Al igual que en el resto de Europa, el Barroco perdurará en España durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, si bien es cierto que en algunas zonas su desarrollo puede extenderse hasta casi la llegada del XIX. La monarquía hispánica era en esta época la gran defensora de los valores de la Reforma Católica y esto quedará reflejado en el arte, tanto en su temática como en el uso propagandístico que le fue asignado desde las altas instancias del poder político y eclesiástico.
El Barroco constituye la época predilecta de la cultura española. Ningún estilo arraiga tanto en el gusto de población como éste. La evolución de las diferentes disciplinas artísticas del barroco español se podría resumir en:
ARQUITECTURA
La arquitectura barroca española será una mezcla de sobriedad y ornamentación. Se mantienen los esquemas fundamentales del edificio bajo renacentista pero con una abundante decoración. Los materiales utilizados suelen ser bastante pobres y por lo común se opta por una arquitectura de líneas rectas en la que los edificios más repetidos son las iglesias de nave única con numerosas capillas entre los contrafuertes.
El establecimiento de la corte en Madrid supondrá el impulso necesario para acabar con la austeridad arquitectónica de finales del XVI y poder emprender nuevos proyectos. Entre las principales construcciones destaca la Plaza Mayor de Madrid (1617-1619), con la que crea un nuevo tipo arquitectónico de plaza cerrada, cuadrangular y rodeada de edificios porticados de la misma altura.
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Plaza Mayor de Madrid Imagen de Sebastian Dubiel en Wikipedia. Licencia CC |
Fachada del Obradoiro en Santiago de Compostela |
Con la llegada de la segunda mitad del XVII la actividad arquitectónica abandona de la estética clasicista herreriana. Son muy interesantes la configuración de las fachadas, por lo general monumentales y agitadas al mismo tiempo. Los mejores ejemplos los tenemos ya en el siglo XVIII en obras como la fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago, de Fernando Casas Novoa, posiblemente la obra cumbre de la arquitectura barroca española.
Andalucía encontrará su propio lenguaje de la mano, sobre todo, de la pervivencia de cierta esencia mudéjar en las construcciones. Sevilla producirá los edificios más interesantes, principalmente gracias a los hermanos Figueroa. Aquí la decoración será muy abundante y se introducirá el ladrillo rojo. Ejemplo de todo esto serán edificaciones como el Palacio de San Telmo o la Iglesia de San Luis de los franceses en Sevilla. Fuera de la capital hispalense también son muy destacables la Fachada de la Catedral de Granada construida por Alonso Cano o la labor de López Rojas en la Fachada de la Catedral de Jaén.
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Interior de San Luis de los Franceses en Sevilla Imagen de Jose Luis Filpo Cabana en Wikipedia. Licencia CC |
Palacio de San Telmo de Leonardo Figueroa. Imagen en Wikimedia Commons de Anual bajo CC |
Pese a todo lo visto, la plenitud arquitectónica barroca no llegará a España hasta que en la primera mitad del XVIII aparezca en Castilla el madrileño José de Churriguera y todo su círculo familiar, un genio que impondrá un estilo lleno de expresividad, vitalidad y libertad en el que la decoración será el principal protagonista de su arte. Un estilo éste que será denominado como churrigueresco y que los sucesores de José irán volviendo cada vez más recargado y retorcido. Como obra más significativa podemos nombrar a la Plaza Mayor de Salamanca de Alberto de Churriguera y el retablo de la iglesia de San Esteban en la misma ciudad por su hermano José Benito.
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La Plaza Mayor de Salamanca, Alberto de Churriguera. Imagen de Eigines Werk en Wikipedia. Licencia CC |
Retablo de la iglesia de San Esteban en Salamanca de José de Churriguera |