Retroalimentación
Durante el siglo XVIII, en España, solo una minoría ilustrada tuvo acceso a las corrientes ideológicas europeas. Los ideales religiosos y políticos del Barroco (religión, rey, autoridad) siguen ejerciendo un poder absoluto en las conciencias y en las costumbres. Reflejo de todo ello es la literatura de la primera mitad del siglo: el modelo de Góngora pervive en José León y Mansilla, que escribe una Soledad Tercera en 1718, creyendo así completar las Soledades gongorinas.
Diego de Torres Villarroel (1693-1770), con su obra de corte picaresco Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres de Villarroel, se convierte en continuador de Quevedo.
Pero es, quizá, el teatro el género más significativo en cuanto a su pervivencia en el siglo XVIII. Aunque siguiendo una línea decreciente en la segunda mitad del siglo, la escena española se alimentó durante mucho tiempo del teatro del Barroco gracias a las reposiciones de las obras y de las refundiciones.
Antonio de Zamora versiona, por ejemplo, el Burlador de Sevilla de Tirso, en No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague (1722).