2.4. La depresión del Guadalquivir
La depresión del valle del río Guadalquivir.
Encajada entre Sierra Morena al norte y las Béticas al sur y al este, se trata, al contrario que la del Ebro, de una depresión abierta al mar, en este caso al Océano Atlántico. Su forma también asemeja a un triángulo, aunque su superficie es ligeramente menor que la del Ebro, unos 34.000 kilómetros cuadrados, por unos 40.000 de la anterior. Su longitud es de 600 kilómetros, mientras que su altitud media es de solo unos 100 metros.
Su formación ha tenido lugar durante el neógeno, es decir, en los períodos finales del Terciario y a lo largo del Cuaternario. Los materiales que la cubren son muy blandos y fértiles: arcillas, arenas, limos y gravas, principalmente.
Se puede dividir en cuatro partes: la campiña, que ocupa la mayor superficie de todas, son paisajes con relieves suaves que forman lomas. En ella predominan los cultivos cerealísticos y olivareros. Las mesas o cerros testigos, también llamados alcores, en los que el material principal es la caliza. La vega, que es la parte más próxima a las riberas del río y que, gracias al aporte hídrico del mismo, permite cultivos más intensivos de tipo hortofrutícola. Finalmente, la marisma, próxima a la desembocadura, un espacio que luego estudiaremos con mayor profundidad.
La depresión del valle del río Guadalquivir se encuentra situada al suroeste de la península, y ocupa la mayor parte de la baja Andalucía. Originalmente se trataba de un gran golfo del mar de Tetis, que con el tiempo se fue rellenando de sedimentos procedentes de los sistemas montañosos que la rodean, a la vez que dicho mar fue retirándose paulatinamente hasta dejar al descubierto lo que es actualmente el valle fluvial.
Nacimiento del río Guadalquivir en la sierra de Cazorla. |
Campiña cordobesa en el valle del Guadalquivir. |
La vega del Guadalquivir a su paso por Almodovar del Río en Córdoba. |
Objetivos
La marisma, un territorio en formación.
Una marisma se define como el terreno bajo y pantanoso que puede ser inundado por el mar. En el caso de la marisma del Guadalquivir se podría añadir que es el espacio de transición en el curso bajo de este río más próximo a su desembocadura al mar.
La marisma ha sido tradicionalmente un espacio marginal. Su escasa rentabilidad económica hasta tiempos recientes con los cultivos de arrozal, y la presencia de enfermedades endémicas muy peligrosas como la malaria, han hecho de él un territorio con escasa presencia humana.
Sin embargo, la marisma del Guadalquivir tiene detrás una larga Historia. Su formación comenzó probablemente hace unos seis o siete mil años, cuando tras la transgresión flandriense, el espacio interior quedó anegado por un gran lago al que los antiguos conocieron como Lacus Ligustinus.
Según antiguas leyendas, fue en este lugar donde tuvo su centro la civilización tartésica y donde supuestamente se ubicó la ciudad del mismo nombre que jamás se ha hallado.
El Lago Ligustino ha sufrido un proceso de colmatación y relleno al menos durante los últimos tres milenios. El antiguo lago ha desaparecido, y en su lugar se han depositado sedimentos que han dado lugar al actual espacio marismeño.
Las fuentes medievales reseñan que ya hacia el siglo IX se habían formado en su interior varias islas. Y probablemente, el proceso de relleno se incrementó aún más en época medieval y moderna a consecuencia de la mayor erosión de las zonas del valle, así como por el transporte y acumulación de sedimentos arenosos y arcillosos en esta zona baja, muy próxima al Océano Atlántico.
Imagen aérea de la marisma. Este espacio estaba ocupado hace varios milenios por el Lago Ligustino.
Autor: Kadellar. Wikimedia. Licencia CC.
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Las marismas del Guadalquivir, son un espacio de transición entre la desembocadura del río y el Océano Atlántico. |
Pre-conocimiento
Un valle que no siempre tiene el fondo plano.
Habitualmente se suele describir a la depresión del Guadalquivir como un territorio bastante llano. Pero esta afirmación no es del todo cierta. Aunque a grandes rasgos predominan los relieves con poco resalte y bastante próximos al nivel del mar, no siempre ocurre así.
En ocasiones aparecen lomas, cerros testigos u oteros que son muestra de que anteriormente, el relieve de esta depresión no fue el mismo que hoy día observamos.
Se trata de relieves tabulares, con crestas planas desde los que es posible observar el amplio valle del río. Son restos del antiguo nivel que alcanzaba la topografía y que el río ha ido excavando mediante un complejo sistema de aterrazamientos que atestiguan las diferentes cotas que este ha alcanzado en diferentes momentos de su Historia.
Los cerros de Úbeda y Baeza en la provincia de Jaén (de los que toma el famoso dicho popular de "andar por los cerros de Úbeda"), los Alcores o el Aljarafe sevillano, son ejemplos de este relieve tabular, plano y relativamente elevado que es posible encontrar en ocasiones en la geografía de la depresión bética.
Los cerros testigos con un relieve muy plano y sobreelevados con respecto a la llanura del valle, son característicos de la depresión del Guadalquivir. |
AV - Pregunta Verdadero-Falso
Retroalimentación
Verdadero
Así es, por lo que obligan a que el río se adapte a la topografía de las mismas en su curso bajo encajándose entre ellas.Retroalimentación
Falso
Se encuentra en su parte central, no en la septentrional.Retroalimentación
Falso
Se halla en Sierra Morena, no en los Sistemas Béticos.Retroalimentación
Verdadero
Así es, tienes ejemplos en los Cerros de Úbeda y Baeza, los Alcores o el Aljarafe.