3.1. Características generales
![]() |
Monet. Serie Catedral de Rouen Imagen de Kleinecharlotte en Tumblr bajo Licencia CC |
Durante toda la historia del arte la preocupación por la luz había sido una constante en el tratamiento pictórico, pero a lo largo del siglo XIX se convertirá en el motor que guía a los artistas. Desde el Romanticismo hasta los paisajistas de la Escuela de Barbizón, siendo los paisajistas ingleses, Constable y Turner, sus precursores más claros.
Los pintores impresionistas basan su obra en una estudiada técnica que pone en relación el arte y las innovaciones científicas. Podemos resumir su técnica en las siguientes cuestiones:
- La teoría de los colores. Según ésta existen tres colores primarios (amarillo, rojo y azul) y tres complementarios (violeta, verde y naranja). De la mezcla de dos primarios obtenemos el complementario. Es decir, de la unión del amarillo y del rojo conseguimos el naranja; o del rojo y el azul, el violeta, etc. Ahora bien, estos colores no deben mezclarse en la paleta, sino que a través de toques el ojo los fusione, de ahí que ver un cuadro impresionista desde cerca, carece de sentido desde un punto de vista de composición global
- La expresión de la luz, pues la realidad está creada por la luz, de esta manera, se tratará de representar la luz a través de los colores.
- Las repeticiones de temas. Será frecuente que un pintor realice varias versiones de un mismo asunto, pero no serán copias sin más, sino que las plasmará en diferentes momentos del día para introducir las distintas gamas cromáticas.
- Las sombras de colores. La penumbra y los efectos de claroscuros dejan de estar presente en los cuadros. Las leyes ópticas de Chevreul hacen que las sombras se coloreen con sus complementarios, así al rojo le corresponderá el verde, al azul el naranja y al amarillo el violeta.
- Pincelada fragmentada, suelta, espontánea, yuxtapuesta, que en ocasiones es directamente del tubo de pintura.
- Pintura al aire libre. El pintor deja su taller para pintar directamente en la naturaleza. Esto será posible gracias a los avances, tales como la pintura en tubo que permite al pintor trasladarse con sus enseres y tener que preparar él mismo los colores. Los colores se hacen así más limpios y puros. Los efectos de la naturaleza pueden ser captados de primera mano: la luz, la neblina...
Tubos de óleo
Imagen de D. Salaverria en Facebook de Dominio PúblicoPisarro. Boulevard de Montmartre, mañana nubosa de invierno, 1897
Imagen en Wikipedia de Dominio público

Actividad desplegable
Lee y completa

Importante
Con los Impresionistas asistimos a una revolución en la forma de pintar, prestando más atención a la luz, sus cambios tonales y cómo la luz afecta a los colores. Además, siguieron fielmente las teorías del químico Eugène Chevreul, que afirmó que los colores varían según los colores adyacentes, pues cada color aporta matices de su complementario a los demás. Chevreul defendió el uso de parejas de complementarios para pintar zonas de luz y de sombra, así como la armonía de colores próximos en el círculo cromático.
Aparecen también cambios sustanciales en la técnica de la pintura, entre las que cabe destacar el uso de tubos de óleo industriales, la salida del estudio para pintar al aire libre, el uso de pincelada con gran cantidad de pintura, con gesto rápido y decidido. ya no se usan líneas preliminares ni sutiles veladuras, sino que se aplican los colores luminosos puros, siendo el cerebro el que los mezclará. El tema protagonista es el paisaje, visto bajo unos nuevos encuadres heredados de la fotografía, destacando el encuadre selectivo que hace que el punto de interés se desplace del centro del cuadro hacia los laterales.

Curiosidad
![]() |
Degas. En el espejo |
Todos los impresionistas fueron fervientes seguidores de la fotografía, pero entre todos ellos destacó Degas, quien llegó a tener hasta cuatro cámaras de fotos y era de los primeros en adquirir los nuevos adelantos que la casa Kodak sacaba al mercado.
Aquí puedes observar una de sus fotografías, donde aparecen Renoir y el poeta Mallarmé, e incluso el propio Degas tomando la foto, pues se le aprecia en el reflejo del espejo. De esta foto escribió el poeta Paul Valery lo siguiente:
.... A él (Degas) le gustaba la fotografía y la apreciaba en lo que valía en una época en que los artistas aún la despreciaban o no se atrevían a admitir que la empleaban. El mismo tomó algunas muy buenas y yo todavía atesoro una ampliación en particular que me regaló. Muestra a Mallarmé apoyado contra la pared, cerca de un espejo, con Renoir sentado frente a él en un diván. En el espejo, como si de fantasmas se tratara, podemos distinguir a Degas y la cámara. Es la mejor imagen de Mallarmé que jamás se haya visto.