La población española: Es muy importante que sepamos cuántos somos

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La población española: Es muy importante que sepamos cuántos somos

La necesidad de conocer el número de personas que se encuentran en un lugar es bastante más frecuente de lo que parece. Así, por ejemplo, cuando es necesario, contamos a los invitados de una fiesta, a los de un bautizo, boda o comunión. Contamos cada vez que necesitamos organizar cualquier reunión o cada vez que vamos a preparar cualquier tipo de celebración.

Y no lo hacemos por gusto o por simple curiosidad, sino que lo hacemos por necesidad. Queremos saber si las personas cabrán en un determinado lugar, cuánta bebida o comida habrá que comprar, el número de sillas y de mesas, la capacidad de los medios de transporte que se han de utilizar... Contar a las personas no es solo algo que es conveniente, si no que en ocasiones, se convierte en algo imprescindible.

Piensa, por tanto, que si nosotros contamos a las personas en muchas ocasiones en nuestra vida cotidiana, qué necesidad de hacerlo tendrán los Estados, los gobiernos o las administraciones públicas para saber cuántas habitantes viven en su territorio y cuáles son las características de esas personas.

Ten en cuenta que cuando se construyen hospitales, escuelas, residencias de ancianos, carreteras, etc., es porque hay que satisfacer unas necesidades determinadas. Y lo lógico es hacerlo incluso antes de que surjan esas necesidades, de ahí que sea imprescindible conocer cuál es la población de un lugar y qué características posee ese colectivo. Esto resulta fundamental para planificar adecuadamente los servicios que se han de prestar a esos ciudadanos.

Antiguamente, la necesidad de contar a las personas también existía, pero los motivos no eran exactamente los mismos que llevan hoy a hacerlo. A los gobernantes les interesaba saber cuánta gente había en sus dominios. El objetivo fundamental era conocer cuántos impuestos había que establecer y a quién había que cobrárselos (En realidad no es que en esto hayamos cambiado mucho ahora, pero los medios de recaudación de que disponen las Haciendas públicas son en nuestros días mucho más sofisticados).

También era muy importante saber cuántos hombres había en un territorio, y cuántos de ellos eran jóvenes. El motivo era que en caso de tener que ir a la guerra, era conveniente conocer con cuántas tropas se podía contar y a qué lugares había que ir a reclutarlas.

Aquellos primeros recuentos de población eran incompletos e imperfectos. Era lógico, los medios y recursos con que se contaba para su elaboración eran escasos, y la capacidad de llegar a todos los lugares donde vivían personas era muy pequeña.

Hoy día ya no es así, ya que todas las personas estamos, o deberíamos estar, censadas. Tanto por el interés del Estado, como por nuestro propio interés. Eso nos permite acceder a determinados tipos de ayudas, a la sanidad, a la enseñanza, a subvenciones, etc.

Si no estamos censados es, prácticamente, como si no existiéramos a efectos legales.

Sí, en definitiva, hay que reconocer que es una buena idea esa de contar cuántos somos.

 

Las primeras calculadoras que se inventaron, como esta de Hollerith, se utilizaron para almacenar en ellas información de carácter censal. Publicado en Flickr bajo licencia de dominio público por Laughing Squid