6.2. La vegetación española: grandes áreas, unidades biogeográficas y especies vegetales
Por sus particulares características geográficas, en España es posible encontrar una gran variedad de formaciones vegetales. A grandes rasgos, destacan tres regiones, denominadas eurosiberiana, mediterránea y macaronésica, correspondiendo esta última a las islas Canarias, en las que existen un gran número de endemismos. Además del bosque caducifolio y perennifolio, existen diferentes tipos de matorral, como la landa en el paisaje Atlántico, y el maquis y la garriga en el Mediterráneo. También existen otras formaciones como el sotobosque, los prados y la estepa, siendo estas dos últimas una degradación del paisaje natural a consecuencia de la intervención destructora de la mano del ser humano.
El sotobosque y las formaciones de matorrales.
Sin duda, los bosques son el aspecto más llamativo de la vegetación de nuestro país o de cualquier otro. Pero el bosque no es el único elemento que configura el paisaje vegetal. Ya en la presentación de este epígrafe hablamos de las distintas formaciones vegetales que lo componen, de manera que en este caso nos vamos a centrar en la parte menos conocida del mismo, el estrato inferior al que se conoce como sotobosque.
El sotobosque es la parte baja del bosque, pues el término equivale a decir "bosque bajo" o también "por debajo del bosque". Está compuesto por árboles jóvenes poco desarrollados, helechos, arbustos e hierbas. Suele ser más habitual en las zonas húmedas. Es en ellas donde crece una masa vegetal bajo las copas de los grandes árboles que vive en un mundo más umbrío y con luminosidad más reducida, ya que el porte de los grandes árboles impide que la insolación llegue de pleno a las zonas más bajas del mismo.
El sotobosque es el medio natural en el que viven numerosos animales de pequeño tamaño. Esto es debido a que las capas más altas de los árboles impiden que muchas aves de presa puedan avistarlos y cazarlos, de ahí que sea un espacio privilegiado en cuanto a mantenimiento de una rica fauna.
El matorral, sin embargo, es aquella formación vegetal dominada por los arbustos y por las plantas de porte herbáceo. Puede surgir tanto de forma natural, como debido a la acción destructiva del bosque por la mano del hombre o por incendios.
El matorral de la España húmeda o Atlántica es bien distinto al de la España seca o Mediterránea. En el primer caso predomina una formación que recibe el nombre de landa, mientras que en el segundo existen dos tipos de matorrales, la garriga, que se da sobre zonas calizas, y el maquis, que se da en zonas silíceas.
La landa es una formación vegetal muy densa y con un porte muy alto, ya que en ella viven especies que llegan a alcanzar los cuatro metros de altura. Procede de la degradación del bosque Atlántico a consecuencia de las talas abusivas y de los incendios. Cuando este proceso alcanza su máxima gravedad, la landa desaparece y es sustituida por la pradera, que se emplea principalmente como forma de alimentar a la ganadería.
La garriga es una formación de matorral poco denso y con bastante discontinuidad. En ella se dan especies como la jara o el tomillo, que se adaptan a las elevadas temperaturas y a la sequía estival. La garriga es silífuga, es decir, huye de los suelos ricos en silicatos, de ahí que se concentre especialmente en las zonas calizas, como sucede en los Sistemas Béticos, por ejemplo.
El maquis o la maquia, es un matorral arbustivo de tipo denso, en él abundan especies como el acebuche, el algarrobo o los palmitos. Tiene especies que alcanzan mayor altura que la garriga y no se suele dar sobre suelos calizos, sino silíceos, de ahí que se diga que es una formación calífuga
![]() Un paisaje de garriga propio del ámbito mediterráneo Imagen en Wikimedia Commons de Hugo Soria bajo CC |