5. El aparato cardiocirculatorio

El aparato cardiocirculatorio está constituido por un complejo sistema de vasos sanguíneos (venas y arterias) por los que discurre la sangre impulsada por una bomba, el corazón, así como por los vasos linfáticos (figura 8). Entre las funciones principales de este encontramos:

  1. Llevar a las células sustancias necesarias para su funcionamiento (nutrientes, oxígeno, etc.) y recoger los productos de desecho del metabolismo.
  2. Transportar las células encargadas de los mecanismos de defensa (leucocitos) y las hormonas que regulan el metabolismo.

 Esquema del aparato cardiocirculatorio

Figura 8. Esquema del aparato cardiocirculatorio.
En azul se pueden observar las venas y en rojo las arterias.

Imagen de elaboración propia

5.1. El corazón

El corazón es un músculo hueco dividido en cuatro cavidades o cámaras separadas por tabiques. Las dos cámaras superiores reciben el nombre de aurículas, y las dos inferiores se conocen como ventrículos. Cada aurícula se conecta con el ventrículo de abajo, permitiendo el paso de la sangre de una a otra cavidad. De esta forma, a la aurícula derecha llega la sangre proveniente de todo el cuerpo a través de las venas cavas superior e inferior, pasando a continuación al ventrículo derecho. Desde aquí la sangre pasa a los pulmones a través de la arteria pulmonar, con objeto de que esta sea enriquecida con oxígeno. A continuación, a través de las venas pulmonares, la sangre rica en oxígeno llega a la aurícula izquierda y seguidamente al ventrículo izquierdo, y desde él sale la arteria aorta, repartiendo la sangre por todo el cuerpo (Wilmore y Costill, 2007) (figura 9).

Estructura básica del corazón y representación del recorrido de la sangre en su interior

Figura 9. Estructura básica del corazón y representación del recorrido de la sangre en su interior.
Imagen de elaboración propia

5.2. Conceptos básicos: frecuencia cardiaca y volumen sistólico

Para que la sangre pase a través de las diferentes cavidades del corazón y sea impulsada hacia todo el organismo se requiere de la contracción y relajación del tejido muscular de este, siendo esto lo que se conoce como latido cardiaco. Así, el proceso de contracción recibe el nombre de sístole (expulsando la sangre fuera del corazón), y el de relajación, diástole (permitiendo la entrada de sangre en el corazón). El número de veces por minuto que se produce la alternancia de contracción-relajación recibe el nombre de frecuencia cardiaca, siendo esta, en condiciones de reposo, de aproximadamente 70 latidos/min. La cantidad de sangre impulsada durante cada sístole recibe el nombre de volumen sistólico. Por último, debemos tener presente otro concepto que es el gasto cardiaco, entendiéndose este como el volumen de sangre que expulsa el corazón durante un determinado periodo de tiempo. Este último valor se expresa en litros/minuto y es el resultado de multiplicar frecuencia cardiaca y volumen sistólico.

 

5.3. Respuesta circulatoria al ejercicio

Durante la realización de actividad física se producen una serie de respuestas asociadas al aparato cardiocirculatorio encaminadas hacia el mantenimiento apropiado del flujo sanguíneo con objeto de suministrar los sustratos energéticos y el oxígeno a las células, retirar los productos de desecho, eliminar el calor generado y transportar reguladores metabólicos, como las hormonas (Wilmore y Costill, 2007).

Atendiendo a estas necesidades se produce un incremento del gasto cardiaco, que de 5 l/min en situaciones de reposo puede pasar a un valor de 40 l/min durante un ejercicio máximo. Las modificaciones en cualquiera de los dos factores que intervienen en el gasto cardiaco (volumen sistólico o frecuencia cardiaca) producen una modificación del mismo. Así, en relación a la frecuencia cardiaca, durante un ejercicio de intensidad progresiva esta sigue directamente esa elevación hasta un punto donde esa elevación de la frecuencia cardiaca es inferior a los incrementos de intensidad. A este punto se le conoce como umbral anaeróbico. Respecto al volumen sistólico, este también se ve incrementado durante el ejercicio como consecuencia de varios factores (Barbany, 2002): aumento del retorno venoso como consecuencia de las contracciones musculares, y, por tanto, mayor llenado del corazón; aumento de la capacidad contráctil del corazón que permite una mayor expulsión de sangre en cada sístole...

Vasos sanguíneos que recogen la sangre de los tejidos y la devuelven al corazón.
Vasos sanguíneos que distribuyen la sangre por todos los tejidos desde el corazón.
Recogen de los tejidos aquellas sustancias que no pueden ser transportadas por las venas y las llevan al corazón.
Lo podemos definir como la intensidad a partir de la cual la concentración de ácido láctico que pasa del músculo a la sangre aumenta de forma exponencial, incrementándose la participación del metabolismo anaeróbico.

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