Resumen

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Alejandro es representado en esta moneda con una cabeza de elefante como casco

Alejandro Magno, moneda ptolemaica
Imagen en Wikimedia. Licencia CC

Alejandro Magno (356-324 a.n.e.), hijo del rey Filipo de Macedonia y de Olimpia, princesa del Epiro, fue discípulo de Aristóteles y con 18 años participó en la batalla de Queronea que abrió Grecia al poder macedonio.

Tras el asesinato de su padre, Alejandro fue coronado rey e inició un largo viaje de conquistas que le llevó hasta las orillas del Indo.

Junto al río Gránico derrotó por primera vez al rey persa Darío III; tras asediar algunas ciudades, se volvió a enfrentar a Darío en la batalla de Issos donde obtuvo una gran victoria a pesar de tener un ejército mucho menor. Esta victoria abrió el camino a Siria, Fenicia y Egipto. Allí ordenó construir una ciudad en el delta del Nilo, la primera de muchas que llevarían su nombre, Alejandría. Después volvió a Tiro, para preparar la victoria definitiva sobre Darío en la famosa batalla de Gaugamela. El incendio de Persépolis supuso el final definitivo del imperio persa. Para ganarse el favor de la aristocracia persa, Alejandro nombró a muchos persas como gobernadores de su nuevo imperio. Adoptó la indumentaria de los persas, los enroló en su ejército y organizó matrimonios entre sus hombres y mujeres persas. Esta política no fue del gusto de todos y comenzó a tener diferencias con algunos de sus hombres más cercanos. Algunos fueron ejecutados por traición o conspiración. Más tarde sometió Bactria y Sogdiana, donde tomó como esposa a la princesa Roxana. Finalmente, y tras largas campañas en la India, cayó enfermo y murió con 33 años sin designar un sucesor como regente de su inmenso imperio.

Los generales que lo sucedieron se conocen como los diádocos (διάδοχοι, "sucesores"). En un primer momento, Pérdicas hizo un reparto de satrapías para preservar el imperio para el hijo de Alejandro. Pronto estallaron los conflictos y finalmente se consolidaron varios estados que subsistieron hasta la conquista romana: la dinastía ptolemaica en Egipto, el imperio seléucida en Asia y la dinastía antigónida en Grecia.

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Pronombres relativos
singular
  plural
masculino femenino neutro masculino femenino neutro
nominativo οἵ αἵ
acusativo ὅν ἥν οὕς ἅς
genitivo οὗ ἧς οὗ ὧν ὧν ὧν
dativo οἷς αἷς οἷς

Otros relativos:

  • ὅσπερ, ἥπερ, ὅπερ: enfático, “precisamente el que”.
  • ὅστις, ἥτις, ὅτι: indefinido, “cualquiera que” (se declinan los 2 elementos del compuesto).
  • οἷος, οἷα, οἷον: cualidad, “cual”.
  • ὅσος, ὅση, ὅσον: cantidad, “cuanto”.
Oraciones subordinadas de relativo

Existen dos tipos de oraciones subordinadas adjetivas:

  • oración de participio: ὁ Ἀλέξανδρος, παρελθὼν εἰς τὴν πόλιν, παρέλαβε τά χρήματα, “Alejandro, llegando a la ciudad (después de haber llegado), se apoderó de las riquezas”. Podemos dar un matiz circunstancial a este tipo de oraciones.
  • oración de relativo: el enlace de la subordinación es el pronombre relativo que introduce una oración que limita o explica el significado de un sustantivo de la oración principal, al que llamamos antecedente. Entre el antecedente y el pronombre relativo se establece una relación de concordancia de género y número; el caso, en cambio, depende de la función que desempeñe cada uno en sus respectivas oraciones. μετεπέμψατο τὸν φιλόοσοφον Ἀριστοτέλην, ὃς ἐκ τῆς Σταγειριτῶν πόλεως ἦν, “mandó llamar al filósofo Aristóteles, que era de la ciudad de los Estagiritas”. El antecedente τὸν Ἀριστοτέλην y el relativo ὃς concuerdan en masculino singular; pero el relativo ὃς está en caso nominativo porque es el sujeto del verbo ἦν de la oración subordinada.
  • Hay ocasiones en las que el antecedente se puede omitir; en este caso, la oración de relativo está sustantivada: θαυμάζων ἃ ὁ Ἀριστοτέλης ἐδίδαξε, “admirando lo que Aristóteles le enseñó”.

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Hades
Representación del trono del mundo de los muertos con Hades, Perséfone y Cerbero
Hades, Perséfone y Cerbero
Imagen en Wikimedia. Dominio público

Tras el enfrentamiento conocido como la Titanomaquia en la que los dioses olímpicos se enfrentaron a Crono, Zeus, Poseidón y Hades se repartieron el mundo. Zeus se quedó con los cielos y la tierra; Poseidón con las aguas; y Hades con el mundo subterráneo donde moraban las almas de los muertos... este mundo acabó por tomar su nombre del dios, el Hades. Como ninguna divinidad quería habitar en aquel terrible lugar, Hades secuestró a Perséfone, hija de su hermana Deméter para convertirla en su esposa. Este rapto provocó desastres en el mundo de los vivos que obligaron a intervenir a Zeus. Su decisión hizo que la joven permaneciera junto a su esposo la mitad del año y regresara con su madre en primavera.

Para entrar en el Hades el muerto debía llevar una moneda, un óbolo, para pagar al barquero Caronte su transporte al otro lado de la laguna Estigia. Allí aguardaba Cerbero, un terrible perro de tres cabezas. Los espíritus se dirigían entonces al prado de los asfódelos donde residirían para siempre. Solo los mejores entre los héroes eran enviados a los Campos Elíseos.

En muy pocas ocasiones los jueces Minos, Radamantis y Éaco condenaban al Tártaro; los castigos eran acordes a sus crímenes: Tántalo estaba condenado a pasar hambre y sed a pesar de estar sumergido en el agua y bajo un árbol repleto de frutos; Ixión estaba atado con serpientes a una rueda ardiente; Sísifo debía de empujar una roca hacia la cima de una montaña pero esta caía una y otra vez; las danaides estaban condenadas a llenar de agua un tonel sin fondo.