Los estados del Antiguo Régimen se caracterizaron por tener un ciclo demográfico antiguo, es decir, por ser un período en el que el crecimiento de la población estará bastante estancado, ya que, pese a que el índice de natalidad era realmente alto (se cree que cada mujer tenía de media cinco hijos), la mortalidad era también muy elevada debido a las continuas guerras, epidemias, malas cosechas, falta de higiene, etc. serían algunas de las causas que explicarían esta acusada mortalidad, la cual era especialmente cruel con los niños, situándose la esperanza de vida en torno a los 45 años. Esto continuaría así hasta principios del XVIII, cuando empezarán a producirse importantes logros en el descenso de la mortalidad gracias fundamentalmente a los avances en la agricultura, la higiene o la medicina y ser éste un siglo más benévolo en cuanto a guerras y climatología que sus predecesores.
SISTEMA ECONÓMICO
La economía del Antiguo Régimen era básicamente agraria en la que cerca del 90% de la población vivía en el campo y se dedicaba a la agricultura. La tierra era la fuente de riqueza más importante y su propiedad pertenecía casi exclusivamente a la nobleza y a la iglesia, quienes contaban con mecanismos para no poder desprenderse de ellas (mayorazgos, manos muertas...). Las tierras con las que contaba un señor (tanto eclesiástico como nobiliario) constituían los señoríos territoriales y solían estar divididos en una reserva, o zona donde se encontraban la residencia señorial, las mejores tierras y las instalaciones comunes (molinos, hornos, establos...) y unos mansos, las tierras cedidas a los campesinos para su usufructo. El señor gozaba de jurisdicción sobre todo su territorio.
Era esta una agricultura de subsistencia con unos rendimientos tan bajos que apenas se lograban excedentes, por lo que alguna situación meteorológicamente desfavorable era capaz de generar una crisis de subsistencia. Esto se debía a lo obsoleto del utillaje con el que el campesino contaba, la poca ayuda animal de la que podía disponer y a los primitivos métodos de cultivo que se utilizaban (barbecho, semillas de baja calidad, etc.). Lo común era el policultivo, normalmente cerealístico, aunque podían existir algunas tierras especializadas en la vid o el lino. Normalmente se empleaban dos tipos de explotaciones agropecuarias, los campos abiertos (open fields), para el cultivo, y las zonas comunales, para el pastoreo. La producción ganadera era también muy deficiente, ya que no se contaba con suficiente cereal para alimentar al ganado.
En los centros urbanos se hallaban los artesanos, quienes estaban agrupados en gremios, unas corporaciones de origen medieval que acogían a los trabajadores que practicaban un mismo oficio. Los gremios regulaban todo: formación y aprendizaje de maestros y oficiales, asistencia social, precios y salarios, calidad, suministros, producción... Tenían el monopolio del producto de su gremio y por tanto se imposibilitaba la posible competencia entre los artesanos. Cuando en la Edad Moderna empezó a aumentar la demanda sobre algunos productos, se hizo necesario por parte de algunos burgueses de suprimir los gremios con objeto de que cualquier campesino pudiera producir artículos para que los empresarios pudieran comerciarlos.
Ya en el siglo XVIII se avanzará más hacia la producción industrial con la aparición de las llamadas Manufacturas Reales o Reales Fábricas unas instalaciones creadas o impulsadas financieramente por los monarcas para satisfacer la demanda de algunos determinados productos (normalmente de de lujo). La novedad consiste en que una gran cantidad de trabajadores pueden realizar su labor a cambio de un salario en unas instalaciones comunes diseñadas para ello, por lo que se puede ver como un antecedente de la fábrica. Gracias a estas novedades, el comercio, que vivía retraído a causa de la escasez de producción agrícola y artesanal y por el escaso de desarrollo de los medios y las vías de transporte, recibiría ahora un fuerte impulso en su desarrollo gracias tanto a estas nuevas formas de producción, como a las posibilidades comerciales que había supuesto la colonización del continente americano.
En cuanto a la política económica, los estados más fuertes promovieron las prácticas mercantilistas, las cuales se basaban en la posesión de la mayor cantidad de metales preciosos posible y en la búsqueda de una balanza comercial favorable en la que las exportaciones debían ser muy superiores a las importaciones.