El músculo esquelético puede obtener la energía necesaria para realizar la contracción muscular de distintas fuentes de energéticas. La participación de estas se modificará en función de la actividad física desarrollada en cada momento.
3. Transición aeróbica-anaeróbica
Importante
No obstante, y desde un punto de vista práctico, se conoce que no existe un uso exclusivo de un sistema energético durante la realización del ejercicio físico, por lo que se habla de preponderancia de un sistema energético debido a que hay un solapamiento de sustratos energéticos.
La transición aeróbica-anaeróbica estará determinada por dos variables: la intensidad y la duración del ejercicio.
Cuando la intensidad de trabajo aumenta progresivamente, la concentración de lactato en sangre no varía respecto a sus valores de reposo durante las primeras fases de trabajo, pero a partir de cierta intensidad, se produce un efecto de elevación progresiva de la concentración de lactato en sangre incremental en relación con el comportamiento de la concentración de lactato en sangre (López Chicharro, 1996) (figura 1).

Figura 1. Participación de los sistemas energéticos aeróbico y anaeróbica durante un ejercicio (López Chicharro, 1996).
Imagen de elaboración propia
En esta figura observamos cómo al inicio de la actividad hay siempre una participación prácticamente total del sistema aeróbico y, a medida que la intensidad aumenta, los sistemas empiezan a igualar, zona de transición aeróbica-anaeróbica. Cuando la intensidad sigue aumentando, el sistema metabólico pasa a ser predominantemente anaeróbico.
La variable duración determinará también los sistemas energéticos, por lo tanto en base al tiempo en el que una intensidad es mantenida, se recurrirá a un tipo u otro de ruta.
Importante
El estado del deportista respecto a capacidad cardiovascular, pulmonar y metabólica será el que condicione la capacidad de ese sujeto para mantener una intensidad de trabajo durante un tiempo prolongado.