2.1. Técnicas

Piedra litográfica Imagen de A. Praefcke en Wikipedia de Dominio público

Aunque también se hacían carteles con la técnica de la xilografía, la inmensa mayoría de ellos se hicieron gracias a la técnica de la litografía, que etimológicamente significa lithos, piedra en griego, y graphe, dibujo, es decir, el arte del dibujo sobre piedra.

Basado en un principio sencillo como es el de la repulsión entre la grasa y el agua, hoy en día está en desuso pues es una técnica realmente complicada, con muchos pasos a seguir, donde intervienen gran cantidad de compuestos y emulsiones que deben estar en su correcta proporción.

Ideado por el alemán Aloys Senefelder en 1796, pronto atrajo la atención de numerosos artistas, como Goya, que vieron muchas posibilidades en esta técnica de impresión en plano.

Como casi todas las cosas maravillosas de la vida, la litografía fue descubierta al azar. Parece que una mañana Senefelder ¡tenía que hacer la lista de las prendas que iba  a llevar a la tintorería, y lo único que tenía a mano era un trozo de piedra y un lápiz graso. A partir de ahí comenzó a investigar sobre distintas superficies siempre sobre el mismo principio: la repulsión existente entre las sustancias hidrófilas e hidrófobas. Según afirmó el propio Senefelder, utilizó una mezcla grasa de jabón, cera de abejas y negro de humo para las partes que quería recibieran la tinta, dejando el resto de la piedra sin pintar. Después lavó la superficie con agua y entintó con un rodillo la piedra. La tinta del rodillo solo se asienta en las partes que han sido previamente dibujadas con esa emulsión grasa, quedando el resto de las partes sin entintar protegidas por el agua.  Había nacido una nueva técnica que hizo del cartel una de las máximas expresiones artísticas de la edad contemporánea. 

Lavado de la piedra litográfica Imagen de L. Allorge en Wikipedia bajo Licencia GNU

La matriz es una piedra porosa calcárea finamente pulida, y al igual que en el resto de técnicas de impresión, con los bordes rebajados para  no rasgar el papel. Para dibujar se usa una tinta especial o un lápiz negro muy graso llamado barra litográfica. Se van dibujando las formas y rellenado las partes que queremos que reciban la tinta con la barra litográfica, dejando el resto sin pintar. A continuación se friega, se humedece la piedra con una esponja y una emulsión jabonosa de goma arábiga y ácido nítrico que fijará las partes grasas a la piedra. Después se lava la matriz con una esponja empapada en agua y sales hidrófilas. Mientras está húmeda la piedra, se le pasa varias veces el rodillo de entintar y sólo las partes previamente tratadas con la barra litográfica recibirán la tinta del rodillo, quedando el resto de las partes limpias, sin tinta.  Para finalizar, y al igual que en el resto de las técnicas de impresión, se coloca el papel y se ejerce presión con el torno litográfico. Dado que la matriz no sufre desgaste, pues estamos dibujando, no rayando ni rebajando la matriz con ácido como en el caso del aguafuerte, con la litografía conseguimos tiradas muy numerosas, de ahí que fuera la técnica preferida para la estampación de los carteles durante todo el diecinueve y parte del veinte. 

Entintado Imagen de L. Allorge en Wikipedia bajo Licencia GNU

Hacia la mitad del siglo XIX se mejoró la técnica de la litografía mediante el añadido del color, lo que se ha denominado como cromolitografía, gracias al impresor francés Engelmann y al artista Jules Chéret. Para conseguir el color en las estampas litográficas necesitamos tres matrices, tres piedras que recibirán cada una un color primario. Hay que descomponer la imagen original en zonas bien diferenciadas según su color, y no vale solo con las partes rojas, amarillas o azules sino que hay que tener muy presente las zonas de los demás colores para conseguir una estampa rica en matices. Por ejemplo, una zona naranja deberá entintarse dos veces, una primera vez con amarillo y una segunda vez con rojo. Ya te hemos avisado de que es una técnica bastante compleja.

La litografía casi desaparece a finales del diecinueve por la irrupción del fotograbado, que consistía en realizar un aguafuerte con la ayuda de una fotografía, que se proyectaba sobre una plancha de metal, se recubría de una capa sensible y se mordía con ácido, lo que permitía crear estampas muy fieles a la imagen original. De hecho, muchos artistas lo utilizaron para crear copias de sus trabajos y venderlos en el mercado a un precio mucho menor que los originales en pintura, como fue el caso de Picasso, Joan Miró o Piet Mondrian.

Hoy en día se siguen haciendo litografías pero las costosas y delicadas piedras calizas se han sustituido por planchas metálicas de aluminio.