1. Historia: los descendientes de Constantino
Tras la muerte de Constantino en el 337, sus hijos se enfrentaron para hacerse con el poder hasta que Constancio II consiguió eliminar a los otros pretendientes y se hizo con el control de todo el Imperio (353). Este emperador, al igual que el padre, se preocupó por asuntos religiosos tomando parte en las disputas existentes dentro de las diferentes facciones religiosas. Fue tanto su afán religioso en favor de la religión cristiana que no dudó en perseguir a los paganos.
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Constancio II Imagen de Mary Harrsch en Wikimedia. Licencia CC |
Edward Armitage: Juliano el Apóstata Imagen en Wikimedia. Dominio público |
Al tener todo el poder sobre el Estado, comprendió que sólo con sus fuerzas y desde Oriente le sería imposible solucionar los problemas surgidos en las Galias a raíz de las invasiones de los pueblos germánicos. Por ello, nombró César de las Galias a su primo Juliano, quien consiguió derrotar a esos pueblos. Mientras tanto Constancio tenía problemas en Oriente con los persas y pidió ayuda a Juliano quien no sólo se negó, sino que además se autonombró Augusto. El enfrentamiento entre ambos era inminente, pero antes de que pudiera estallar la guerra civil, Constancio murió improvisamente dejando todo el poder en manos de Juliano.
El nuevo emperador se conoce como Juliano el Apóstata, así llamado por haber renunciado a su fe cristiana, en la que había sido educado. Tuvo una buena formación, influenciada por la filososfía neoplatónica, y fue un gran amante de los textos clásicos y defensor de los dioses paganos. Una vez emperador tomó las siguientes medidas: redujo la burocracia imperial, restauró el culto de los antiguos dioses paganos, prohibió a los cristianos que ejercieran como maestros de literatura y de retórica. Su posición en contra de los cristianos se concretó en la redacción de la obra Contra los cristianos, en la que criticaba las creencias de esta religión. Murió como consecuencia de una herida durante una campaña contra los persas en el 363.
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Fíbula goda Imagen de Vittodav en Wikimedia. Licencia GNU |
Soldado romano de la época de las invasiones bárbaras Imagen de Legio XV from Pram en Wikimedia. Licencia GNU |
Tras la muerte de Juliano, le sucedieron Joviano y la dinastía de los Valentinianos (364-378). Precisamente bajo esta dinastía tuvo lugar el mayor descalabro militar de la historia de Roma: la batalla de Adrianópolis (378), en la región de Tracia (actual Turquía europea). Los hunos, pueblos de las estepas de Asia Central, habían emigrado hacia el Oeste y desplazado de Ucrania a los godos, que a su vez se vieron obligados a emigrar hacia el Imperio romano. El emperador Valente, en un primer momento, permitió la entrada de una parte de los godos en el territorio romano (en concreto los visigodos o godos del Oeste), pero la situación se complicó y se llegó al enfrentamiento. Gracias al testimonio de Amiano Marcelino, el último gran historiador de la Antigüedad, sabemos que en la batalla de Adrianópolis murió el emperador Valente y dos tercios del ejército romano quedaron aniquilados.

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