1.3. Una economía urbana y comercial

Actividad

Como el resto de los territorios islámicos de la Edad Media, Al-Andalus desarrolló una economía fundamentalmente urbana, en la que la producción artesanal se recuperó debido a la existencia de fluidos intercambios comerciales entre todo el mundo islámico, que permitían la circulación de productos entre oriente y occidente. En cierto modo, en este sentido se recuperó un poco el modelo económico que había funcionado en los mejores momentos de la Hispania romana.
Aunque destaquemos la importancia de la economía urbana y del comercio en Al-Andalus, en la Edad Media la principal actividad económica era sin duda la agricultura.
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Con respecto a la época precedente el desarrollo de la agricultura en Al-Andalus fue espectacular, y permitió no sólo abastacer a una población en crecimiento, sino volver a exportar al extranjero algunos productos, como el aceite. Los árabes introdujeron notables avances en las técnicas agrícolas, que permitieron este incremento de la producción.

El desarrollo de la agricultura de regadío fue notable, y permitió crear grandes huertas en el entorno de las ciudades y alquerías.

Por otra parte, la disponibilidad de agua permitió introducir y aclimatar en Al-Andalus nuevos cultivos que hoy consideramos típicos de nuestras tierras: el algodón, el azafrán, los cítricos, la caña de azucar, la berenjena, la alcachofa o el arroz.

 

Pese al desarrollo de la agricultura de regadío, el secano dedicado al cultivo de cereales, olivos y vid fue mantenido y potenciado por los andalusíes.

En cuanto a la estructura de la propiedad agraria, Al-Andalus mantuvo el sistema hispanorromano que encontraron, basado en los grandes latifundios. Lo que cambió fue la titularidad de estas tierras, que pasaron a estar en parte en manos del Estado y en parte fueron repartidas a los jefes conquistadores, sobre todo árabes.

Para saber más

En muchos paisajes agrarios de la España actual, sobre todo en el reino de Granada, los sistemas y prácticas del regadío andalusí son, más que un recuerdo, una herencia viva que sigue en uso, aunque sin que mucha gente sea consciente. Las pequeñas huertas que sobreviven en zonas de montaña como la Alpujarra o la sierra almeriense de los Filabres mantienen en uso en algunos casos sistemas de regadío de época musulmana: como el trazado de la red de acequias y balsas que regulan el riego de los bancales. Incluso el sistema sigue organizado como en época musulmana, basado en la disponibilidad de tandas para el riego de los bancales propios que se alternan por días y horas entre los propietarios.
Artesanía de la taracea en la Granada actual.
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Caja de marfil procedente de Medina Azahara.
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La artesanía experimentó una importante recuperación en las ciudades de Al-Andalus, animada por la posibilidad de volver a exportar a mercados internacionales. Al-Andalus desarrolló notablemente algunas especialidades de artesanía de lujo, cuyos productos eran muy cotizados en los mercados internacionales islámicos y cristianos. Podría destacarse la artesanía de la seda, cuya producción fue introducida por los árabes, que trajeron los primeros gusanos de seda a la península y desarrollaron el cultivo de los árboles que producían la hoja que los alimentaba: los morales. También fueron apreciados los productos de la artesanía del cuero (cordobanes), de la madera (taracea), de la cerámica, marfil y las armas.
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Pero sin duda el rasgo más destacado de la economía de Al-Andalus es la importancia de los intercambios comerciales, tanto a nivel interno como internacional.
A Al-Andalus llegaban productos del oriente, que de aquí pasaban a la Europa cristiana, y así mismo productos de la Europa cristiana que se distribuían al resto del mundo islámico. El papel de Al-Andalus, por ejemplo, fue esencial para el abastecimiento de oro a la Europa ocidental cristiana. Hasta la península llegaba el oro procedente de Sudán y Níger, y éste pasaba a los territorios cristianos por diferentes vías: pago de productos adquiridos a los cristianos, de servicios a tropas cristianas mercenarias, impuestos pagados por los reinos de taifas a los reyes cristianos para contar con su protección...
Otro de los productos estrella del comercio internacional de Al-Andalus fueron los esclavos, que llegaban procedentes de todos los rincones del mundo y eran objeto de lujo y prestigio para la gente pudiente. Las mujeres exóticas constituían el producto más codiciado y caro.

En cuanto al comercio interior, el crecimiento de las poblaciones urbanas fomentó los intercambios entre el campo y la ciudad y entre las distintas ciudades de Al-Andalus, que se convirtieron en importantes centros de intercambio de productos, de ahí la importancia de los zocos.

 

 

Objetivos

En el siguiente enlace encontrarás un vídeo que en poco más de un minuto resume los rasgos principales de la economía de Al-Andalus. Debes verlo para completar tu aprendizaje.

 

Reflexión

1 ¿Qué productos llegaban a Al-Andalus procedentes de la Europa cristiana?

2. ¿En qué sentido podemos considerar que la economía de Al-Andalus recupera rasgos de la época de esplendor de la Hispania romana?

Calle en la alcaicería de Granada. Antiguo mercado de la seda.
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Por otra parte, el crecimiento de las ciudades de Al-Andalus motivó ampliaciones de las mismas. Surgieron nuevos barrios fuera de las murallas (arrabales) que con el tiempo debían ser ampliadas para incluirlos y protegerlos.
Tal vez uno de los cambios más espectaculares que se produjeron en Al-Andalus, y que ha dejado una huella imborrable en muchas de nuestras ciudades actuales, se dio en el concepto del urbanismo respecto al período romano. Frente al orden y racionalidad del trazado urbano romano, la ciudad musulmana presenta un aspecto laberíntico.
Los edificios públicos más destacados de la ciudad islámica eran las mezquitas para el culto y los baños, ya que la cultura del agua tenía tanta importancia en la ciudad como en el campo. El poder de los gobernantes se ejercía desde las fortalezas que se ubicaban en las zonas altas y mejor protegidas de la ciudad.

Objetivos

Un notario de Al-Andalus habla sobre el comercio de esclavos y sus fraudes.

Se ha hablado mucho de las razas, estampas y naturaleza de los esclavos, de lo que conviene a cada clase, haciendo toda suerte de discursos sobre el particular. Dicen que la sierva beréber es la ideal para proporcionar voluptuosidad, la rumiyya (cristiana hispana), para el ciudado del dinero y de la alacena, la turca para engendar hijos valerosos, la etíope para amamantar, la mequí para el canto, la medinesa por su elegancia y la iraquí por lo incitante y coqueta.
En cuanto a los varones, el hindú y el nubio son apreciados como guardianes de las personas y bienes, el etíope y el armenio para el trabajo y el servicio, produciendo beneficios a su dueño, el turco y el eslavo para la guerra y cuanto requiere valor.

Uno de los fraudes más famosos y tretas conocidas de los vendedores de esclavas estriba en que tienen unas mujeres de belleza sin par y admirable hermosura que dominan la lengua romance y parecen rumíes. Cuando comparece alguien que no es del lugar y les pide una hermosa esclava recién importada de los paises cristianos, el comerciante se compromete a encontrársela pronto (...) Mientras tanto, el comerciante se ha preparado un cómplice que responda de la identidad de la esclava, asegurando que es su dueño, y demuestra con documentos que la ha comprado en la Marca Superior. El cliente paga a gusto un elevadísimo precio porque es recién importada y quiere llevársela inmediatamente. En cuanto se ha cerrado el trato ambos cómplices se reparten el importe.

AL-SAQATI, "Kitab fi adab al-hisba". Adaptación castellana de P. CHALMETA en Al-Andalus, 1968, XXXIII, fasc. 2, pp. 370-371, 374-375 y 383-384.

Reflexión

¿Podrías explicar con tus palabras en qué consiste el fraude en la venta de esclavas que describe el autor?

 

Curiosidad

RUMAIKIYA, DE ESCLAVA A REINA

El rey taifa Almutamid, aparte de haber sido el primer gobernante musulmán en pagar un diezmo a los reyes cristianos, fue también conocido como el rey poeta. Cuenta la leyenda que cierto día paseaba en Sevilla por la ribera del Guadlquivir improvisando versos. El consejero que le acompaña no consigue lograr una rima para su estrofa, pero sí lohace una hermosa y joven esclava que en ese momento recogía barro para sus labores de alfarería. El rey quedó tan prendado de ella que la mandó llamar y convirtió en su única esposa y en su amor que duró toda la vida.