1.2. El turismo cultural y su relación con el Patrimonio

Anuncio Tu mejor tú cultural. Turismo de Andalucía
Vídeo de VIve Andalucía alojado en  Youtube

La OMT (Organización Internacional del Turismo) define turismo como acto realizado por personas que supone un desplazamiento y una estancia (mínimo una noche) hacia lugares distintos a su entorno habitual. Este acto conlleva unos gastos y su objetivo es el de alcanzar una serie de satisfacciones mediante el uso de una serie de servicios que le son ofertados en el lugar de destino. Existen muchos tipos de turismo (sol y playa, rural, de salud, de negocios...), la mayoría de ellos con algún tipo de relación con el patrimonio del lugar de destino. No obstante, el turismo cuyo principal interés son los bienes culturales es el que llamamos como Turismo Cultural.

El término turismo cultural, que surgió en los últimos años del siglo XX hace referencia a los viajes motivados por conocer y disfrutar el conjunto de rasgos y elementos distintivos de la cultura de un lugar. Se trata, por cierto, de un tipo de turismo bastante bien valorado, ya que proporciona grandes ventajas a quien lo recibe. El turista cultural suele ser una persona con inquietudes y deseo de cultivarse. Normalmente, vienen atraídos por los monumentos y museos más famosos del destino pero su curiosidad les hace también interesarse también por la historia, las fiestas, la gastronomía, la forma de vida y por los lugares más auténticos y menos turísticos del lugar de destino. Aparte, también es destacable el hecho de que puede llevarse a cabo durante todo el año, acepte  tanto la corta como la larga duración y  facilite la aparición de nuevos productos turísticos.

Turistas visitando la Alhambra.
Imagen de Juandew en Wikimedia Commons. Lic. CC.

Seguro que sabéis que el turismo es un campo clave para la economía de España y Andalucía. Para que lo entendáis, basta con decir que aporta más del 10% del Producto Interior Bruto de nuestro país. Dentro de este sector, el turismo cultural es una de las modalidades que más ha crecido en nuestra comunidad en los últimos tiempos. Está claro que el patrimonio cultural andaluz supone una oferta insuperable para el turista, tanto en variedad como en calidad. Según los estudios realizados por la Consejería de Turismo y Deporte, una cuarta parte de las personas que nos visitan, lo hacen motivados principalmente por conocer nuestro producto cultural. Esto supone más de seis millones de personas al año. Además, este tipo de visitantes se gastan, de media, 76 euros cada día que pasan aquí, una cifra considerablemente superior a lo que suelen dejarse los visitantes que van buscando otro tipo de producto.

Con estos datos entenderéis perfectamente lo importante que es el turismo cultural para nuestra comunidad a nivel económico. Está claro que nuestro patrimonio es valorado fuera y nos aporta una gran cantidad de empleos e ingresos. Pero no todo es bonito en esta relación. Cuando los bienes culturales se incorporaron a la oferta turística, sé pensó solo en las ventajas y no se previó ningún efecto negativo. Sin embargo, sí que hay aspectos nada positivos en el aprovechamiento turístico del patrimonio. De hecho, explotación económica y preservación son dos conceptos que no suelen casar demasiado bien. Los recursos patrimoniales son, por lo común, frágiles y no renovables y es evidente que el turismo provoca impactos y efectos no deseados sobre ellos. El tipo de turismo que se impone en nuestro país es el de masas. Recibimos una afluencia enorme de turistas, y es inevitable que esto provoque una sobreexplotación de los recursos patrimoniales.

Fundamentalmente son dos tipos de perjuicios los que la masificación turística provoca en nuestro patrimonio cultural:

1. Deterioro de los bienes. La mayoría de monumentos y bienes materiales que forman parte de nuestro patrimonio no fueron construidos con el objetivo de ser disfrutados por multitudes. La presencia masiva de turistas implica un desgaste continuo del patrimonio, lo que lleva a su inevitable deterioro. A mayor masificación, más castigo para el bien. Como ya hemos dicho, el patrimonio cultural es irremplazable. Nos creemos que, por visitar a un monumento, no le va a pasar nada malo pero tenemos que entender que el discurrir de tantas y tantas personas supone un gran estrés para las estructuras y materiales del bien en cuestión, aparte de que multiplica la probabilidad de que existan malos comportamientos. Los impactos negativos que más comúnmente nos podemos encontrar son los siguientes:

  • Erosión y desgaste, especialmente en las zonas de paso más utilizadas.
  • Destrucción de elementos y estructuras.
  • Expolio y vandalismo.
  • Contaminación atmosférica y lumínica.
  • Deterioro del paisaje.
  • Modificación de tramas históricas.

2. Pérdida de autenticidad. Está claro que los turistas dejan mucho dinero en Andalucía. Ello implica una peligrosa tentación: el hecho de que por intentar aumentar el número de visitantes se ponga el riesgo la identidad de nuestro patrimonio cultural. La avaricia puede llevar a que la auténtica originalidad de un bien patrimonial se altere con el objetivo de hacerlo más atractivo y accesible a la actividad turística. Esto puede manifestarse de muchas formas: reformas de edificios con el objetivo de facilitar el acceso a más turistas, sustitución de costumbres tradicionales en fiestas populares por otras más atractiva para el visitante...  Especialmente cuidado hay que tener con los efectos que puedan tener sobre el entorno de los bienes patrimoniales las actuaciones encaminadas a incrementar el número de turistas. La construcción de vías de comunicaciones y la aparición de hoteles y locales de ocio en las cercanías de los recursos patrimoniales, puede conllevar una alteración de la identidad de los mismos, aparte del deterioro físico que también implica. Recordemos, a modo de ejemplo que la ciudad de Dresde dejó de ser Patrimonio de la Humanidad al construir un nuevo puente sobre el río que la cruza.

Reflexiona

Encima de estas líneas tienes un artículo titulado  Los Riesgos del Turismo Cultural. Apareció en el diario El País el día 16 de Febrero de 2014 y en él se tratan los aspectos negativos que genera el turismo en el patrimonio cultural y las medidas que se toman en los monumentos más importantes de Andalucía para hacerles frente.

Trata de leer el texto con atención y responde a las siguientes cuestiones:

  1. ¿Por qué en la Mezquita no hay fijado un número máximo de visitas?
  2. ¿Cuál es el tipo de de visitantes diarios del Museo Picasso de Málaga?
  3. ¿En qué consiste el "Espacio del mes" de la Alhambra?
  4. ¿Cuántos visitantes tuvo en 2013 el Alcázar de Sevilla'

Se hace necesario, de cara a preservar nuestro patrimonio cultural, evitar a toda costa las políticas turísticas preocupadas por el crecimientos cuantitativos de viajeros y pernoctaciones. En este sentido, la UNESCO, en la Convención de Paris de 1972, ya deja claro que se "obliga a no tomar deliberadamente ninguna medida que pueda causar daño, directa o indirectamente, al patrimonio cultural y natural situado en el territorio de otros Estados Partes en esta Convención”. Esto refuerza la idea de que es urgente llevar a cabo políticas turísticas que consigan minimizar los riesgos que esta actividad económica pueda producir en los bienes patrimoniales. Para ello, los agentes implicados han aplicar actuaciones basadas en los conceptos de sostenibilidad y los modelos de desarrollo sostenible.

Desde la Organización Mundial de Turismo se entiende el desarrollo sostenible como "aquel que atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras, y al mismo tiempo, protege y fomenta las oportunidades del futuro. Se concibe como una vía hacia la gestión de todos los recursos de forma que puedan satisfacer las necesidades económicas, sociales y estéticas, respetando al mismo tiempo la integridad cultural y los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la vida".

A esta definición podemos añadir lo que dice la Carta del Turismo Sostenible, una conferencia mundial que se realizó en Lanzarote en 1995 y que, entre cuyos principios y objetivos, encontramos lo siguiente:

  • El desarrollo turístico deberá fundamentarse sobre criterios de sostenibilidad, es decir, ha de ser soportable ecológicamente a largo plazo, viable económicamente y equitativo desde una perspectiva ética y social para las comunidades locales.
  • El turismo tendría que contribuir al desarrollo sostenible, integrándose en el entorno natural, cultural y humano, debiendo respetar los frágiles equilibrios que caracterizan a muchos destinos turísticos
  • La actividad turística ha de considerar los efectos inducidos sobre el patrimonio cultural y los elementos, actividades y dinámicas tradicionales de las comunidades locales. El reconocimiento de estos factores locales y el apoyo a su identidad, cultura e intereses, deben ser referentes obligados en la formulación de las estrategias turísticas.
  • La conservación, la protección y la puesta en valor del patrimonio natural y cultural, representa un ámbito privilegiado para la cooperación.
  • Toda opción de desarrollo turístico debe repercutir de forma efectiva en la mejora de la calidad de vida de la población e incidir en el enriquecimiento sociocultural de cada destino.
  • Las zonas vulnerables desde el punto de vista ambiental y cultural, tanto las actuales como las futuras, deberán recibir prioridad especial en materia de ayuda financiera y cooperación técnica al desarrollo turístico sostenible. También han de recibir tratamiento especial las zonas degradadas por los modelos turísticos obsoletos y de alto impacto.
  • La promoción de formas alternativas de turismo coherentes con los principios del desarrollo sostenible, así como el fomento de la diversificación de los productos turísticos, constituyen una garantía de estabilidad a medio y largo plazo.
2017, año del turismo sostenible
Vídeo de Solidarios CanarlSur alojado en  Youtube 

 Lo fundamental en todo esto del turismo sostenible es que nunca se superen los límites de lo que se considere como un cambio aceptable. Para la búsqueda de esto, desde la gestión del patrimonio turístico, resultan necesarias una serie de acciones como son

  • Establecer los límites de capacidad para recibir turistas que tiene cada bien patrimonial, organizando la distribución y los horarios de las visitas.
  • Obtener datos fiables sobre el flujo de visitantes para poder establecer estrategias
  • Dar la formación relacionada con la sostenibilidad y la conservación del patrimonio tanto a los profesionales del turismo como a los turistas y a la población local.
  • Diversificar la oferta turística. Hacer que el turista tenga una gran oferta en la zona para que se reduzca la masificación en los grandes productos.
  • Destinar una parte de los ingresos originados por el turismo en inversiones orientadas hacia la preservación del patrimonio.

Curiosidad

El palo de selfie, enemigo del patrimonio.

¿Eres de los que tiene un palo de selfie para hacerte fotos con el teléfono móvil? Parece ser que ya se ven menos por la calle pero, no hace demasiados meses, era casi imposible no encontrártelos en cualquier sitio. Tanto era así que muchos lugares acabaron por prohibirlos. Parques de atracciones, festivales y estadios deportivos de todo el mundo lo hicieron por considerarlos molestos y peligrosos. Como es lógico, muchos museos y monumentos, también. Y algunos de ellos en Andalucía. Los museos de Córdoba o Sevilla los tienen vetados en todos sus museos y monumentos como la Alhambra de Granada o el Alcázar de Sevilla han creado comisiones para estudiar su prohibición.

Ya simplemente las molestias que causan a visitantes y al personal el uso de esta herramienta serviría para justificar su prohibición pero es que además, como cualquier objeto alargado y puntiagudo, el palo de selfie también supone una amenaza para los bienes patrimoniales en sí, especialmente para los cuadros, las pequeñas esculturas, las vasijas, etc. Un descuido o mala utilización del instrumento puede causar un daño irreparable en las piezas. Elementos de forma y dimensión similar como paraguas o trípodes para cámaras fotográficas también suelen estar prohibidos en estos recintos.

Es curiosa la relación existente entre patrimonio cultural y gadgets tecnológicos. A medida que van surgiendo cosas nuevas, las instituciones tienen que ir estudiando sus efectos y tomar medidas al respecto. Cuando empezaron a masificarse las cámaras fotográficas, muchos museos tuvieron que empezar a prohibir el uso del flash por el impacto negativo que tenía sobre las obras de arte, especialmente los cuadros. En la actualidad, todo el mundo lleva ya una cámara encima a través del teléfono y esto ha multiplicado el número de fotografías que se realizan, por lo que resulta imposible controlar si se hacen correctamente. El fenómeno selfie, además, empeora las cosas. La gente está más pendiente de mirar al teléfono que de contemplar los objetos patrimoniales. Sin ir más lejos, no hace mucho que un turista destrozó en Lisboa una escultura del siglo XVIII al derribarla mientras se hacía un selfie. Como veremos en el apartado posterior, es muy importante que la población adquiera consciencia del valor, la importancia y la fragilidad que tiene nuestro patrimonio cultural para que estas cosas no sigan ocurriendo.

Prohíben el uso del palo de selfie en los museos por razones de seguridad
Vídeo de Antena 3 noticias alojado en Youtube

Importante

Turismo es un acto que supone un desplazamiento y una estancia (mínimo una noche) en lugares distintos al entorno habitual. Existen muchos tipos de turismo: sol y playa, rural, de salud, de negocios... El turismo cuyo principal interés son los bienes culturales es el que llamamos como Turismo Cultural. Hablamos de un tipo que proporciona grandes ventajas a quien lo recibe, ya que el turista cultural suele ser una persona con inquietudes y deseo de cultivarse que, pese a venir atraído por los monumentos y museos más famosos, también se interesan por la historia, las fiestas, la gastronomía, la forma de vida y por los lugares más auténticos y menos turísticos del lugar de destino. Además, es una práctica que puede llevarse a cabo durante todo el año, acepta  tanto la corta como la larga duración y  facilita la aparición de nuevos productos turísticos.

El turismo es un campo clave para la economía de España y Andalucía y el cultural cultural es una de las modalidades que más ha crecido  en los últimos tiempos. Andalucía recibe más de seis millones de turistas al año cuyo principal interés es consumir productos culturales. Estos, de media gastan unos 76 euros al día, lo que aporta una gran cantidad de empleos e ingresos a la economía andaluza. Pero no todo es bonito en esta relación. Los recursos patrimoniales son, por lo común, frágiles y no renovables y es evidente que el turismo provoca impactos y efectos no deseados sobre ellos. Fundamentalmente, hablamos de dos tipos de perjuicios: 

  1. Deterioro de los bienes. La presencia masiva de turistas implica un desgaste continuo del patrimonio. Los efectos negativos que más comúnmente nos podemos encontrar son la erosión y desgaste, la destrucción de elementos, el expolio y vandalismo, la contaminación, el deterioro del paisaje y la modificación de tramas históricas.
  2. Pérdida de autenticidad. Corremos el riesgo de que por intentar aumentar el número de visitantes se ponga el riesgo la identidad de nuestro patrimonio cultural. La avaricia puede llevar a que la auténtica originalidad de un bien patrimonial se altere con el objetivo de hacerlo más atractivo y accesible a la actividad turística.

Se hace necesario, de cara a preservar nuestro patrimonio cultural, evitar a toda costa las políticas turísticas preocupadas solo por el crecimientos cuantitativos de viajeros y pernoctaciones. Para ello, los agentes implicados han aplicar actuaciones basadas en los conceptos de sostenibilidad y los modelos de desarrollo sostenible.  Para la búsqueda de esto, resultan necesarias una serie de acciones como:

  • Establecer límites de capacidad para recibir turistas.
  • Obtener datos fiables sobre el flujo de visitantes.
  • Dar formación relacionada con la sostenibilidad y la conservación del patrimonio a los profesionales del turismo, a los turistas y a la población local.
  • Diversificar la oferta turística
  • Destinar una parte de los ingresos originados por el turismo en inversiones orientadas hacia la preservación del patrimonio.