4. Ciencia, progreso y objetividad

Una de las cuestiones previas al de la fiabilidad y la objetividad del conocimiento científico es el de su demarcación: la delimitación entre lo que es ciencia y lo que no lo es. Una de las formulaciones clásicas en este sentido es la del verificacionismo, una doctrina defendida en el contexto del neopositivismo y, según la cual, sería su fundamento empírico el factor determinante que permite distinguir entre lo que es ciencia y lo que no. Partiendo de una visión inductiva de la ciencia, puede entenderse que una proposición es científica cuando es verificable.

El filósofo Karl Popper protagonizó un enfrentamiento con esta postura, defendiendo el falsacionismo. Desde su propuesta, una proposición científica es aquella que permite ser falsada, esto es, que determina con claridad en qué condiciones puede demostrarse que no se cumple. Así, por ejemplo, sería falsable una ley física cuyas consecuencias se pueden valorar mediante experimentos, pero no aquella que se resiste a ser invalidada, como son por ejemplo las de las llamadas pseudociencias.

Una posición vinculada a este último, aunque crítica con el mismo en ciertos aspectos, es el falsacionismo sofisticado de Lakatos. Aunque el esquema de la refutación se mantiene en relación con aspectos particulares, habría un núcleo firme da la teoría científico que sería estable y que, por lo tanto, se resiste a la refutación. Los errores y anomalías del sistema se referirían a leyes secundarias, pero no afectarían a los principios más sólidos en los que se sustenta un modelo científico.

A la cuestión de la demarcación se une la de la continuidad y el progreso de la ciencia a lo largo de la Historia. En este sentido, tanto desde el falsacionismo como del verificacionismo se defendería la idea del progreso científico, bien fuese mediante un acercamiento a la verdad o un alejamiento del error. sin embargo, para Thomas S. Kuhn, la Historia de la ciencia no se caracterizaría por su continuidad, sino por la sucesión de modelos que tienen vigencia durante determinados periodos históricos. Para él existirían periodos de ciencia normal, acumulativos, en los que los científicos funcionan en el contexto de un paradigma (teorías y principios asumidos por la comunidad científica)  y periodos revolucionarios, en los que el litigio entre dos teorías explicativas rivales acaba en la consolidación de un nuevo paradigma que se interpreta como más satisfactorio.

Como telón de fondo se encuentra la cuestión de la objetividad del conocimiento científico, algo que no se cuestiona desde un cientificismo ingenuo que equipara de forma acrítica ciencia y objetividad, y que se matiza desde posiciones críticas en las que se destaca la influencia que sobre el desarrollo científico tienen factores como son los marcos ideológicos en los que este se enmarca o los intereses económico que se encuentran involucrados. Este aspecto se encuentra relacionado asimismo con la tecnología, vertiente práctica de la ciencia.

Importante

Para el verificacionismo el elemento determinante del saber científico es la experiencia: es esta la que corrobora o verifica las hipótesis científicas. Por contra, el falsacionismo interpreta que una proposición es científica cuando es susceptible de ser invalidada por la experiencia, sosteniendo que un enunciado científico nunca es definitivamente verificado y siempre es susceptible de revisión.

Existen quienes defienden el progreso científico, bien sea como una acumulación de conocimiento verificado o como alejamiento de propuestas que quedan descartadas, pero también quienes, como Kuhn, entiende que la Historia de la ciencia es discontinua, con periodos revolucionarios que conducen a cambios de paradigma.