4. La información y la prensa.

En nuestro mundo actual, todos queremos estar bien informados. La información nos llega a través de multitud de medios: televisión, radio, revistas, periódicos, internet... Es decir, lo que conocemos con el nombre de medios de comunicación social o de masas. De entre ellos, este tema lo vamos a dedicar principalmente a la información escrita y dentro de ella destacaremos la prensa diaria, los periódicos.
 
Imagen de Daquella manera en Flickr. Llicencia CC
 
Podrás comprobar que en los periódicos son fundamentales las diversas secciones: de información nacional, internacional, regional y/o local; secciones de opinión, de sucesos, economía, sociedad, cultura, deportes, espectáculos, pasatiempos, información meteorológica, e incluso de los más variados servicios, como médicos, actos religiosos, contactos...
Por tanto, en un periódico tienes que tener en cuenta que nos encontraremos con géneros periodísticos que, básicamente, se dividen en:
  • Géneros informativos, en los que se incluyen la noticia, crónica y reportaje.
  • Géneros de opinión, en los que encontraremos el editorial, artículo de opinión, columna, entrevista, secciones de crítica, buzón del lector, cartas al director...

Actividad de Lectura

Te proponemos que reflexiones sobre este artículo de la revista cinematográfica Fotogramas, a ver si eres capaz de saber si estamos ante una información, una opinión o una mezcla de ambas.

Por Sergi Sánchez.

Lo más fácil es ver 'Cisne Negro' como el contraplano femenino de 'El Luchador'. Ambas se pegan a la nuca de dos artistas del cuerpo capaces de hacer cualquier cosa por dar el do de pecho. Ambas existen gracias a dos actores que comprometen hasta la última célula de su ser en encarnar –y esa es la palabra: hacerse carne– a sus sufrientes personajes. Ambas parecen obsesionadas por la autolesión, por la sublimación física de sus cicatrices. Sin embargo, si 'El Luchador' superaba a duras penas las convenciones del relato del perdedor que necesita reafirmar su valía ante sí mismo una última vez, 'Cisne Negro'se pasa por el forro los numerosos clichés que la podrían haber condenado a las galeras del telefilm de género para transformarse en una experiencia única, de una intensidad paranoide, casi psicotrópica, tan barroca y encendida como 'Réquiem por un sueño'.

No importa tanto que el coreógrafo Thomas Leroy (Vincent Cassel) repita mil veces lo que resulta obvio para el espectador atento, que Nina (Natalie Portman) necesita descubrir su lado oscuro para interpretar a los dos cisnes del ballet de Tchaikovsky. Tampoco importa que las mujeres que exaltan (Mila Kunis: su rival entre tutús) o reprimen (Barbara Hershey, que parece Piper Laurie en la 'Carrie' dirigida por Brian De Palma en 1976) la sexualidad de Nina estén un punto caricaturizadas.

La mutación de Nina

Lo que realmente importa es que Aronofsky ve el mundo con los ojos de su heroína, y se mete dentro de su cuerpo y de su cabeza para que lo veamos y lo pensemos igual que ella, como si su delirante transformación recogiera ecos de 'La mosca' (David Cronenberg, 1986) pero también de 'Repulsión' (Roman Polanski, 1965), película de la que 'Cisne Negro' parece un remake en formato panorámico, con sus fantasmas eróticos y su locura orgánica. Importa más la imagen que la letra, importa más el rescendo sinfónico de la psicosis de Nina (a la que Portman se entrega con generosidad, haciendo creíbles las heridas, el onanismo entre peluches, los nerviosos pasos de baile) que la falta de sutileza de la trama.

Imagínense qué ocurriría si 'Las Zapatillas Rojas' (1948) estuviera dirigida a cuatro manos por Brian De Palma y Dario Argento, directores que, como Michael Powell y Emeric Pressburger, son estetas de lo imposible. El resultado se parecería a 'Cisne Negro': formalista que se guía por la intuición y desecha la lógica, Aronofsky contempla el mundo de la danza atendiendo a su dinámica interna de dolor y sacrificio y utilizándolo como excusa para unirse a su celebración del movimiento y la modulación, a la vez bella y monstruosa, del cuerpo. Esa celebración de la fi sicidad del arte del baile clásico es también una celebración de la piel de la película, de su textura y de sus piruetas suicidas. Es una celebración del cine en su expresión más libre y demente; el cine entregándose a los excesos operísticos propios de la vida que quiere contar; el cine más grande que la vida, a secas.

Fotogramas.