1. Los poetas elegíacos

Alegoría de la elegía personificada por una joven entristecida

W. A. Bouguereau, Elegía
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Se entiende por autores elegíacos aquellos poetas que cultivaron fundamentalmente el dístico elegíaco (compuesto por un hexámetro y un pentámetro). Todos ellos utilizaron la poesía para expresar sus convicciones políticas y sociales. En unos casos (Calino, Tirteo, Solón) ocuparon cargos públicos y estaban convencidos de hablar en nombre de su pueblo. En otros casos (Mimnermo, Teognis), expresaban el dolor por una patria invadida o amenazada. La finalidad práctica de su lenguaje hace que no brillen precisamente por su imaginación.

El legislador Solón

La personalidad de SOLÓN DE ATENAS nos es bien conocida y es plenamente histórica. Encarna el ideal de poeta-hombre de estado. Su vida y su obra constituyen una unidad: la elegía y el yambo son en sus manos un arma política de ataque, defensa o advertencia.

Solón nació alrededor del 640 a.n.e. Esto significa que su vida coincidió con una época de grandes luchas sociales. En estos momentos de tensión, solo cabían dos figuras: la del tirano o la del moderador. Esto es lo que fue Solón cuando fue llamado al arcontado de la ciudad, con poderes para reformar la constitución. La poesía de Solón tiene para nosotros el valor excepcional de mostrarnos la figura espiritual del legislador, en el cual se encarna de manera visible la fuerza educadora de la ley. Como tal, es el primer representante del espíritu ático.

Con los poemas de tipo moral y político alternan otros de tema más frívolo sobre el banquete o el amor. Pero lo esencial de él son los primeros.

Después de su muerte, Solón se convirtió en el más famoso de los siete sabios y en el prototipo del legislador. De ahí que su figura aparezca adornada a veces con leyendas al sacarla de sus verdaderas circunstancias históricas.

Cantos de banquete

Bajo el nombre de TEOGNIS DE MÉGARA poseemos una recopilación de unos 1400 versos. Todos son poemas breves, en ciertos casos de dos versos, o bien pequeñas elegías. Es una poesía de banquete, y nos da una imagen sugestiva del desarrollo de una cultura convivial que unía al goce de los dones de Dioniso un comportamiento decoroso y el respeto a los comensales. 

Fresco representando un banquete con varios comensales

Simposium. Fresco de la pared norte de la tumba del nadador. Paestum
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Teognis es, sin duda, un aristócrata y magistrado de Mégara que, a consecuencia de las guerras y disputas civiles en su ciudad, perdió sus tierras y tuvo que exiliarse. Pero de la recopilación de sus versos que poseemos no se pueden sacar muchas conclusiones: las composiciones son tan dispares que muchas parecen ser obra de autores anteriores a él, como Mimnermo o Solón. Lo único que tienen en común es la unidad de sentimiento y mentalidad, reflejo de una sociedad aristocrática que está a la defensiva contra los ataques de reformadores y revolucionarios, y ha exagerado sus convicciones para justificarse a sí misma. Rasgos como el pesimismo sobre el valor de la vida humana, el fuerte espíritu de clase, el horror ante la pobreza que esclaviza el ánimo; la predilección por una moral del noble, basada en la fortaleza de ánimo; su constante preocupación por el tema del amigo fiel y el infiel. Todo ello refleja el mundo a la épica, sobre todo por sus vívidas imágenes. Una poesía así se presta mucho a las citas, por lo que tuvo mucha difusión.

«Nadie, oh, Cirno, es culpable de su ruina o provecho, sino los dioses que otorgan lo uno y lo otro. Ninguna persona se afana sabiendo en su mente si su acción será al fin provechosa o dañina. A menudo, quien creía obrar mal hizo un bien, y pensando hacer un bien ha hecho un mal. A ningún hombre le sale bien cuanto quiere; porque los límites de su impotencia lo frenan. Los hombres en vano planeamos, pues nada sabemos. Los dioses lo cumplen todo a su antojo».

El honor de morir por la patria

Los fragmentos que se conservan de CALINO DE ÉFESO son todos de tema guerrero y referidos a las luchas de las ciudades griegas de Asia Menor por sostenerse contra los cimerios. Tienen una clara ascendencia épica, en la forma y en el fondo. Se ve en sus versos reflejado el héroe homérico y el sentimiento de sacrificio incondicional por la propia ciudad. Se trata de una poesía exhortativa:

...Honroso es, en efecto, y glorioso que un hombre batalle
por su tierra, por sus hijos y por su legítima esposa
contra los adversarios. La muerte vendrá en el momento
en que la hayan urdido las Moiras. Que todos avancen
empuñando la espada y albergando detrás del escudo
un corazón valeroso, apenas se trabe el combate...

TIRTEO DE ESPARTA escribió también en el siglo VII, y aparece ya en él una idea fundamental en el mundo griego. Se pregunta en qué consiste la areté del hombre, para concluir en que consiste en morir por la patria. Se trata del ideal espartano de hombría. Casi todos los fragmentos que conservamos de él son de tema guerrero, muchos referidos a las guerras mesenias. En su célebre Eunomía defiende la antigua constitución espartana.

En las elegías de Tirteo pervive la voluntad política que hizo grande a Esparta. Los derechos ciudadanos de los espartanos se hallaban siempre vinculados a su calidad de guerreros. Las altas exigencias de patriotismo y de voluntad de sacrificio se justifican por las circunstancias de peligro en que fueron formuladas. Pero trascienden de una guerra concreta y se constituyen en fundamento de una Esparta intemporal: para él, la idea de una comunidad ciudadana para la cual todos viven y mueren. Quiere crear un estado de héroes: la muerte es bella cuando la sufre un héroe y se es un héroe cuando se cae por la patria.

fotografía de una escenificación histórica con dos personajes portando cascos corintios

Cascos grecocorintios
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Pues es hermoso morir si uno cae en vanguardia
cual guerrero valiente que por su patria pelea.
Que lo más amargo de todo es andar de mendigo,
abandonando la propia ciudad y los fértiles campos,
y marchar al exilio con el padre y la madre ya ancianos
seguidos de los hijos y de la legítima esposa...
...¡Ah, jóvenes, pelead con firmeza y codo a codo;
no iniciéis una huida afrentosa ni cedáis al espanto;
aumentad en vuestro pecho el coraje guerrero,
y no sintáis temor de hacer frente al enemigo!


Vivir la vida

Los tres versos más conocidos de MIMNERMO DE COLOFÓN parecen retratarlo como un hedonista desesperado, antítesis de los anteriores:


¿Qué vida, qué gozo existe sin la dorada Afrodita?
Ojalá muera yo cuando ya no me importen estas cosas:
el amor furtivo, ni sus dulces dones, ni el lecho.

Mimnermo nos ofrece una brillante impresión de la civilización jonia en su época más grata. Encuentra lo mejor para el hombre en la juventud, en sus capacidades y en sus placeres.

Pero su ideal del placer no fue tan sólido ni fue ese su único tema. Quizás escribiera ese tipo de poemas cuando era joven y cantaba en círculos conviviales. Pero se ocupa también de las pasadas glorias de su patria, sobre todo por cuanto tienen las hazañas de coraje impetuoso y fuerza bruta.

El equilibrio entre la acción y la relajación, entre el esfuerzo y el placer es el punto central de su visión del mundo, y eso le hace ser un genuino representante de sus conciudadanos de la Jonia, quienes, con peligrosos enemigos en sus fronteras, trataban de disfrutar las alegrías de una existencia aristocrática.

Aunque las noticias sobre su obra son confusas, su elegía más conocida fue Nanno.

Reflexión

Calino y Tirteo son claras muestras de una forma de pensar que subordina el individuo a la patria y supone que la propia vida debe estar a su servicio. La idea de que es hermoso morir en el frente fue tomada por el poeta latino Horacio y apenas ha sido cuestionada hasta el siglo XX, cuando las dos guerras mundiales, con sus crudas imágenes ampliamente difundidas gracias a los medios de comunicación, comenzaron a inspirar el rechazo a la guerra y sus horrores. Desde entonces se han escrito poemas, canciones y películas con el mensaje contrario.

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