Los procesos de erosión, transporte y sedimentación son llevados a cabo por los distintos agentes geológicos externos que actúan sobre la superficie terrestre (aguas de escorrentía, glaciares, olas y viento).
El relieve es el resultado de la interacción de estos procesos con la superficie a lo largo del tiempo. Cada agente lo hace de una forma característica, por tanto, el relieve final dependerá esencialmente del agente reinante en cada caso.
Por ejemplo, los ríos originan valles en forma de V (1), los glaciares son más anchos y excavan las laderas formando valles en U (2), o el viento arrastra la arena de unas zonas a otras, originando en las primeras desiertos de piedra (3) y en las segundas campos de dunas (4).

El predominio de un agente u otro está influenciado, a su vez, por el tipo de clima. La disciplina de la Geología encargada de estudiar los relieves característicos asociados a cada clima se denomina Geomorfología climática. Los principales sistemas morfoclimáticos son:
- Templado-húmedo
- Glaciar
- Periglaciar
- Intertropical
- Árido
Las morfologías finales no sólo dependen del clima, hay que tener también en cuenta los materiales sobre los que actúa. No se obtienen los mismos resultados sobre rocas duras (magmáticas o metamórficas) que sobre blandas (arcillas); o sobre zonas de material homogéneo que sobre otras de material heterogéneo. La disciplina de la Geología encargada de estudiar los relieves desde este punto de vista se denomina Geomorfología litológica. No obstante, sólo en casos puntuales el factor litológico domina sobre el climático, es el caso de los terrenos calizos; en ellos se originan modelados específicos conocimos con karst (modelado kárstico).