3. Odiseo y Polifemo
Título original: Ulises Episodio de Odiseo y Polifemo |
Título original: The Odyssey (TV) Año: 1997 Trailer de la película |
..."ya desde el primer instante se figuró mi ánimo generoso que se nos presentaría un hombre dotado de extraordinaria fuerza, salvaje, e ignorante de la justicia y de las leyes" (Od. 9.213-215).
Con estas palabras refiere Odiseo lo que espera encontrar en la isla de los cíclopes, cuando abandona su embarcación con sus compañeros para buscar avituallamiento. Ya habían recorrido un camino accidentado, desde que, tras salir de Troya, destruyeron la ciudad de Ísmaro (que habitaban los cicones), en la que perdió a bastantes compañeros. Habían pasado también por la isla de los lotófagos, hombres comedores de loto, planta que proporciona el olvido.
De todos los episodios de que consta La Odisea, todos ellos protagonizados por criaturas diferentes (dioses, mortales, seres que son inmortales pero no participan de la divinidad, monstruos, videntes, brujas, incluso habitantes del mundo de los muertos...), el del Cíclope quizás sea el más bestial, aun siendo hijo de Poseidón, el dios de los mares y océanos. Homero evita en La Odisea toda descripción detallada de los seres monstruosos que Odiseo encuentra en su camino, pero Polifemo es la excepción. Es el verdadero retrato del salvajismo y la maldad, y no ahorra en detalles desagradables.
A Odiseo, que apela al sagrado deber de hospitalidad, tan caro a Zeus, le responde con insolencia: "Eres un simple o vienes de lejanas tierras cuando me exhortas a temer a los dioses y a guardarme de su cólera: que los cíclopes no se cuidan de Zeus, que lleva la égida, ni de los bienaventurados númenes, porque les ganan en ser poderosos" (Od. 9.275 y ss).
Muy al contrario. Después de preguntar su procedencia, se levantó de súbito, echó mano a los compañeros, agarró a dos y, cual si fuesen cachorrillos, los arrojó a tierra con tamaña violencia que el encéfalo fluyó del suelo y mojó el piso. De contado despedazó los miembros, se aparejó una cena y se puso a comer como montaraz león, no dejando ni los intestinos, ni la carne, ni los medulosos huesos. Nosotros contemplábamos aquel horrible espectáculo con lágrimas en los ojos, alzando nuestras manos a Zeus; pues la desesperación se había señoreado de nuestro ánimo. El cíclope, tan luego como hubo llenado su enorme vientre, devorando carne humana y bebiendo encima leche sola, se acostó en la gruta tendiéndose en medio de las ovejas (Od. 9.287 y ss).
Odiseo y sus compañeros no podían escapar. Polifemo, al entrar con sus ovejas en la cueva, había colocado una enorme piedra en la entrada, que ellos no podrían desplazar. El rápido ingenio del héroe idea otra escapatoria:
Echada en el suelo del establo veíase una gran clava de olivo verde, que el Cíclope había cortado para llevarla cuando se secase. Nosotros, al contemplarla, la comparábamos con el mástil de un negro y ancho bajel de transporte que tiene veinte remos y atraviesa el dilatado abismo del mar: tan larga y tan gruesa se nos presentó a la vista. Me acerqué a ella y corté una estaca como de una braza, que di a los compañeros, mandándoles que la puliesen. No bien la dejaron lisa, agucé uno de sus cabos, la endurecí, pasándola por el ardiente fuego, y la oculté cuidadosamente debajo del abundante estiércol esparcido por la gruta. Ordené entonces que se eligieran por suerte los que, uniéndose conmigo, deberían atreverse a levantar la estaca y clavarla en el ojo del Cíclope cuando el dulce sueño le rindiese (Od. 9.319 y ss.).
Preparada la estaca, era necesario asegurarse de que el Cíclope estaría bien dormido. Era ya la tercera noche y, como de costumbre, volvió a devorar a dos de los hombres. Odiseo le ofreció el dulce y fuerte vino que habían llevado como regalo, y el monstruo pidió repetir, por varias veces:
"Dame de buen grado más vino y hazme saber inmediatamente tu nombre para que te ofrezca un don hospitalario con el cual te alegres. Pues también a los Cíclopes la fértil tierra les produce vino en gruesos racimos, que crecen con la lluvia enviada por Zeus; mas esto se compone de ambrosía y néctar" (Od. 9.355 y ss).
A lo que Odiseo respondió , astuto como siempre:
"¡Cíclope! Preguntas cuál es mi nombre ilustre y voy a decírtelo pero dame el presente de hospitalidad que me has prometido. Mi nombre es Nadie; y Nadie me llaman mi madre, mi padre y mis compañeros todos" (Od. 9.364 y ss).
No tardó en caer profundamente dormido. Cegaron entonces al Cíclope, de acuerdo con el plan, y este, rabiando de dolor y de furia, retiró la roca de la entrada de la cueva para dejar salir a sus ovejas y capturar a los hombres. Pero cada uno de ellos iba agarrado al vientre de una res y así lograron salir sin que Polifemo advirtiera su huida. El monstruo gritó entonces, pidiendo ayuda a sus semejantes. Y ellos le respondieron:
"¿Por qué tan enojado, oh Polifemo, gritas de semejante modo en la divina noche, despertándonos a todos? ¿Acaso algún hombre se lleva tus ovejas mal de tu grado? ¿O, por ventura, te matan con engaño o con fuerza?" (Od. 9.403 y ss).
Y el engaño de Odiseo dio el resultado apetecido:
Respondióles desde la cueva el robusto Polifemo: "¡Oh, amigos! "Nadie" me mata con engaño, no con fuerza."
Y ellos le contestaron con estas aladas palabras: "Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, no es posible evitar la enfermedad que envía el gran Zeus, pero, ruega a tu padre, el soberano Poseidón" (Od. 9.407 y ss).
Odiseo y sus compañeros consiguieron huir. Cierto que Polifemo invocó a su padre y, desde entonces, el héroe fue perseguido con saña por el dios de las aguas, que deseaba vengar la herida inflingida a su hijo.
Arnold Böcklin: Odiseo y Polifemo
Imagen en Wikimedia. Dominio público
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