1. El origen de la ética occidental: Sócrates y los sofistas.

Atenienses

Rafael: Escuela de Atenas

Imagen de Tomisti en Wikipedia. Dominio público. 

Durante los siglos V y IV a.C adquirieron protagonismo en el ámbito de la cultura griega un grupo de maestros dedicados a la enseñanzas de artes como la retórica y la oratoria que eran denominados sofistas. La palabra proviene del griego sophia, sabiduría, e implicaba su reconocimiento intelectual, fundamentalmente relacionado con el saber de las cuestiones prácticas. Se entiende que fue en este grupo donde tiene su punto de partida la reflexión ética en el marco de la filosofía, centrada fundamentalmente en cuestiones tales como el carácter relativo de las normas humanas , que contrasta con la universalidad y necesidad de las leyes naturales. Por lo general, predomina entre estos pensadores una visión relativista de la moral. Siendo extranjeros en Atenas, eran conscientes de la diversidad de interpretaciones que sobre lo correcto o incorrecto existe entre pueblos diferentes, entendiendo que las normas humanas son al fin y al cabo el resultado de la convención, sin que estas vengan determinadas por ninguna necesidad natural. Entre los sofistas podemos destacar la figura de Protágoras, autor de una de las expresiones más características del relativismo, un relativismo que afecta a las diferentes interpretaciones que los humanos tenemos de la realidad y de lo que es justo o injusto: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son”.

En dicho contexto, Sócrates representa la oposición al relativismo ético y la defensa de la universalidad de los principios éticos. Su filosofía se centró en la búsqueda de la definición de nociones como el bien y la justicia, desde su confianza en su carácter racional y universal. Así, la diferencia entre dos conceptos diferentes de la justicia no obedecería al carácter relativo de dicho concepto, sino a una aproximación mayor o menor a su correcto significado.

La clave de la correcta interpretación moral estaría para Sócrates en el autoconocimiento. Una de sus máximas era “Conócete a ti mismo”, entendiendo que es el recto conocimiento el que conduce al ejercicio del bien y la vida virtuosa. Su planteamiento ético se conoce como intelectualismo, e implica un paralelismo entre el conocimiento y el bien: del mismo modo que el conocimiento del bien conlleva a su ejercicio, el mal solo es explicable desde el desconocimiento o la ignorancia de quien la practica.

Según esta visión intelectualista de la virtud, nos hace moralmente buenos el conocimiento del bien, no el acierto casual de la recta acción. El modelo socrático se entiende desde la vinculación existente entre el ejercicio del bien y la satisfacción que este conlleva. La vida feliz consiste en la vida virtuosa y nadie renunciaría a la misma si conociera cuál es el verdadero camino que conduce a la felicidad.

Importante

Frente al relativismo ético de los sofistas, Sócrates confía en la universalidad de los conceptos éticos. Defiende un modelo intelectualista según el cual el conocimiento del bien va parejo a su realización, siendo el mal el fruto de la ignorancia. 

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 representa la visión relativista de la moral, mientras que   confía en la universalidad de los conceptos morales y la posibilidad de una definición común. 

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