2.2. Palabras invariables
Imagen de elaboración propia |
En el apartado anterior, hemos estudiado las palabras que se caracterizan por admitir distintos tipos de morfemas flexivos, es decir, que son variables. Ahora, en cambio, vamos a centrarnos en otro grupo de palabras: aquellas que no tienen esa posibilidad, por lo que permanecen invariables. Fíjate en los siguientes ejemplos:
- Mi hermano ha venido ayer. / Mis hermanos han venido ayer.
- He estado en la reunión. / Hemos estado en las reuniones.
- Este chico es inteligente, pero despistado. / Estos chicos son inteligentes, pero despistados.
Como puedes comprobar, todas las palabras de las oraciones anteriores son susceptibles de cambio, bien de género, número, persona, tiempo, modo, etc., excepto las palabras que hemos subrayado, que siempre permanecen igual. Por eso decimos que son invariables. Integran este grupo el adverbio, la preposición, la conjunción y la interjección.
Veámoslas ahora detenidamente.
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El adverbio es la palabra invariable que complementa a un verbo, a un adjetivo o a otro adverbio. Entre sus características es importante destacar:
- Función: el adverbio constituye el núcleo del sintagma adverbial, capaz por sí sólo de cumplir la función de complemento circunstancial del verbo: "Terminaremos el trabajo pronto (CC de tiempo)". Además, el adverbio puede presentarse como adyacente del sintagma adjetivo o adverbial ("Ese jugador es extremadamente hábil con el balón").
- Forma: el adverbio se caracteriza por ser una palabra invariable, es decir, no presenta morfemas constitutivos, aunque sí puede admitir algunos morfemas facultativos: cerquita.
- Significado: los adverbios suelen clasificarse en varios grupos teniendo en cuenta sus valores léxicos y, por tanto, las referencias que hacen a la realidad. Se enumeran, pues, adverbios de tiempo ("ahora"), de lugar ("aquí"), de modo ("así"), de cantidad ("mucho"), de afirmación ("sí"), de negación ("no"), de duda ("acaso")
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Las preposiciones son palabras invariable que nunca pueden aparecer solas y que relacionan una palabra de la oración con otra que la complementa, llamada "término". El grupo formado por la preposición más su término suele recibir el nombre de "Sintagma Preposicional". Las preposiciones españolas son las siguientes: a, ante, bajo, cabe (en desuso), con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, sin, so (en desuso), sobre, tras. A ellas hay que añadir algunos adverbios, que ofrecen un uso que podemos considerar preposicional: durante y mediante, e incluso algunos adjetivos lexicalizados que suelen comportarse como meras preposiciones: excepto, salvo, incluso.
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Las conjunciones son nexos con la capacidad de unir estructuras oracionales completas, integrándolas en un mismo enunciado. Pueden estar formados por una sola palabra ("pero"), o por un giro lexicalizado ("sin embargo"), en cuyo caso hablaremos de locuciones conjuntivas. Se distinguen dos tipos: coordinantes (conectores que funden en un único enunciado dos o más oraciones que podrían aparecer aisladas como enunciado. Hay varias clases: copulativas, disyuntivas, adversativas, distributivas y explicativas) y subordinantes (nexos que funcionan como transcriptores, es decir, consiguen que una oración quede convertida funcionalmente en unidades que equivalen a sustantivos, adjetivos o adverbios).
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Se designa como interjección una clase de palabras autónomas que, a diferencia de los sustantivos, los adjetivos, los verbos y los adverbios, no se insertan funcionalmente en la oración y constituyen por sí solas enunciados independientes. El rasgo común de todas las interjecciones consiste en el uso de la entonación exclamativa, para cumplir las funciones emotiva y apelativa del lenguaje. Entre ellas, podemos distinguir tres tipos distintos: onomatopéyicas ("¡Paf!"), apelativas ("¡Eh!"), sintomáticas ("¡Ay!").

Actividad de lectura
La silla eléctrica
![]() Imagen en Flickr de Jen SFO-BCN bajo CC |
Cuando me comunicaron la fecha funesta se apoderó de mí la angustia de los sentenciados, y desde entonces sólo pienso en el dolor, el ruido y la luz. Si el trámite fuera indoloro miraría desafiante a mi verdugo, pero el pánico me paralizará cuando contemple la obscena exhibición de sus instrumentos de tortura. Por eso debo conservar la escasa dignidad que me queda, porque no quiero que los demás condenados se consuelen con mi cobardía. ¿Qué importa lo que ocurra una vez que me siente en la silla maldita? Podré llorar, podré maldecir y hasta cagarme en la silla de los cojones, porque esos matarifes son muy escrupulosos con la limpieza. Pero en el corredor de la muerte no puedo permitirme ser débil, ya que aunque nos miremos distantes de reojo, por dentro todos pensamos en el dolor, el ruido y la luz. Tengo miedo, quiero huir y hago secretos propósitos de enmienda, pero todo es inútil porque dentro de un año estaré de nuevo aquí: en la consulta del dentista.
Fernando Iwasaki, El ajuar funerario.
Lee el texto con atención e indica la categoría gramatical de las palabras subrayadas en el texto: mí, mi, pero, dignidad, consuelen, hasta, muy, débil.