2. En la política


Demóstenes hace gestos al dirigirse al público libros de Demóstenes en una estantería

J. Lecomte du Nouÿ: Demóstenes
Imagen en Wikimedia. Dominio público

Λόγοι de Demóstenes
Imagen de Gwyndon en Wikimedia. Licencia CC

La asamblea política estaba formada por todos los ciudadanos, que contaban con el derecho de la isegoría o igualdad a la hora de intervenir en la política de la asamblea. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en el ámbito judicial, la necesidad de aprender a pronunciar un discurso persuasivo en este contexto no era algo imprescindible. Aunque existía la posibilidad de que cada ciudadano hablara expresando su propio parecer, era muy difícil pronunciar un discurso en este contexto. De hecho, era casi imposible preparar por adelantado un discurso.
En el género judicial los oradores podían conocer por adelantado las líneas principales de su acusación y las pruebas y argumentos básicos que iban a ser empleados por el acusador, lo que permitía una cierta elaboración del discurso e, incluso, a partir de comienzos del siglo IV, la intervención de un logógrafo que preparaba el discurso en su totalidad y que lo daba a memorizar a su cliente. Sin embargo, en la oratoria deliberativa esa posibilidad apenas existía. No sólo era imprevisible el desarrollo de los temas a lo largo de una sesión de la asamblea, sino que también existía un prejuicio muy fuertemente asentado frente a aquellos oradores que pareciesen haber preparado de antemano sus intervenciones. De hecho, la intervención improvisada se consideraba como una premisa básica para juzgar positivamente la labor de un orador deliberativo. Este prejuicio se mantuvo durante todo el período democrático, hasta el punto de que tuvieron que desarrollarse técnicas para que, en aquellos casos en los que se hubiera preparado por adelantado un discurso, su ejecución pareciese improvisada.

Sólo pensad: en el momento en que este tribunal se levante, cada uno de ustedes andará a casa, unos más rápido, otros con más calma, sin ansiedad, sin mirar por encima del hombro, sin miedo a que él vaya a ir corriendo contra un amigo o enemigo, un hombre grande o uno pequeño, fuerte o débil, o nada por el estilo. ¿Y por qué? Porque en su corazón conoce y confía, y ha aprendido a confiar en el Estado, en que nadie le acosará o insultará o agredirá.
Demóstenes, Contra Meidias 221


Los principales oradores deliberativos, como Demóstenes, eran profesionales que lideraban una facción de ciudadanos. Así, por ejemplo, a lo largo de la época clásica surgieron diversos líderes que defendían intereses oligárquicos o populares. Estos oradores podían ser bienintencionados y buscar el bien de la comunidad, como ocurrió en el caso de Pericles, pero también podía tratarse de auténticos demagogos, como Cleón o Alcibíades, que buscaban satisfacer sus propios intereses a costa de sus conciudadanos.




Demóstenes comenzó su vida profesional como abogado, encargándose de causas privadas, dando lecciones y mezclándose en la vida política. Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense. En el 340 a.n.e. dejó la oposición y pasó a ser jefe del partido dirigente. Las diferencias con los partidarios de Filipo hicieron que tuviera que defenderse personalmente en el más famoso de sus discursos: Por la corona. A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. Tras la muerte de Alejandro Magno, volvió a desempeñar un papel importante en Atenas durante la revuelta contra Antípatro. Tras la derrota ateniense, huyó a la isla de Calauria, donde se suicidó por envenenamiento. Se conservan unos setenta discursos suyos, aunque fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo.

Reflexión

Hoy en día es difícil ver a un político hablar sin leer un texto y, sin embargo, la lectura y la previa preparación no parecen garantizar la calidad y la efectividad del discurso. Desgraciadamente es imposible escuchar a Demóstenes. Podemos leer sus Filípicas, pero la oratoria no es solo palabras. La expresión facial y corporal, el tono, el ritmo que se imprime a las frases, es igualmente importante.

Hemos seleccionado un discurso político actual que nos parece reunir las virtudes que un buen discurso político ha de tener. Impresiona, parece honrado e inspira simpatía. ¿Cuáles son esas cualidades?
 
Adolfo Suárez
Discurso de dimisión
Discurso pronunciado el 29 de enero de 1981
 

¿Te acuerdas? - 'Y Suárez dimitió'
Vídeo de rtve en Youtube
El hombre que piensa que debe su nacimiento sólo a sus padres esperará hasta que llegue su natural y destinado final; el que es hijo de su nación está dispuesto a morir antes que verla esclavizada, y vigilará esos agravios e indignidades, que en la sujeción al bien común se ve impulsado a soportar, como más aterradores que la propia muerte.
Demóstenes, Sobre la Corona 205


Mi desgaste personal ha permitido articular un sistema de libertades, un nuevo modelo de convivencia social y un nuevo modelo de Estado. Creo, por tanto, que ha merecido la pena. Pero, como frecuentemente ocurre en la historia, la continuidad de una obra exige un cambio de personas y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España.

Trato de que mi decisión sea un acto de estricta lealtad".