1.1. Su objetividad: Platón, Hume y Kant
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Platón Imagen de Oxag en Wikipedia. licencia CC |
La interpretación platónica de la belleza es acorde con su pensamiento idealista. Para Platón (V - IV a.C.), la verdadera realidad son las ideas, eternas e inmutables, siendo las cosas del mundo sensible no más que sus copias imperfectas. Las cosas son bellas en la medida en que imitan o participan del ideal de belleza y, en ese sentido, nunca lograrán la perfección propia de la belleza en sí. Sin embargo, el carácter universal y objetivo de la idea de belleza le permite a Platón afirmar la existencia de un modelo objetivo e independiente de las opiniones humanas.
Platón se enfrenta al concepto común de la sofística que atribuía a la apreciación de la belleza un carácter puramente subjetivo. De acuerdo con esta concepción, aporta un criterio para la valoración de la belleza, un criterio basado en la disposición armónica de los elementos; una disposición que atiende a principios matemáticos como la medida y la proporción.
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Praxíteles: Hermes Imagen de Stelios ZACHARIAS en Flickr. Licencia CC |
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David Hume Imagen de Guinnog en Wikipedia. Dominio público |
David Hume (XVIII), por su parte, desarrolla una teoría de la belleza y de su apreciación en la que se destaca su carácter subjetivo. La belleza sería el resultado de un determinado orden y proporción que produce una sensación placentera en quien la contempla. Así, serían el placer o el desagrado la raíz de nuestra apreciación como bello o como feo.
Hume reflexiona sobre las reglas del gusto y las razones por las que ciertos objetos producen deleite estético. En gran parte de los casos, la apariencia bella se corresponde con la idea de salud o utilidad (por ejemplo, una figura esbelta). En todo caso, la belleza no consiste en una cualidad que resida en el objeto, sino en la relación de ese objeto con el sujeto que lo contempla con deleite.
A pesar de que los sentimientos que un objeto puede provocar en sujetos distintos puede ser diferente, Hume entiende que no puede concederse que todas las obras posean el mismo valor estético ni que todas las valoraciones se encuentren al mismo nivel. Así, apela a la Historia y a la cualificación de los expertos a la hora de admitir el valor superior de determinadas obras de arte sobre otras. Dicha cualificación experta incluye capacidades como la delicadeza o la pericia para detectar cualidades, la práctica, la ausencia de prejuicios condicionantes y la competencia para una valoración global.
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The Skating Minister Imagen en Wikipedia. Dominio público |
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Kant Imagen de MichaelSchoenitzer en Wikimedia. Dominio público |
Immanuel Kant (XVIII) considera juicio estético como la capacidad humana para juzgar acerca de lo bello y lo sublime, una capacidad distinta a la de conocer o la de formular juicios morales.
Para Kant, la experiencia se nos da en una serie de impresiones que nosotros ordenamos mediante los conceptos (así, agrupamos una serie de impresiones de olores, formas, olores y sensaciones táctiles bajo el concepto "rosa"). La imaginación descubre las formas y nos permite representarnos un objeto en la intuición incluso cuando no está presente, aporta la imagen que permite establecer un puente entre la intuición sensible y el concepto.
Al emitir un juicio de conocimiento, nuestra mente reconoce el orden subyacente a una serie de impresiones y las remite a un concepto: esto es una rosa. El juicio estético, sin embargo, no remite la forma al concepto, sino que enjuicia la forma como bella, en la medida en que provoca un placer o satisfacción que es el resultado de la armonía entre la sensibilidad y el entendimiento, entre la experiencia sensorial y nuestra mente: la rosa es bella.
Kant también distingue entre el juicio estético y el juicio moral. Mientras el primero apela al placer que produce en nosotros una representación, el segundo se refiere al deber ser.
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Rachel Ruysch. Flores en un tronco Imagen de Staszek99 en Wikimedia. Dominio público |
Una de las cuestiones fundamentales en el juicio estético sería, para Kant, el de su validez universal. ¿Puede tener valor universal un juicio basado en el placer que provoca en nosotros un determinado objeto?
Kant distingue entre el placer sensible que provoca en nosotros un determinado objeto cuando estimula nuestros sentidos (el aroma de la rosa, por ejemplo) y el placer estético que desata la contemplación de la belleza (su presencia me conmueve). En este último caso, se trataría de un placer desinteresado; lo que produce placer no es la presencia del objeto en sí y el estímulo que el mismo provoca en mis sentidos, sino el de la armonía entre mis sentidos y el entendimiento.
Aunque el juicio estético hace referencia al sujeto, se trataría de un juicio universal ya que del mismo se extrae una condición que es aplicable a cualquier individuo en general.
Importante
El carácter universal y objetivo de la idea de belleza le permite a Platón afirmar la existencia de un modelo objetivo e independiente de las opiniones humanas.
David Hume desarrolla una teoría de la belleza y de su apreciación en la que se destaca su carácter subjetivo. La belleza sería el resultado de un determinado orden y proporción que produce una sensación placentera en quien la contempla. Así, serían el placer o el desagrado la raíz de nuestra apreciación como bello o como feo.
Immanuel Kant considera juicio estético como la capacidad humana para juzgar acerca de lo bello y lo sublime, una capacidad distinta a la de conocer o la de formular juicios morales. Aunque el juicio estético hace referencia al sujeto, se trataría de un juicio universal ya que del mismo se extrae una condición que es aplicable a cualquier individuo en general.
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Si bien la primera parte es correcta (el juicio estético no dependería de las cualidades en sí de un objeto), no lo es la segunda. Hume sí piensa en que cabe una valoración experta; esta estaría basada en la delicadeza o capacidad para detectar cualidades, la práctica, la ausencia de prejuicios condicionantes y la competencia para una valoración global.
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Para saber más
La imaginación es la capacidad que nos permite hacer presente lo que está ausente. La imaginación opera componiendo en una sola imagen una serie de intuiciones diversas; esa imagen resulta esencial para la formación de conceptos y, por lo tanto, para el conocimiento. Y también, por supuesto, para la creación artística.
Existe una imaginación reproductiva, que es aquella que nos permite evocar algo que he percibido anteriormente, pero también una imaginación productiva, que produce algo no percibido anteriormente. En cualquier caso, la imaginación productiva no parte nunca absolutamente de cero y se apoya siempre siempre en lo dado.
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Magda Torres: La hora del té Imagen de Magda Torres en Wikimedia . Licencia CC |
Kandinsky: Composition VIII Imagen en Wikimedia. Dominio público |