Racionalidad práctica 3. La argumentación, la empresa: Razonamientos inductivos, falacias y paradojas.

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1º de Bachillerato

Filosofía

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Racionalidad práctica 3. La argumentación, la empresa:

Razonamientos inductivos, falacias y paradojas

En el tema anterior estudiamos la argumentación, los modos de razonamiento inductivo y deductivo y aspectos relativos a la fiabilidad, validez y solidez de tales argumentos.

En esta ocasión trataremos los argumentos inductivos y los errores de argumentación más comunes: las falacias y las paradojas. Será la antesala de dos capítulos de lógica: las reglas que rigen la argumentación deductiva y una introducción al cálculo matemático de su validez.

Actividad

En el tema anterior comentamos la dificultad inherente a la inducción. En el argumento inductivo, a diferencia del deductivo, no llegamos necesariamente a la conclusión a partir de las premisas (se suele decir que son argumentos que se basan en la probabilidad). Mientras que los argumentos deductivos sirven para explicar aquello que se encuentra contenido en sus premisas, los argumentos inductivos tratan de ir más allá de lo que las mismas premisas implican, es por eso que se trata de argumentos que pueden ser más o menos probables pero no necesarios. En el caso más conocido de argumento inductivo decimos que pasamos de enunciados particulares a un enunciado universal o general. Es el caso en el que empezamos a contar, a observar algo, y concluimos que todos los casos de ese tipo tienen que ser así (que cumplir con esas características). ¿Te acuerdas de los cuervos?: un cuervo, dos cuervos, tres cuervos...

Copito de nieve en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.

El problema es ¿puede haber un cuervo albino? ¿Cómo puedo saber que en el futuro todo seguirá siendo exactamente igual que en el pasado?

¿En qué se basa el argumento inductivo? Pues en la creencia de que las cosas seguirán siempre siendo del mismo modo. El filósofo que planteó esta cuestión fue David Hume, a través del conocido ejemplo de las bolas de billar.

David Hume en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.

Pre-conocimiento

Imaginemos que una persona que nunca ha visto el juego del billar asiste a su primera partida (Hume la llamó la hipótesis de Adán). Una persona normal, dice Hume, si no ha tenido experiencia previa, ¿puede inferir que cuando una bola golpea a otra, ésta se mueve? Sería un claro ejemplo de inferencia inductiva, pero ¿si no lo ha visto nunca antes, puede llegar a pensarlo?

Además, dice Hume, ¿por qué estamos tan seguros de que esto siempre será así? Sería más acertado en estos casos hablar de creencia que de saber, en el sentido estricto del término. Si analizamos el caso de las bolas de billar, e imagino que veo todo esto a cámara lenta, ¿de dónde saco la noción de que una bola, al golpear a la otra, hace que la segunda se mueva? ¿De dónde obtengo la noción de "causa"? ¿No sería más acertado decir que la repetición, el hábito de ver siempre lo mismo, me ha llevado a esta conclusión?

Pero ¿no has visto nunca jugadas imposibles?

Vídeo de Alan Martínez en Youtube

 

 

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