1. La Penísula Ibérica antes de Roma

Eje cronológico de la Hispania prerromana
Imagen de elaboración propia.
Barco fenicio
Barco fenicio, según un relieve del II d.C.
Imagen de Elie plus en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA

Hasta comienzos del primer milenio antes de Cristo la Península Ibérica se mantiene en la prehistoria, es decir, la única información disponible sobre ella procede de los datos materiales y medioambientales recogidos por la arqueología y otras ciencias. Pero a partir de ese momento la cosa comienza a cambiar. Pueblos con escritura comienzan a visitar la Península y a darnos alguna información de lo que ocurre en ella, siempre según su punto de vista. Así es como la Península Ibérica entra en la Historia.

¿Quienes son esos visitantes?

  • Los primeros son los fenicios.
  • Luego vendrán los griegos.
  • Finalmente, los romanos.

Empecemos con los fenicios.

Los fenicios comenzaron a visitar las costas del sur peninsular a partir de finales del X a.C. Si te acuerdas, procedían de Próximo Oriente, concretamente de la costa de la actual Líbano. Se organizaban en ciudades-estado y conocían la escritura.

Venían buscando metales preciosos: oro y plata. Encontraron especialmente plata, sobre todo en las sierras al norte de Huelva y Sevilla y al sur de Portugal, en una larga franja minera que se llama Faja Pirítica. Las minas más ricas y famosas de la zona son las de Riotinto. Pero además los fenicios descubrieron que las costas andaluzas tenían otras riquezas:

  • Por el Estrecho de Gibraltar pasaban cada año las migraciones de atunes. Y había salinas cerca, de las que se podía obtener sal. La sal era el "frigorífico" de la Antigüedad, ya que permitía conservar alimentos. Así que la carne de los atunes y otras especies se podía conservar haciendo salazones y salsas de pescado, que se podían vender por todo el Mediterráneo.
  • El Estrecho de Gibraltar era además el punto de partida para las navegaciones por el Océano Atlántico, de la que podían esperar obtener otros productos escasos en el Mediterráneo, como por ejemplo el estaño.
  • Además, había tierras fértiles, muy apropiadas para la agricultura.

Así que los fenicios empezaron estableciendo puestos de comercio en lugares costeros como Huelva. Pero no se limitaron a eso. Con el tiempo empezaron a fundar ciudades en la costa, igual que habían hecho por el resto del Mediterráneo. Entre estas ciudades destacan Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar), Abdera (Adra) o Spal, la actual Sevilla, que en aquel tiempo estaba muy cerca del mar, ya que las marismas de Doñana formaban una gran bahía (el llamado Lago Ligustino).

Colonización fenicia
Mapa de elaboración propia a partir de información geográfica de Ancient World Mapping Center (licencia Open Database License (ODbL)) y Pleiades (licencia CC BY).

Importante

Los fenicios llegaron al sur de la Península a partir del siglo X a.C. Buscaban sobre todo metales preciosos. Se asentaron en la costa, especialmente en Andalucía, y fundaron ciudades.

En el sur peninsular los fenicios encontraron sociedades que se estaban haciendo más complejas, dirigidas por aristocracias dispuestas a hacer intercambios con los extranjeros para adquirir bienes escasos que les dieran prestigio. Así que estas sociedades intercambiaron su metal precioso por los objetos exóticos que traían los fenicios. El contacto con los fenicios cambió a estas sociedades:

  • Sus aristocracias ganaron poder.
  • Sus centros de poder comenzaron a convertirse en centros urbanos amurallados.
  • Adaptaron a sus propias necesidades la cultura y las técnicas de los fenicios. Entre estas técnicas probablemente estuvo la metalurgia del hierro, que en estos momentos empieza a extenderse por la Península, aunque es posible que se introdujese desde el norte. También combinaron las técnicas fenicias con las técnicas locales de orfebrería, creando refinadas joyas de oro, plata y cobre que, junto a otros objetos de lujo, depositaron en las ricas tumbas de los aristócratas.
  • Algunos aprendieron la escritura. A partir del siglo VII a.C. aparece la escritura más antigua de la Península Ibérica, llamada la escritura del suroeste. Está inspirada en la fenicia y aparece en el sur de Portugal, extendiéndose hacia el oeste de Andalucía y el sur de Extremadura. Lamentablemente, aún no se comprende lo que dice.

De esa combinación entre elementos indígenas y fenicios nació una nueva cultura, cuyo ejemplo más brillante es Tartesos.

Uno de los mejores ejemplos de los centros urbanos amurallados que se desarrollaron a partir del contacto con los fenicios es el yacimiento de Tejada la Vieja(Escacena del Campo, Huelva), que floreció gracias a la distribución de los metales de la vecina Faja Pirítica hacia el valle del Guadalquivir.

Vuelo sobre el yacimiento arqueológico de Tejada la Vieja

(Escacena del Campo, Huelva)

Vídeo de José Antonio Portero alojado en Youtube.

Importante

Llamamos Tartesos a la cultura  que floreció en el oeste de Andalucía y el sur de Portugal entre los siglos VIII y VI a.C. y que nació del contacto entre las poblaciones indígenas y los colonizadores fenicios.

Curiosidad

El Carambolo, un santuario fenicio.

Uno de los hallazgos más famosos de esta época es el Tesoro del Carambolo. Fue encontrado por casualidad en 1958 en la localidad sevillana de Camas. Es un excepcional tesoro compuesto por 21 piezas de oro, con un total de casi 3 kilos de peso. Las piezas están ricamente labradas mediante una combinación de técnicas de orfebrería fenicias e indígenas. Se pensó durante muchos años que era un tesoro tartésico. Las últimas investigaciones han demostrado que El Carambolo fue en realidad un santuario fenicio dedicado a la diosa Astarté, una poderosa divinidad fenicia a la que los griegos identificaban con Afrodita. Estaba situado frente a la ciudad de Spal (Sevilla), de la que estaba separado por el Guadalquivir. Fue frecuentado entre los siglos VIII y VI a.C. por fenicios e indígenas.

Las piezas del tesoro posiblemente estaban destinadas a adornar los toros que iban a ser sacrificados en las ceremonias religiosas que tenían lugar en el santuario.

Tesoro del Carambolo (VIII-VI a.C.) (Réplica en el Museo Arqueológico de Sevilla)
Imagen de J.A. Montero Fernández en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.
La diosa Astarté representada en el llamado Bronce Carriazo (s. VII-VI a.C.) (Museo Arqueológico de Sevilla)
Imagen de A.M. Felicísimo en Flickr. Licencia CC BY-SA

Para saber más

El problema de Tartesos

Los nombres tienen su Historia, y esta a veces es larga y confusa. Eso le pasa a Tartesos (o Tartessos, que también se puede escribir así). Lo que hemos llamado Tartesos es lo que se suele entender como tal en la arqueología. Pero cuando los autores antiguos hablaron de Tartesos hablaron de cosas que no coinciden del todo.

No fueron los fenicios, sino los griegos los que empezaron a escribir sobre Tartesos. En sus primeras navegaciones hacia el Lejano Oeste que era en aquel tiempo la Península dieron el nombre de Tartesos a algo que estaba en la costa al oeste del Estrecho de Gibraltar y que se asociaba a una gran riqueza en metales. Pero ¿qué era ese "algo"? Las historias de esas tierras alejadas estaban envueltas en la leyenda. Para algunos era una región, para otros un centro de comercio (emporio) en la costa, para otros un río, posiblemente el Guadalquivir. Los romanos lo consideraron sobre todo una ciudad, y la mayoría de ellos la identificaron con Cádiz.

La historia más conocida, y una de las más antiguas, nos la cuenta Heródoto (V a.C.). Hablando de la expansión persa en el siglo VI a.C., contaba como los griegos de Focea, una ciudad en Anatolia, trabaron amistad con un rey de Tartesos:

Llegados a Tarteso,  trabaron amistad con el rey de los tartesios, Argantonio, que fue señor de Tarteso a lo largo de ochenta años, y vivió ciento veinte. Este hombre apreció tanto a los focenses que primero les invitaba a que abandonaran la Jonia y a que se establecieran donde quisieran de su propio país; luego que no logró convencerles, tras saber, por un medo [o sea, un persa], que los medos iban creciendo en poder, dio a los focenses dinero para que levantaran una muralla: en ello fue realmente espléndido (...)

Heródoto, Historias, I, 116 (Traducción de M. Balasch)

Argantonio significa algo así como "El de la plata" y eso de que viviera 120 años no parece muy creíble. Está claro que aquí hay mucho de leyenda. Pero las leyendas son muy atractivas. Así que muchos han llegado a imaginar un reino tartésico, que se habría extendido desde el sur de Portugal hasta la actual Murcia, y hay quien hasta ha llegado a identificar Tartesos con la mítica Atlántida. Parece ir demasiado lejos para tan poca información.

Moneda de Emporion
Moneda de Emporion (III a.C.), con su típico Pegaso.
Imagen de Classical Numismatic Group, Inc en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.

A partir del siglo VII a.C. nuevos visitantes del oriente mediterráneo llegaron a la Península Ibérica: eran los griegos. Los navegantes griegos exploraron toda la costa mediterránea de la Península, a la que le dieron el nombre de Iberia. Luego se adentraron en las costas atlánticas.

Además de comerciar, los griegos fundaron algunas ciudades. A comienzos del siglo VI a.C. griegos procedentes de Masalia (Marsella), una colonia en el sur de Francia, fundaron Emporion (Ampurias, Gerona). No muy lejos de allí la gente de Masalia fundó ya en el siglo IV a.C. la colonia de Rhode (Rosas, Gerona).

La influencia económica, social y cultural de los griegos se extendió por toda la fachada mediterránea de la Península, sumándose a la influencia fenicia. Junto a los productos griegos, se extendieron sus técnicas, su alfabeto, su moneda y su modelo de ciudad-estado.

Importante

Los griegos llegaron a la Península Ibérica a partir del siglo VII a.C. Fundaron ciudades en la actual Cataluña, pero extendieron su influencia por toda la zona mediterránea.

A partir del siglo VI a.C. la suma de la influencia griega y fenicia provocó grandes cambios en una serie de pueblos que habitaban toda la franja mediterránea entre la Andalucía oriental y el sur de Francia. La mayoría de estos pueblos hablaban una lengua parecida, que no tiene relación con el latín ni el griego ni ninguna otra lengua conocida y que aún no se entiende del todo. Se conoce a estos pueblos como los iberos.

Como ya había pasado antes en el suroeste peninsular, las aristocracias de estos pueblos comenzaron a hacerse más poderosas gracias a los intercambios con griegos y fenicios. Sus sociedades se hicieron más complejas y poco a poco comenzaron a evolucionar hacia ciudades-estado. Adaptaron las escrituras griega y fenicia a su propia lengua y desarrollaron así la escritura ibérica.

Signario ibérico del suroeste
¿Cómo se escribía en el este de Andalucía hace 2400 años? Pues más o menos así.
Imagen de Tautintanes en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.

Igual que en el período anterior la zona minera más rica había estado en el suroeste, ahora cogieron mayor auge las ricas minas de plata de la Andalucía oriental y Murcia. Allí se desarrollaron ricas comunidades iberas como Cástulo (Linares, Jaén), que dominaba el tráfico de metal entre las minas cercanas (Linares, La Carolina...), el Mediterráneo y el valle del Guadalquivir.

Mientras tanto, en el oeste de Andalucía un período de crisis en las rutas comerciales fenicias había hecho que la aristocracia de Tartesos entrara en decadencia, y con ella la vieja cultura tartésica. A medida que el comercio fenicio se recuperó, surgió una nueva cultura urbana, menos aristocrática, organizada en potentes ciudades-estado, como Carmo (Carmona, Sevilla). Son los turdetanos. Un escritor de época romana, Estrabón, los describió como un pueblo que sabía leer y escribir y que conservaba por escrito crónicas antiguas y poemas y leyes en verso, a los que atribuían una antigüedad "de 6.000 años".

Curiosidad

La escultura ibérica

Mientras en Grecia se alcanzaba la cima del arte clásico, los aristócratas iberos mostraron su riqueza adornando sus tumbas con esculturas de gran belleza, en los que los símbolos indígenas y fenicios se combinan con la forma griega de representar las cosas. Los mejores ejemplos proceden del sudeste de la Península. La escultura ibérica es la manifestación más impresionante del arte ibero, una de las tradiciones artísticas más originales de toda la Antigüedad.

Dama de Baza (IV a.C.) (Museo Arqueológico Nacional)
Imagen de A.M. Felicísimo en Flickr. Licencia CC BY-SA.
Guerrero de Porcuna (V a.C.) (Museo de Jaén)
Imagen de C. Espejo en Flickr. Licencia CC BY-NC.
Dama de Elche (V-IV a.C.) (Museo Arqueológico Nacional)
Imagen de A.M. Felicísimo en Flickr. Licencia CC BY-SA.

Importante

A partir del siglo VI a.C. la influencia de fenicios y griegos sobre las sociedades indígenas hizo que se desarrollara la cultura ibérica entre la Andalucía oriental y la costa del sur de Francia. En la Andalucía occidental se desarrolló la cultura turdetana.

En la parte de la Península más alejada de la influencia mediterránea habitaban numerosos pueblos, generalmente organizados en sociedades tribales dirigidas por jefes guerreros. La mayoría hablaban lenguas emparentadas con el latín, el griego o el inglés. Se les llama lenguas indoeuropeas. Pero eran muy diferentes unos de otros. Algunos se dedicaban más a la ganadería y otros a la agricultura. Algunos vivían dispersos, otros vivían en pequeños centros fortificados (castros) y otros empezaban a tener auténticos centros urbanos. Pese a esas diferencias, los griegos y los romanos describieron a muchos de ellos como celtas.

Ulaca
Altar de sacrificios de Ulaca (Solosancho, Soria), uno de los mayores centros fortificados de la Península.
Imagen de santiago lópez-pastor en Flickr. Licencia CC BY-ND.

Para saber más

Este disco de bronce y oro hallado en Francia (IV a.C.) es un típico ejemplo del arte celta.
Imagen de Gun Powder Ma en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.

Los celtas

Los celtas eran un conjunto de pueblos procedentes de la actual Francia y el centro de Europa que hablaban una serie de lenguas emparentadas con el actual irlandés, galés o bretón. Compartían muchos rasgos culturales, como la religión y la forma en que vestían y combatían. Pero además muchos elementos de la cultura céltica se habían extendido entre las aristocracias guerreras de toda la Europa atlántica, de la misma forma en que la cultura fenicia y griega se habían extendido por el Mediterráneo. Así que los griegos y romanos (a los que tampoco preocupaba demasiado distinguir bien a los pueblos "bárbaros") llamaron celtas a muchos pueblos que simplemente se parecían a ellos.

En el caso de la Península Ibérica, las descripciones más antiguas describen en general todo el oeste y el norte peninsular como "celta". Pero con el tiempo, el término se fue limitando a pueblos más concretos. Sabemos que hablaban una lengua celta los celtíberos, que habitaban en ciudades entre el valle del Ebro y el Sistema Ibérico. Muy parecidos a ellos eran las poblaciones celtas que habitaban en las serranías de las actuales Huelva y Badajoz. Se extendían por el sur hasta la Sierra de Cádiz.

Importante

En la parte de la Península más alejada de la influencia mediterránea había muchas sociedades tribales dirigidas por jefes guerreros. Muchas de ellas eran celtas.

La Iberia prerromana

Imagen de Alcides Pinto en Wikimedia Commons (modificada). Licencia CC BY-SA.
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Comprueba lo aprendido

Lee y completa las siguientes frases.

A finales del siglo X a.C. llegaron a la Península Ibérica los , que fundaron colonias en el sur. Del contacto con ellos nació , que floreció en el oeste de Andalucía entre los siglos VIII-VI a.C.

A partir del VII a.C. vinieron los , que fundaron colonias en Cataluña y extendieron su influencia por toda la zona mediterránea.

A partir del siglo VI a.C. la influencia de los pueblos colonizadores hizo que se desarrollara la cultura de los en la fachada mediterránea, mientras que en el oeste de Andalucía se desarrollaba la de los .

Mientras, en la parte de la Península con menos influencia mediterránea, había pueblos tribales. Muchos de ellos eran .

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