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En este segundo recorrido de nuestro viaje por los mundos imaginarios nos detendremos en varias obras fabulosas en las que aparecen territorios inventados en los que todo es posible:
1. Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift.
Seguramente habrás oído hablar de esta novela o quizás hayas visto alguna de las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de ella. Se trata de una obra en la que el cirujano Gulliver viaja a distintos mundos de ficción, como el país de Liliput, en el que habitan pequeños seres, o el de Brobningdaf, que está poblado por gigantes. Se trata, por tanto de una novela muy original y sorprendente, pero no sólo es una obra de aventuras, sino que el autor utiliza a los personajes para criticar a la sociedad de su tiempo. Si pinchas en la siguiente imagen, podrás leer la obra completa:

Los viajes de Gulliver
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2. Alicia en el país de las maravillas (1865), de Lewis Carroll.
Continuamos el viaje por el país de las maravillas, de la mano de Alicia, que en una tarde aburrida, persigue a un conejo hasta su madriguera, entrando desde ahí a un extraño mundo. Encuentra una botella en la que se lee "Bébeme" y, al hacerlo se convierte en un ser muy pequeño. Más tarde, comerá un pastel en el que se lee "Cómeme" y se transformará hasta alcanzar una gran estatura. Alicia vivirá en este territorio extraño, donde vivirá interesantes aventuras rodeada por personajes como la reina de corazones, el conejo blanco que siempre tiene prisa, el sombrerero o el gato de Cheshire. Puedes leer la obra completa pinchando en la siguiente imagen:
Alicia en el país de las maravillas
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3. El mago de Oz (1900) de L. Frank Baum
En esta obra, se narra la historia de Dorothy, una niña de Kansas que es arrastrada por un tornado hasta el extraño mundo de Oz. Desde ese momento, intentará regresar a su casa, pero para encontrar el camino deberá visitar a un extraño mago que debe buscar en la Ciudad Esmeralda, siguiendo la senda de baldosas amarillas. En su viaje conocerá a entrañables personajes como el león cobarde, el hombre de hojalata que quería un corazón y el espantapájaros que quiere un cerebro. Finalmente, el mago resulta ser un fraude, ya que no tenía poderes. Dorothy volverá a casa, ayudada por las brujas del Norte y del Sur, gracias a unos zapatos de plata.
En el siguiente fragmento, puedes leer cómo Dorothy, tras ser arrastrada por el tornado, se despierta en este sorprendente mundo, y cómo conoce a los munchkins, los extraños habitantes de Oz:
Mientras miraba asombrada el sorprendente y hermoso paisaje, notó que se le acercaba un grupo de personas, las personas más extrañas que había visto en su vida. No eran tan grandes como las personas mayores que estaba acostumbrada a tratar, pero tampoco eran muy pequeñas. En realidad aparentaban el tamaño de Dorothy, que era una niña crecida para su edad, aunque por su aspecto tenían muchos más años que ella.
Eran tres hombres y una mujer, y todos iban vestidos de un modo raro. Llevaban sombreros redondos que terminaban en una punta afilada, treinta centímetros por encima de la cabeza, y de los bordes de esos sombreros colgaban unos cascabeles pequeños que, con cada movimiento, producían un dulce tintineo. Los sombreros de los hombres eran azules; el sombrero de la mujercita era blanco. Ella llevaba, además, un vestido blanco que le caía en pliegues desde los hombros; ese vestido estaba salpicado de pequeñas estrellas que centelleaban al sol como diamantes. Los hombres estaban vestidos de azul en el mismo tono de los sombreros, y llevaban botas muy bien lustradas con rayas azules en las puntas. Los hombres, pensó Dorothy, debían de ser de la edad de tío Henry, pues dos de ellos lucían barba. Pero la mujercita era sin duda mucho más vieja: tenía el rostro cubierto de arrugas, y su pelo era casi blanco y caminaba con cierta rigidez.