4.2. El Bosco

El caso del Bosco es peculiar en España porque la mayor parte de su producción, debido al afán coleccionista del Felipe II, se encuentra entre nosotros. Jeroen van Aken, que firmaba sus obras como Jeronimus Bosch, nació posiblemente en 1453 en 's-Hertogenbosch (Bolduque o Bois-le-Duc, Bosque Ducal, en los Países Bajos). Murió en 1516 (siendo esta fecha segura). Es muy poco lo que se sabe con certeza de su vida. Quizás provenía de una familia de artistas; lo que sí parece decisivo es su pertenencia a la Cofradía de Nuestra Señora a la que estuvo muy ligado. Parece que esta Cofradía estuvo ligada o mantuvo relaciones con los Hermanos de la Vida Común, que promovieron la Devotio Moderna. Criticaban duramente la corrupción del clero y la difusión de las sectas heréticas: numerosos rastros de estas preocupaciones aparecen en la obra del Bosco, aunque la religiosidad del pintor parece más compleja y tal vez lejana a la simplicidad de la promovida por la devotio moderna. Hay quien ha querido ver en el Bosco un personaje herético (haciéndolo, por ejemplo, miembro de la secta de los rosacruces o de los Hermanos del Espíritu Libre), pero nada de esto parece que se encuentra verdaderamente en el pintor, que más bien parece un firme defensor de la ortodoxia. En cualquier caso, es difícil precisar las fuentes ideológicas de su pintura (sin duda, la Biblia, pero también La leyenda dorada), pero no cabe duda de que su ironía—cuando no un verdadero sarcasmo—estuvo puesto al servicio de la doctrina católica.

El jardín de las delicias, El Bosco. Imagen en Wikipedia. Dominio público	Detalle de Tríptico del Juicio Final, El Bosco. Imagen en Wikipedia.  Dominio público

Sin duda, el Bosco debe contarse entre los pintores flamencos, pero tanto por sus temas como por su técnica presenta algunas diferencias. En ocasiones parece prestar menos atención a los detalles; su pincelada es, desde luego, más suelta (algunos interpretan esta soltura como menor capacidad técnica, pero más bien parece que así se busca un resultado diferente. En ocasiones parece que estamos ante una vuelta a los inicios, pues muchos de los personajes representados (véase Cristo con la cruz a cuestas) parecen casi caricaturas: sus rasgos están acentuados haciendo de sus rostros verdaderas máscaras. En otras ocasiones (El Jardín de las Delicias) los personajes parecen no representar a individuos, sino estados. Esto, sin embargo, no puede aplicarse a los personajes centrales (Cristo, la Virgen María, los santos…), que son auténticos individuos con rasgos específicos; es decir, verdaderos retratos. Parece, por lo tanto, que hay una despersonalización en el caso de los personajes negativos (sin embargo, el misterioso personajes de la Adoración de los Magos parece también un retrato). El color tiene claramente una función simbólica en las obras del Bosco. Asimismo, hay una gran cantidad de obras que tienen un marcado carácter fantástico desde El carro de heno hasta Extracción de la piedra de la locura, pasando, por supuesto, por El Jardín de las Delicias. La interpretación de estas obras es objeto de debate, porque, como hemos dicho, desconocemos las fuentes del Bosco. Sin embargo, parecen que la ironía—el humor—pone de manifiesto la crítica de nuestro pintor a los excesos de su época. 

El carro de heno, El Bosco.  Imagen en Wikipedia.  Dominio público