Resumen
Importante
Frente al relativismo ético de los sofistas, Sócrates confía en la universalidad de los conceptos éticos. Defiende un modelo intelectualista según el cual el conocimiento del bien va parejo a su realización, siendo el mal el fruto de la ignorancia.
Importante
Platón desarrolla un modelo de virtud acorde con su concepción tripartita del alma humana. La templanza sería el control sobre los apetitos, el valor la buena disposición de ánimo y la prudencia la excelencia de la razón. La justicia sería una virtud común e implicaría la armonía de un alma regida por la razón.
Aristóteles vincula la virtud de la prudencia, conocimiento práctico que conduce al término medio entre los extremos, con unas virtudes éticas forjadas con el concurso de la voluntad y el hábito. El ejercicio de la virtud conduciría a plena realización y la felicidad humana.
Importante
Para los hedonistas, es el goce de los placeres y la ausencia del dolor el bien que conduce a la felicidad. Sin embargo, Epicuro destaca la importancia de su correcta administración a través de la prudencia y elogia la autosuficiencia y el dominio sobre las inclinaciones como claves de la vida dichosa.
Importante
Los estoicos conciben un mundo en el que todos los acontecimientos están determinados de modo inexorable; la consiste en la aceptación del destino y una vida acorde con la razón universal que rige el universo. Deben dominarse las pasiones y asumir los contratiempos mediante el ejercicio del autocontrol, la impasibilidad y la imperturbabilidad del alma.
Importante
El principio de utilidad, característico de la filosofía utilitarista, establece que una acción posee mérito moral en la medida en que de la misma se derivan resultados beneficiosos; es bueno aquello que genera placer en las personas y malo aquello que provoca sufrimiento.
Importante
De acuerdo con el planteamiento formalista kantiano en torno a la moral, no es el contenido de nuestras acciones sino su forma lo que otorga valor moral a las mismas. Esto es no, qué se hace sino cómo se hace. En este sentido, solo podemos considerar acciones moralmente valiosas aquellas cuyo motivo de actuación no es el interés propio sino el sentido del deber, actuar de acuerdo con máximas o principios de actuación que consideramos imperativos universales incondicionales.
Importante
Para el emotivismo de Hume, el fundamento de la norma moral es emotivo: un sentimiento de aprobación o desaprobación de las acciones según estas conduzcan o vayan en contra de la felicidad de las personas.
Para la ética de los valores de Scheler, ciertas acciones u objetos poseen valores que las hacen deseables.
En la ética discursiva de Habermas, la moralidad de una norma va ligada a su aceptación racional comunitaria.