4.1 Stuart Mill
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John Stuart Mill. Imagen de Martin Beeken Flickr. Licencia CC |
Mill continúa la tradición empirista de autores como David Hume respecto en su teoría del conocimiento: todo el conocimiento, incluso las mismas reglas lógicas que rigen nuestro pensamiento, encuentra su origen en la experiencia sensible. El proceso por el cual llegamos a formular las leyes científicas es la inducción, o la generalización a partir de los casos particulares. Siendo la inducción un proceso falible, ya que depende de los casos que se nos presenten, la ciencia nos conduce a un conocimiento probable y no definitivo, por lo que debe estar sometida a un proceso de revisión continua. Por otro lado, al estar nuestro saber fundado en la experiencia, no podemos esperar llegar a un conocimiento absoluto ni aspirar a que éste se extienda, más allá de la sensibilidad, a entidades metafísicas como Dios o el alma.
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Imagen de Ras67 enWikimedia Commons. Dominio público |
Mill concibe la Historia como un proceso marcado por la lucha entre la libertad y la autoridad. Procura conciliar su defensa de la libertad individual con un concepto del estado garante de la misma y corrector de las desigualdades económicas. En Sobre la libertad lleva a cabo un alegato de gran trascendencia política en su defensa. Éste afirma el derecho del individuo para hacer aquello que desee, incluso contra él mismo, siempre que sus actos no supongan daño a los demás. Este principio se matiza por la ligazón entre el individuo y la sociedad y queda en suspenso en los casos de incapacidad de autogobierno.
Ensalza la libertad de expresión, condición necesaria para el progreso social, y critica la presunción de infalibilidad que conduce a los actos de censura y la imposición sobre los planteamientos divergentes.
La libertad social es definida como la protección frente a la tiranía del gobernante, advirtiendo también de la posibilidad de la tiranía de la mayoría entre sus formas posibles. Frente a la tiranía busca determinar los límites del poder sobre el individuo y preservar sus derechos y libertad política. Entre sus alegatos políticos destacan su rechazo a la esclavitud y a favor de la educación y equiparación social de la mujer.

Actividad de Lectura
"A fin de ilustrar más completamente el error de negarse a oír determinadas opiniones porque nosotros, en nuestro propio juicio, las hayamos condenado, será conveniente que fijemos la discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento contra la libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la utilidad, está considerado como el más fuerte. Supongamos que las opiniones impugnadas son la creencia en Dios y en la vida futura, o algunas de las doctrinas corrientes de la moralidad. [...] Pero debe permitírseme observar que no es el sentirse seguro de una doctrina (sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de infalibilidad. Esta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás, sin permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo denuncio y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a mis más solemnes convicciones. Por positiva que pueda ser la persuasión de una persona no sólo de la falsedad, sino de las consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo de estas consecuencias pernicionsas, sino para adoptar expresiones que terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a consecuencia de este juicio privado, aunque esté apoyado por el juicio público de su país o de sus contemporáneos, prohíbe que esa opinión sea oída en su defensa, afirma quien tal haga, su propia infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos reprensible o peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e impía, es más fatal en este caso que en cualquier otro."
