1. Algunos temas de Eurípides


 Medea

George Rommey: Medea
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Muerte de Astianacte

Muerte de Astianacte
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 La sacerdotisa de Dioniso

J. Collier:La sacerdotisa de Dioniso
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Ifigenia

Anselm Feuerbach: Ifigenia
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De Eurípides se conservan dieciocho obras: Alcestis, Medea, Hipólito, Hécuba, Andrómaca, Ión, Las suplicantes, Heracles, Los Heráclidas, Ifigenia en Áulide, Ifigenia en Táuride, Las troyanas, Helena, Las fenicias, Electra, Orestes, Las bacantes y El cíclope (drama satírico). Estos son algunos de sus temas:

Medea

Medea, sobrina de Circe, hija de Eetes, era también una peligrosa maga que llegó incluso a matar a sus propios hijos para vengarse por el abandono de su marido, Jasón. Ella le ayudó a conseguir el Vellocino de Oro, hazaña por la que Jasón consiguió todo su prestigio.

Pero este, una vez finalizada la aventura y establecidos en Corinto, acordó con el rey Creonte abandonar a Medea, para unirse a su hija, la princesa Glauce. Medea entonces, arrastrada por los celos, envió a Glauce como regalo de bodas un vestido de novia de irresistible belleza. Cuando Glauce lo recibió de manos de la sirvienta de Medea se lo puso de inmediato. El vestido liberó un poderoso veneno que lo hizo arder de inmediato, abrasando a la princesa. Las llamas la consumieron totalmente a ella y a Creonte, que se abalanzó sobre ella con intención de salvarla.

A continuación, para hacer el máximo daño a Jasón, mató a los dos hijos que había tenido con él. Y, sobre un carro de fuego, partió hacia Atenas, donde la esperaba el rey, Egeo.

Hipólito

Teseo tuvo un hijo con una amazona, Hipólito. Tiempo después, se casó con Fedra, la hermana pequeña de Ariadna, y la llevó a Atenas. Fedra se enamoró del muchacho, y no pudo ocultarle su pasión. Pero Hipólito estaba consagrado a Ártemis y quería conservarse casto, así que la rechazó con dureza. Ella, avergonzada y desesperada, se suicidó, no sin dejar antes una nota a su marido en la que acusaba a Hipólito de haberla forzado. Teseo la creyó y maldijo a su hijo, invocando a Poseidón, que hizo salir de las aguas del mar un enorme toro que espantó sus caballos y le provocó la muerte.

Las Troyanas

Tras la caída de Troya, los jefes del ejército aqueo sortean a las que van a ser sus esclavas: Polixena va a ser degollada como ofrenda sobre la tumba de Aquiles; Casandra acompañará a Agamenón a Micenas donde le aguarda una muerte que ella misma profetiza; Andrómaca partirá con Neoptólemo, hijo de Aquiles, el asesino de su marido. Hécuba tiene que presenciar el asesinato de Astianacte, el hijo de Héctor, despeñado desde las murallas de Troya.

Las bacantes 

Dioniso regresa de incógnito a Tebas, su ciudad natal. Junto a la tumba de su madre, prepara su venganza contra aquellos que niegan su divinidad. Provoca el trance a todos los habitantes de la ciudad, a través de la música: les hace salir de sus casas para participar en sus rituales. Tan solo Penteo, gobernante de Tebas y primo de Dioniso, parece inmune a los efectos de la locura colectiva desencadenada por el dios, y acude para poner fin a la fiesta.

Penteo será la víctima del sacrificio con la que la ciudad deberá pagar su desobediencia. Muere destrozado por las bacantes, que lo toman por un animal salvaje. Tras la fiesta dionisíaca, los ciudadanos toman conciencia de todo lo ocurrido.

Ifigenia

Primera hija de Agamenón y Clitemnestra (aunque en algunas versiones de la leyenda se cuenta que es hija únicamente de Clitemnestra), fue sacrificada por Agamenón justo antes de partir las naves griegas hacia Troya. ¿Por qué había de hacer tal cosa?

Agamenón mató un ciervo en una arboleda consagrada a Ártemis. Como castigo, Ártemis detuvo el viento en el puerto de Áulide para que los barcos de Agamenón no pudieran zarpar. El adivino llamado Calcas reveló que la única forma de apaciguar a Ártemis era el sacrificio de Ifigenia, hija de Agamenón. Él la hizo llegar desde Micenas con el pretexto de casarla con Aquiles. Al llevarla ante el altar para el sacrificio, la misma diosa la sustituyó por una corza y se la llevó a Táuride, en Crimea, donde la sirvió como sacerdotisa.

Clitemnestra guardó desde entonces un profundo rencor hacia su marido, al que acusaba con razón de haber asesinado a su hija.


Lawrence Alma-Tadema: La muerte de Hipólito

L.Alma-Tadema: Muerte de Hipólito
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