NUEVE ENTEROS Capítulo 7: Accidente en Sevilla
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Yasmín todas las noches se dormía con sus hijos en el sofá. Cuando se acostaba en la cama tenía muy malos sueños sobre su marido (Mohamed). Siempre empezaba a gritar y Alí se levantaba todas las noches para despertar a su madre. Alí siempre le preguntaba a su madre qué le pasaba. Pero a Yasmín le daba miedo decírselo porque no sabía como iba a reaccionar. Hasta que una noche Alí, ya enfadado, le dijo a su madre: -Mamá no puedo soportar que no me digas lo que te pasa. Ya sabemos que papá hace mucho tiempo que no nos llama, pero eso es buena señal de que le va bien la tienda de ropa, eso creo yo. -Mira hijo no sé cómo vas a reaccionar cuando te diga esto. En la tienda de ropa había otra persona trabajando con tu padre. Entonces esa persona le puso una trampa a papá y a papá... Yasmín se quedó sin palabras. -A papá qué... dímelo mamá. -A papá lo metieron en la cárcel por culpa de ese hombre. Pero no te pienses nada malo de papá porque él es inocente. Alí se desmayó de la noticia, pero pronto reaccionó. -Mira, hijo, no tengo suficiente dinero para ir a Jaén a ver a tu padre a la cárcel. -Pero mamá mira, yo puedo trabajar en algo fácil y que me paguen bien. -Alí no voy a consentir que tú trabajes, porque eres menor de edad. -No te preocupes, mamá, yo llamo a Luís y le digo que nos lleve. Luís, que conocía la noticia desde el primer día pero que no se había atrevido a acercarse a la casa, dijo que estaba dispuesto a ayudarles. Al día siguiente Yasmín le dijo a Alí: -Mira, podíamos hacer una cosa. Podías ir tú con Luís y yo quedarme aquí con tus hermanas, así nos cuesta menos dinero. -¡Vale! Yo te doy la mitad del dinero que tengo, así tú te puedes pagar tus cosas. Llegó el día de irse a Jaén. Pararon a comer en un bar y Alí invitó a Luís. Cuando terminaron de comer, se montaron en el coche rumbo a Jaén. Aquella tarde Alí fue a visitar a su padre con Luís. La prisión estaba situada a 10 kilómetros de Jaén. Al llegar, todo era un edificio grande y de color amarillo pálido como una vela, pero también había unos alambres enrollados. Alí, que no comprendía lo que hacían ahí esos alambres, le dijo a Luís disimuladamente: - Luís, ¿para qué son esos alambres? Luís le contestó en tono de profesor: - Esos alambres son para que nadie se escape de la prisión, porque si es una persona peligrosa o agresiva, puede hacer daño a la gente. Cuando entraron, un funcionario de prisiones les pidió la documentación. Como Luís sabía que alguna vez le iba a pasar eso, siempre llevaba la documentación de él y de Alí, se la mostró, pero Alí se quedó muy sorprendido y asustado. Todo era un pasillo largo, sucio y oscuro, pues casi era de noche. Había una habitación habilitada para que se vieran los presos con sus familiares, y Alí descubrió que en una de las paredes había un teléfono. Alí pensó: ¡Qué guay, así podré hablar con papá todos los días que quiera! En un letrero informativo ponía: "Esta prisión tiene una capacidad para 571 internos”, Ali se quedó sorprendido, ¿cómo había allí tantas personas? Esperaron unos minutos, que a Alí se le hicieron interminables, y por fin apareció su padre. Alí le dio un fuerte abrazo a Mohamed mientras le decía: -Papá, yo sé que eres inocente y pronto saldrás de aquí. Tengo solo una hora para hablar contigo y luego me marcho a Cádiz a decirle a mamá lo que tú me digas. Cuando terminó la hora se despidió de su padre y empezó a llorar. Alí gritaba: -¡Adiós papá, nos volveremos a ver! Cuando iban llegando a Sevilla tuvieron un accidente. Alí estaba muy mal y Luis estaba leve. La gente paró los coches y llamaron a la ambulancia para que los llevaran al hospital. Luís se pudo levantar por su propio pie y rápidamente llamó a Yasmín y le confesó la noticia. Después, Yasmín llamó a la cárcel y habló con Mohamed. Yasmín, con el poco dinero que le quedaba, cogió a sus hijas y en un autobús llegó al hospital, pero parecía que estaba muerta, porque con tantos problemas no podía vivir. Alí no estaba tan grave, y la trabajadora social del hospital pronto gestionó un alojamiento para Yasmín y las niñas. Era una casa de acogida. Una nueva casa de acogida, esta vez sólo para madres con sus hijos.
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