1.1. Las fuentes históricas antes de los primeros censos.
Hasta el siglo XIX, no existió una verdadera preocupación estatal por la estadística de la población. Sin embargo, desde la antigüedad, se habían ido elaborando recuentos más o menos fiables del número de personas que vivían en el territorio.
Sabemos que durante la época romana existían los denominados "censores". Su labor era tanto la de censurar las malas costumbres, como la de ser los responsables de la realización de los recuentos de la población, de ahí que estos reciban el nombre de censos. Por desgracia, apenas si ha llegado a la época actual información de aquellos tiempos tan lejanos.
Durante la Edad Media, los recuentos de población eran todavía muy raros, y la información que ha llegado de ese momento es también muy escasa, fragmentaria e incompleta.
No es hasta la época Moderna cuando empiezan a realizarse los primeros conteos, aunque muy generales. Durante el reinado de los Reyes Católicos, su secretario, Alonso de Quintanilla, ya hizo una primera estimación de la población de los reinos peninsulares.
En el siglo XVI tanto Carlos V como Felipe II ordenaron hacer censos para conocer cuál era la población de sus reinos. Tanto el Censo de Pecheros como las Relaciones Topográficas del rey prudente son un ejemplo de ese interés por conocer la población de sus dominios.
En el siglo XVII, sin embargo, no se llevaron a cabo estimaciones reseñables, salvo algunos "vecindarios" muy incompletos. La crisis que atravesaba España era tal, que ni siquiera existía una verdadera preocupación por conocer esta información, dado que problemas más urgentes requerían el interés de los gobernantes.
Por el contrario, durante el XVIII se realizaron frecuentes recuentos, como los llevados a cabo por Campoflorido, Ustáriz, Ensenada, Aranda, Floridablanca, Godoy, etc. Su intención era fiscal y militar. Se trataba de saber quién podía pagar y cuánto podía hacerlo en función de su riqueza. También interesaba conocer cuál era el número de hombres jóvenes que vivía en cada pueblo para, en caso de necesidad militar, ser llamados a filas y servir en los ejércitos del rey.
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Catastro del marqués de la Ensenada. |

Objetivos
Los libros de registros parroquiales.
Una de las mejores fuentes para el estudio de la demografía histórica son los libros de registro, que se conservan en los archivos de buena parte de las parroquias españolas. Gracias a ellos se puede conocer cuál fue el número de bautismos, matrimonios o defunciones de la mayor parte de las parroquias españolas (que es casi como decir del total de población de España) a partir del siglo XVI.
Desde 1545, se reunió en la ciudad italiana de Trento un concilio o reunión de eclesiásticos con el objetivo de reformar la Iglesia católica. Entre las numerosas disposiciones que en él se aprobaron, hubo una que resultó fundamental para la Historia de la demografía en España. Los obispos asistentes ordenaron que en todas las parroquias de la cristiandad católica, los párrocos anotaran en libros las personas que se bautizaban, casaban o morían.
De esta forma, poseemos una enorme cantidad de datos de gran parte de los pueblos y ciudades de España durante casi los últimos cinco siglos.
Es cierto que en ocasiones se han perdido numerosos archivos, por ejemplo durante la Guerra de Independencia contra los franceses, durante la Desamortización, o más recientemente, durante la Guerra Civil. Pero aún así, son muchas las antiguas parroquias que guardan en sus archivos este verdadero tesoro para el conocimiento de la Historia de la población española.
Hoy día, incluso existen personas que rastrean la vida de sus antepasados investigando en estos libros cuando nacieron, se casaron o murieron quienes les antecedieron.
Los investigadores de la Historia, por otra parte, poseen aquí una enorme cantidad de información que poco a poco se va publicando, ayudándonos a conocer una parte muy desconocida, pero también muy importante de nuestro pasado.
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Archivo parroquial con libros de bautizos, matrimonios y defunciones de la parroquia de la Merced en Xátiva. |

Pre-conocimiento
Las mujeres y los niños no interesaban. Solo los "vecinos".
Por su propia finalidad fiscal y militar, la mayoría de los censos y recuentos, por no decir todos, no tenían ningún interés en reseñar el número de mujeres y de niños que vivían en una población, sino solo el de los vecinos (de ahí que en ocasiones se les denomine a estos documentos "vecindarios"). Esto significa que las únicas personas que por regla general se contabilizaban en ellos eran los cabezas de familias, es decir, solo los hombres en su inmensa mayoría.
En ocasiones, los censos se hacían contando los "fuegos" que existían en una localidad. Esta denominación se emplea porque se pensaba que en cada casa había un fuego en torno al cual se cocinaba o se calentaban las personas que en esa vivienda habitaban. Al tomar como unidad de conteo las casas, se las equiparaba al término "fuego", lo que implica que cada vecino equivalía a una vivienda o fuego.
Pero a nosotros lo que nos interesa saber no es solo cuántos hombres había para ir al ejército o para pagar impuestos, sino cuántas personas podían vivir en total en el territorio español.
Y para conseguir ese dato tenemos que recurrir a lo que los demógrafos denominan el coeficiente, es decir, aplicar un número o cantidad determinada de personas, a cada vecino o cabeza de familia. De esa forma, multiplicando ese número o coeficiente por los fuegos o vecinos, podemos calcular aproximadamente cuál era el volumen total de población que vivía en un momento determinado.
Según las estimaciones que los especialistas en este campo realizan, se calcula que por término medio había unas cuatro personas por hogar, aunque las cifras varían sustancialmente según las épocas y los lugares, entre tres y cinco personas por vecino.
De esta forma, podemos conocer aproximadamente cuál era la población que vivía en una localidad o en todo el territorio español, sabiendo cuál era el número de varones mayores de edad que existía en esa población.
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Antiguamente, los recuentos de población se hacían en función del número de fuegos o de hogares. Publicado por Ricardo Cuello en Flickr.. Licencia CC |

Actividad
Existen palabras o frases de uso habitual en el lenguaje coloquial que, aunque lo desconozcamos, están relacionadas con la forma de contar la población en épocas antiguas. Dos de ellas son, por ejemplo: "Esto es peor que un censo", o "Se sortearon los quintos para hacer la mili".
Busca información en Internet sobre qué significado tienen realmente estas frases y de dónde procede el origen de las mismas. Fíjate en particular en el sentido que se le da aquí a la palabra "censo" y también a la palabra "quinto", aplicada a los reclutas que hacían antiguamente el servicio militar.