1.3 - Los actores
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Las personas encargadas de representar las obras eran los actores (esta palabra deriva del verbo ago agere egi actum, "hacer, realizar, ejecutar", a cuya raíz de supino se ha añadido el sufijo -tor: "el que hace, el que ejecuta"). Se trataba de una profesión mal vista y, salvo contadas excepciones de éxito y reconocimiento, era muy común menospreciar a quien vivía de su ingenio o trabajo; de ahí que se les pagara muy poco y que quienes se dedicaran ello fueran extranjeros, libertos y esclavos. Según se deduce de las obras que se han conservado, los actores de obras dramáticas tenían muy limitados sus derechos tanto públicos como privados, un hecho que les dificultaba mucho prosperar socialmente. |
Los actores se valían de máscaras características del papel que representaban, a las que añadían pelucas con las que sus cabezas quedaban completamente cubiertas y disfrazadas. Las máscaras podían ser trágicas, satíricas o cómicas. Las había de niños, de esclavos, de reyes, de viejos, etc. Las máscaras permitían al espectador identificar rápidamente al personaje que hablaba en cada momento, y al actor representar varios papeles, incluidos los femeninos (las mujeres no actuaban en el teatro), con un simple cambio de máscara o máscaras de doble expresión. En contrapartida, el uso de la máscara suponía la pérdida de la expresión del rostro: reacciones, actitudes y sentimientos que debían transmitir con palabras. Las máscaras además de servir para caracterizar y representar un papel (de ahí que se llamara persona), gracias a su forma cóncava, permitía que la voz del actor saliera a través de la boca de la máscara con más potencia, a modo de altavoz. |
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![]() Máscara trágica, Casa del Fauno, Pompeya
Imagen en Wikimedia. Dominio público |
Las máscaras estaban hechas de distintos materiales: corcho, tierra cocida o yeso. Las más comunes eran las de yeso, hechas con moldes y luego pintadas. Al igual que todo lo relacionado con el teatro, la expresión de las máscaras también evolucionaron: primero la sonrisa y los colores del cabello, las cejas, los párpados, los ojos y los labios, y más adelante la expresión de la pasión, del dolor, de la curiosidad, rozando un realismo y patetismo visible en las cejas, arrugas... |

Para saber más
Al hablar sobre la deshonra que suponía ser actor en época romana, hemos comentado que había excepciones. Éstas se producían con muy contados actores que, al destacar por su excelente trabajo, gozaban de la admiración de sus compañeros de profesión, del público e incluso de las ciudades en las que actuaban. Este éxito traía consigo, además de extraordinarias remuneraciones, la simpatía, el trato, la amistad y el favor de personajes importantes de la vida política y social del momento, incluido el emperador.
Dos nombres que sobresalieron en la época de Cicerón fueron el actor trágico Esopo y el actor cómico Roscio.
