2.4. La proyección internacional de la Casa de Austria
Durante el reinado de Carlos I se iniciaron las dos tendencias más claras de la política internacional de la Casa de Austria:
- La defensa a ultranza del catolicismo
- y el enfrentamiento encarnizado con Francia, que seguía hostigando las posesiones italianas de la Corona de Aragón y ahora, además, los Países Bajos españoles.
En el mapa puedes ver todo el territorio europeo que llegó a estar bajo administración directa de Carlos I en el tiempo de su abdicación. Está en inglés, pero hazte a la idea de que todo lo que está coloreado eran posesiones de Carlos I. Menuda finca.
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42. Fernando I de Habsburgo, hermano de Carlos I y su sucesor en el título imperial. Imagen de Cropbot, Licencia CC |
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- La rama austriaca se quedó con los territorios orientales de los dominios de Carlos I, además, gozaría del título de Emperador del Sacro Imperio Romano-germánico.
- La rama española se quedó con los territorios de Castilla, Aragón y los dominios del ducado de Borgoña, a los que Carlos había sumado por conquista el ducado de Milán.

Pre-conocimiento
- La obsesión por ejercer en Europa de brazo armado de la iglesia católica llevó a la dinastía Habsburgo a añadir una nuevo enemigo a su lista, esta vez bastante más disperso y complicado que Francia: el protestantismo. La religión protestante se estaba extendiendo en los principados y territorios del Imperio alemán, muchos de cuyos gobernantes se habían convertido a la nueva doctrina. El intento de Carlos I de forzarlos a mantenerse fieles al catolicismo romano provocó las primeras guerras de religión entre católicos y protestantes, que con el tiempo fueron tiñéndose de enfrentamientos nacionales. Por ejemplo, los súbditos holandeses de Felipe II eran mayoritariamente protestantes, y su intento por forzarlos a volver al catolicismo fue el detonante de una interminable guerra en los Países Bajos, que como sabes consumía gran parte del oro que llegaba de América.
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El mismo argumento les llevó a asumir el peso de la defensa de Europa frente a la formidable expansión del Imperio Turco. Durante siglos se mantuvo una guerra fronteriza que consiguió detener a duras penas la penetración turca en Europa. En el siglo XVII incluso Viena llegó a estar cercada por los turcos, y sólo se salvó por la ayuda en el último momento del rey de Polonia. Incluso en Roma llegó a sentirse el pánico de la invasión otomana, pues si Viena caía los turcos estaban ya a las puertas de Italia. La monarquía española asumió la defensa del Mediterráneo, cuya zona oriental estaba totalmente en manos turcas y se temía su expansión por el Norte de África. El miedo a una invasión a gran escala desapareció cuando una gran flota turca fue destrozada en la batalla de Lepanto, gracias a la potente flota organizada por una coalición de estados católicos, en la que los efectivos españoles constituyeron el grueso.
Podemos considerar que el siglo XVI fue, en general, el de mayor esplendor en cuanto a la proyección internacional de la Casa de Austria. Carlos I y Felipe II salieron victoriosos de sus enfrentamientos con Francia y mantuvieron la integridad de las tierras que heredaron, consiguiendo incluso ampliarlas en casi todos los frentes. Algunos peligros se cernían en el horizonte, como el acoso de Inglaterra al comercio con América o la rebeldía de los protestantes de Holanda, pero todavía no eran amenazas graves.
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43. Batalla de Lepanto (1571). Imagen de Betacomand, Licencia CC |

Objetivos
En el siguiente vídeo encontrarás una narración sobre algunos aspectos interesantes de la batalla de Lepanto.

AV - Reflexión
Escucha con atención el siguiente vídeo porque en él tienes que encontrar las respuestas a estas preguntas:
1. En la Península distinguimos cuatro reinos ¿cuáles?
2. ¿En cuantas ramas se divide la casa de Austria?
3. ¿Quienes son los dos principales rivales de la Casa de Austria?
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44. Soldados de los Tercios españoles. Imagen de Educa33, Licencia CC |
Por lo tanto en el siglo XVII las cosas se complicaron mucho para España, coincidiendo con un momento crítico de su economía. En 1618 se inició una guerra entre protestantes y católicos en los dominios de la rama austriaca de los Habsburgo, y como no podía ser de otra forma, siendo el brazo armado de la iglesia católica, el rey de España no dudó en intervenir. La famosa Guerra de los Treinta Años se estaba iniciando, y en ese momento no podía preverse que iba a convertirse en una guerra en la que terminaron involucrados casi todos los países de Europa.
Durante esa guerra la monarquía hispana tuvo que mantener demasiados frentes abiertos a un tiempo. Inglaterra hostigaba las colonias americanas y las costas españolas, los rebeldes holandeses extendían cada vez más el territorio que controlaban en los Paises Bajos, Portugal se sublevaba y proclamaba su independencia, los protestantes alemanes recibían refuerzos de Suecia, Dinamarca y Noruega, y, para colmo de males, Francia aprovechaba la ocasión y atacaba por los Pirineos, Bélgica y Luxemburgo. ¿Te imaginas?, una guerra así sólo podía tener un final: la derrota y rendición de España, que tuvo que empezar a asumir que ya no era la superpotencia de Europa y que ahora le tocaba intentar defenderse del continuo acoso que iban a sufrir las posesiones que le quedaban.
En el Tratado de los Pirineos (1659), que puso fin momentáneo a la guerra con Francia, España tuvo que cederle los condados catalanes de Rosellón y Cerdaña, así como el Artois y otros territorios de los Países Bajos españoles.
En 1668 se reconoció la independencia de Portugal (con su imperio marítimo).
En resumen, cuando en 1665 un niño enfermo y deforme de 4 años accedía al trono con el nombre de Carlos II, en muchas cortes de Europa se empezaron a afilar cuchillos para iniciar el reparto de la tarta que suponía lo que quedaba del Imperio Hispano, que todavía era mucho: Bélgica, Francocondado, Milán, Nápoles, Sicilia, Aragón y Castilla con su imperio colonial.

Pregunta Verdadero-Falso
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La afirmación es cierta, aunque con el tiempo se convirtió en un conflicto internacional a gran escala.Retroalimentación
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Falso