1.1. Estabilización del estado de ánimo de los deportistas
A menudo la actividad que realiza el deportista durante una competición está condicionada por su estado anímico. Las emociones, los sentimientos y el afecto son variables que tienen gran influencia a la hora de realizar y valorar los esfuerzos (Azurra, Balagué y Arrieta, 1998).
Tener un estado de ánimo resistente, o más bien que el deportista sea capaz de estabilizar su estado de ánimo tanto en los entrenamientos como en plena competición, está caracterizado por un sentimiento de compromiso hacia sí mismo y hacia el trabajo, por una percepción de control del ambiente, así como por una tendencia a acercarse a los cambios con una actitud de desafío antes que de amenaza. Según Rich y Rich (1987), las personas con este tipo de personalidad o estado de ánimo son capaces de prevenir o reducir la incidencia del burnout.
Parece claro que los cambios y fluctuaciones del estado de ánimo de los deportistas que se producen a lo largo de una misma competición afectan a la tolerancia psicológica, con determinadas consecuencias en su rendimiento.
Existe, entre otros, un cuestionario denominado POMS para la valoración del perfil de estados de ánimo utilizado frecuentemente para identificar los efectos psicológicos del entrenamiento y de la propia competición. El POMS ha demostrado poseer una enorme utilidad cuando se aplica periódicamente, ya que permite establecer relación entre el estado de ánimo del atleta y la situación en la que se encuentra (Barrios, 2002).