2.1. El clima y el relieve.

La vegetación es el resultado final de la interacción (es decir, de la intervención) de diferentes factores ecogeográfícos, como son el clima, el relieve, los suelos y la acción del ser humano.

En este primer epígrafe comenzaremos analizando los dos primeros:

  • El clima es, sin duda, el más importante. Las temperaturas, las precipitaciones y su distribución, la existencia de época fría o de época seca, condicionan o más bien determinan, el tipo de vegetación resultante. Así, en el clima Mediterráneo los árboles y las plantas han de adaptarse a una larga y prolongada época seca. Por el contrario, en las regiones Atlánticas los seres vivos se desarrollan gracias a la existencia de una abundante humedad a la que adaptan sus ciclos vitales. En el interior peninsular sobreviven especies que resisten temperaturas muy bajas durante el invierno, mientras que en la zona periférica, y en particular en el valle del Guadalquivir, las plantas y árboles han de estar preparados para soportar temperaturas muy elevadas junto a la ausencia de agua durante los meses en los que más calor hace.
  • El relieve es otro elemento muy importante. De él dependerá la existencia entre una vertiente de solana, con mayor insolación, y otra de umbría, donde predominará la sombra. Según el lugar desde donde sople el viento, divide a las vertientes en barlovento, en la que las lluvias de relieve u orográficas favorecerán la presencia de especies que necesitan mucha agua, y en sotavento, donde por el contrario los árboles y plantas soportarán mejor la sequía que las de la vertiente opuesta.
  • La altitud también desempeña un papel fundamental, aunque no tanto como el clima. Dependiendo de cuál sea la topografía de una zona, las temperaturas que se alcancen en la misma diferirán considerablemente entre las situadas a baja cota y las que se encuentren en niveles más elevados. Este hecho se puede comprobar perfectamente en las altas montañas, donde la vegetación se escalona por pisos en función del grado de mayor o menor calor de cada cota altimétrica.
La zona de la umbría, mucho menos soleada y generalmente con menos luz, posee especies más adaptadas al frío y a una menor insolación.

La zona de la umbría, mucho menos soleada y generalmente con menos luz, posee especies más adaptadas al frío y a una menor insolación.

Publicado por Gigi 62 en Flickr. Licencia CC

Objetivos

Los conceptos relacionados con la biogeografía

La biogeografía tiene una terminología muy específica que es preciso conocer para dominar correctamente las ideas que en ella se desarrollan. A continuación te presentamos un breve vocabulario, en el que podrás aprender las principales palabras que habitualmente emplearemos a la hora de analizar la vegetación en nuestro país. Son las siguientes:

  • Bosque caducifolio: Es aquel en el que las especies pierden la hoja, hasta llegar un momento determinado del año en el que no poseen ningún tipo de hoja. Es propio de la España atlántica o húmeda. en la que al iniciarse el período frío, las hojas se caen porque no pueden resistir las bajas temperaturas.
  • Bosque esclerófilo: Tipo de bosque perennifolio propio de las regiones mediterráneas, en el que las hojas de los árboles están protegidas por una especie de revestimiento, a modo de una capa de cera, para protegerlas de las altas temperaturas y evitar que a través de ellas se pueda perder la humedad, a causa de la evaporación provocada por un calor muy elevado.
  • Bosque perennifolio: Es aquel en el que durante todo el año sus especies poseen hojas, como sucede en los de carácter mediterráneo. Es conveniente saber que el hecho de que siempre tenga hojas no quiere decir que estas no se puedan caer, sino que no llega ningún momento del año en el que los árboles han perdido todas sus hojas, tal y como sucede en los bosques atlánticos.
  • Cliserie: Representación gráfica de los diferentes tipos de vegetación que poseen las altas montañas en función de la variabilidad de las temperaturas en altura.
  • Endemismo: Especie vegetal que es propia de un determinado espacio en el que vive de forma exclusiva. Es muy frecuente entre muchas especies que se dan en las islas Canarias.
  • Estepa: Formación vegetal propia de zonas áridas como el sudeste de la península o también determinadas zonas del interior del valle del Ebro. En ella crecen especies de tipo esclerófilo y arbustivo.
  • Xerófila, o también denominada xerófita: Son especies vegetales que están adaptadas a la sequedad y que pueden vivir con muy poca agua. Ejemplos de este tipo de plantas son los cactus, las pitas, las chumberas, etc.
Las chumberas son un tipo de vegetación xerófila adaptada a la sequia en aquellas zonas áridas en las que llueve muy poco

Las chumberas son un tipo de vegetación xerófila adaptada a la sequia en aquellas zonas áridas en las que llueve muy poco

Publicado por Manuel M. Ramos en Flickr.Licencia Creative Commons.

Pre-conocimiento

Los árboles como monumentos naturales.

En ocasiones, los factores ecogeográficos favorecen el especial desarrollo de algunos árboles que encuentran unas condiciones idóneas para su crecimiento. La naturaleza del suelo, una adecuada climatología, un relieve favorable y la fortuna o el azar de que la mano humana no se haya posado sobre el mismo con el objetivo de arrebatarle su madera o simplemente para eliminar un estorbo, han permitido que determinados ejemplares de un gran valor biogeográfico hayan llegado hasta nosotros como ejemplos de lo que probablemente, en un tiempo pasado, era bastante más frecuente de encontrar de lo que lo es hoy día.

Estos árboles reúnen unas condiciones tan excepcionales que incluso ha sido necesario aplicarles una determinada figura de protección ambiental, para evitar que sean dañados intencionadamente y preservar así su conservación para las generaciones venideras. Son los denominados Monumentos Naturales.

Este calificativo, no solo se aplica, claro está, a especies vegetales de gran porte o con una importancia especial, es por extensión una forma de proteger a espacios singulares y puntuales que también pueden estar relacionados con un hecho geológico o paisajístico.

En el caso de Andalucía, la red de monumentos naturales ha dado esta catalogación a árboles repartidos por el territorio andaluz que deberíamos algún día contemplar como testimonios de la grandeza de la naturaleza y de la vida vegetal. Son los casos de: la Sabina Albar de Almería, el Pino Centenario de Mazagón, la Encina de la Dehesa de San Francisco en la provincia de Huelva, el Quejigo del Carbón en Jaén, el Pinsapo de las Escaleretas en la malagueña Sierra de las Nieves, el Chaparro de la Vega en Coripe, o la Encina de los Perros en El Madroño, los dos últimos ubicados en la provincia de Sevilla.

Sabina Albar de Chirivel en Almería, uno de los árboles catalogado como
Sabina Albar de Chirivel en Almería, uno de los árboles catalogado como monumento natural de Andalucía
Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Pregunta de Selección Múltiple

Pregunta

Señala cuáles de estos factores condicionan a la vegetación

Respuestas

El relieve

Los lagos

El clima

La acción antrópica

El régimen de los ríos

Las fases de la Luna

Retroalimentación

Pre-conocimiento

Plantas medicinales y plantas mágicas.

El clima y la composición de los suelos permiten que en ocasiones las plantas que en ellos se dan posean unas características muy especiales. Tanto en las zonas de vegetación Mediterránea, como en las de vegetación Atlántica existen especies a las que la tradición popular o bien la propia ciencia, atribuyen unas virtudes extrañas, mágicas en ocasiones, o curativas en otras, lo que de alguna manera está ligado.

Sin duda los más conocidos son los hongos, o setas. En ellos se une tanto un exquisito plato de la gastronomía como un potente veneno. También al muérdago, una forma común de conocer a especies como el acebo, se le atribuyen poderes mágicos o curativos. Otras como la amapola tienen poderes alucinógenos. Por el contrario, la trufa, un tubérculo, es conocida por su rareza y por el extraordinario precio que alcanzan en los restaurantes de gastronomía más exquisita, como condimento para determinadas comidas.

Pero la que se lleva la palma de todas es la mandrágora. Esta planta ha sido desde muy antiguo una especie a la que se le han atribuido poderes mágicos. El motivo es que sus raíces tienen una forma que se asemejan a las piernas de una persona, y de esa similitud se han derivado una enorme cantidad de leyendas y de interpretaciones casi todas ellas falsas. La mandrágora tiene otra característica, tomada en abundancia resulta venenosa y mortal para el ser humano, de ahí que de la unión de ambas cuestiones se hayan elaborado una serie de mitos y de tópicos algunos de ellos francamente curiosos.

Por ejemplo, según la creencia popular, las brujas la utilizaban para elaborar todo tipo de ungüentos y de pociones mágicas. Se decía también que crecía allí donde se vertía el semen de los ahorcados, y que cuando se la arrancaba de la tierra gemía como si fuera una persona a la que se estaba lastimando, de ahí que quienes la arrancaban se acababan volviendo locos y que, por consiguiente, era necesario atar un perro a la raíz para que este tirara de ella hasta sacarla de la tierra. En realidad tiene un fuerte poder como anestésico, de ahí que en muchas ocasiones se le hayan atribuido propiedades extrañas y en algunos casos hasta increíbles.

El parecido de la raíz de la mandrágora con las piernas de los seres humanos dio lugar a todo tipo de interpretaciones extrañas durante la Edad Media de las características de esta planta.
El parecido de la raíz de la mandrágora con las piernas de los seres humanos dio lugar a todo tipo de interpretaciones extrañas durante la Edad Media de las características de esta planta.
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