástulo (Linares, Jaén), con escena del juicio de Paris.
    Imagen de M.A. Felicísimo en Flickr. Licencia CC BY-SA.
    Mosaico con lucha de gladiadores (Museo Arqueológico Nacional, Madrid).
    Imagen de A. M. Felicísimo en Flickr. Licencia CC BY.

    Importante

    La vida en las ciudades de Hispania se parecía mucho a la de la propia Roma, solo que a menor escala. Eso es especialmente cierto en el caso de las ciudades de la Bética, que era una de las regiones más urbanizadas y romanizadas de todo el Imperio.

    En el año 409 d.C. varios pueblos bárbaros, en su mayoría germánicos, invadieron la Península: eran los suevos, los vándalos y los alanos. Los romanos encargaron su expulsión a otro pueblo germánico que era aliado de Roma: los visigodos. Los visigodos hicieron retroceder a estos pueblos. Desde entonces fueron ellos quienes tuvieron de hecho el control de Hispania, aunque en nombre del Imperio. Cuando el último emperador de occidente fue destronado, en el 476 d.C., los reyes visigodos sencillamente siguieron gobernando Hispania en nombre propio. Comenzaba la Edad Media.

    Importante

    Durante el siglo V Hispania estuvo bajo el control de varios pueblos bárbaros: suevos, vándalos, alanos y visigodos. Cuando acabó el Imperio Romano de Occidente Hispania quedó en su mayor parte en manos de reyes visigodos.

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    Lee las frases que aparecen abajo y completa las palabras que faltan.

    1) El primer emperador, , dividió Hispania en tres provincias: al norte estaba la , al oeste y al sur la . Esta última incluía buena parte de la actual Andalucía y su capital era la actual ciudad de .

    2) Durante el siglo I muchos aristócratas hispanos subieron socialmente gracias a su participación en la política y en la carrera militar. En el siglo II se hizo emperador un hombre nacido en Itálica, llamado .

    3) Entre las actividades económicas más importantes de Hispania estuvieron la producción de , que se consideraba la bebida propia de la gente civilizada, y del , que se usaba para consumo y también para evitar que los objetos de hierro se oxidaran. Gracias a la abundancia de pesca se exportaron muchas , o sea, conservas de pescado. Las de Hispania estaban entre las más ricas del mundo: las había de oro, plata, cobre, plomo...

    4) La era una de las provincias más urbanizadas y romanizadas del Imperio.

    5) Tras la caída del Imperio Romano de Occidente buena parte de Hispania quedó en manos de los .

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