Ya hemos visto las características principales, las semejanzas y las diferencias que existen entre los medios de comunicación más usados, como son la televisión y la radio. Has comprobado que estos ofrecen información, conocimiento y entretenimiento para nuestro consumo diario. Sin embargo, hemos de desarrollar una actitud crítica ante las informaciones que nos aportan y ante las imágenes que nos ofrecen.

Para bien o para mal

En primer lugar, debemos ser conscientes de que ambos medios pueden tener un poder manipulador muy sutil o intencionadamente subliminal, porque escapa al control de la conciencia.

Girls Leaning on Cars, from a 1956 Dodge Advertisement
Imagen de Mike Licht en Flickr. Licencia CC

Por el contrario, tanto la TV como la radio son medios muy potentes para promover la igualdad de género y presentar como referentes a mujeres, personas de etnias minorizadas o de diversa orientación sexual.

Reporteros de televisión  Imagen en Banco de Recursos INTEF. Licencia CC

Comprobar las fuentes

Hemos de tener especial cuidado con el hecho de que, con demasiada frecuencia, al querer ser los primeros en aportar información, el medio no haya contrastado el suceso. La polarización política también puede condicionar el modo en que se presentan los hechos, porque todas las miradas son subjetivas. Por tanto, ante una información importante, que nos puede influir de manera directa, es necesario tomarse un tiempo para poder corroborar que efectivamente sucedió como lo han contado a través de distintos medios de diversa ideología.

El cómico Pablo Motos bromeando en el estudio de los 40 Principales  Imágenes de Luana Fisher Ferreira en Banco de imágenes INTEF. Licencia CC

La exigencia de comprobar las fuentes no solo atañe a los medios y sus editoriales, sino a cada persona y ciudadana. Quizá los bulos más influyentes sean los que se transmiten en forma de vídeos supuestamente tomados ese mismo día por un móvil de forma autónoma gracias a un reportero aficionado. Si bien es cierto que el periodismo ciudadano se ha convertido en fuente de información sobre acontecimientos gracias a los móviles, también ocurre con frecuencia que nos cuelen un fraude. Mira este consejo sobre cómo verificar los hechos en Maldita.es:

Usos incorrectos del lenguaje

Otro aspecto a tener en cuenta es el uso del lenguaje en radio y televisión. En los espacios deportivos se suele practicar el uso y abuso de extranjerismos o las frases "deshechas", incorrectamente construidas, en vez de las frases hechas y las metáforas del lenguaje popular. Mira el siguiente vídeo que habla de ello:

La fingida o real espontaneidad del medio radiofónico da pie a cometer errores involuntarios, de los que se ocupa la Unidad de Vigilancia Lingüística, un segmento incluido en el magazine La Ventana de la Cadena Ser. Viene a cumplir el papel de correctora de estilo con ayuda de la audiencia.

Los sesgos en el lenguaje y en las imágenes

Sin embargo, lo más importante es ser crítico con los sesgos que aquejan al lenguaje en los medios: machismo, racismo, homofobia, xenofobia, clasismo y todas las formas camufladas de odio; porque las formas explícitas están directamente sujetas a condena por las leyes.

Hay que aprender cómo se detectan los retratos robot o los estereotipos que se propagan en la radio o en la TV acerca de mujeres, hombres, género no binario u orientaciones sexuales, grupos sociales, etnias y lenguas diversas. Debemos rechazar cualquier interpretación que discrimine por sexo, por inclinación sexual o por pertenencia étnica, ya que si no lo hacemos, nos hacemos cómplices de un delito.

Es habitual escuchar que la publicidad que vemos en televisión es sexista. También puede ser racista, como denuncia Moha Gerehou en este reportaje: 

No es una novedad, pero hay que darse cuenta de las consecuencias que puede tener el impacto reiterado de la TV o los nuevos medios sociales (Youtube, Twitter, Twitch, etc.) sobre el autoconcepto de mujeres y hombres de cualquier perfil. Piensa en todas las imágenes sesgadas que puede consumir una persona, a la fuerza o voluntariamente, desde su primera infancia hasta la ancianidad. El malestar que sentimos porque nuestros cuerpos no encajan en medidas, edades y hábitos estereotipados afecta a todos los géneros; pero, en el caso de las mujeres, está asociado a papeles dependientes, superfluos, sexualizados o victimizados. Consulta este enlace y cualquiera de los informes actualizados en las redes.