5.1. Concepto
El ejercicio físico produce en el musculo esquelético unas determinadas demandas de energía que proceden de las reservas del organismo, consecuencia de la ingestión de los nutrientes, que son fundamentalmente grasas e hidratos de carbono. Por otro lado se encuentran las proteínas, cuyas funciones, aunque a veces son usadas como sustratos energéticos, van más encaminadas a la síntesis de tejidos, enzimas, etc.
El cuerpo obtiene energía no directamente de esos sustratos, sino mediante tres diferentes procesos de fosforilación de la adenosina trifosfato (ATP) (figura 2).
- Vía aeróbica: la fosforilación oxidativa, proceso complejo en el cual es imprescindible la presencia de oxígeno, es decir, un proceso al que consideramos aeróbico. Tiene lugar en el interior de las mitocondrias.
- Vía anaeróbica aláctica: la resíntesis de ATP a partir de la fosfocreatina (PCr) se refiere al metabolismo de los llamados fosfágenos o fosfatos de alta energía, de los que el ATP (adenosina trifosfato) y la fosfocreatina son los compuestos más relevantes. La ventaja del metabolismo de los fosfágenos es que proporciona la energía necesaria para la contracción muscular al inicio de la actividad y durante ejercicios explosivos, muy breves y de elevada intensidad. La desventaja es la limitada capacidad de almacenamiento, lo que hace que sus reservas solo puedan sostener actividades de máximo esfuerzo de unos 6 a 10 s de duración.
- Vía anaeróbica láctica: el proceso de la glucólisis anaeróbica con la transformación del glucógeno muscular en lactato. Solo los hidratos de carbono pueden metabolizarse sin la participación directa del oxígeno, a través de la glucólisis (figura 2) que se desarrolla en el citosol celular. Proporciona la energía suficiente para mantener una elevada intensidad de ejercicio desde pocos segundos hasta algunos minutos.

Figura 2. Sistema de producción de ATP en el músculo esquelético (López Chicharro, 1996).
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En cualquier tipo de ejercicio físico los diferentes sistemas energéticos (anaeróbico aláctico, anaeróbico láctico y aeróbico) actúan de forma conjunta, pero ocurre que dependiendo del tiempo y la intensidad predominará un tipo u otro de sistema energético (figura 3).

Figura 3. Relación entre el porcentaje de ATP aportado por los diferentes sistemas energéticos en relación con el tiempo de la prueba (López Chicharro, 1996).
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